28. Un día especial

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Oh, estuve tan inspirada en este capitulo :') Hasta lloré (bueno, casi) Espero que les guste.

¡Ah! Y quiero dejar antes clara una cosa, ya varias personas me han preguntado cuál es el actor que le pondría a mis personajes. Mi respuesta es: no tienen actor. Me gusta que ustedes se lo imaginen, como ustedes gusten. Muchas veces me ha pasado que leo una novela y después le ponen actor y me encuentro incoforme con éste, porque no es como yo me lo había estado imaginando y es como si me forzara a imaginarme a alguien que yo no me quiero imaginar. ¿Me explico? Bueno, ahora aclarado ese punto, perdonen  la tardanza y las faltas de ortografía. Disfruten la lectura :)

*** Hola de nuevo, después de mucho mucho tiempo. Esta capítulo estuvo incompleto y eh aquí reescrito y mejorado en algunos puntos xd Pandas<3


*** 

Al final, Louis había estado con él tres días y el cuarto —y último— literalmente me puse de rodillas ante mi padre para que me dejara ir a su departamento. Le prometí, y mentí, que no estaríamos solos, que el señor Wilson también estaría presente, pero sobre todo, le dije que era un día muy especial.

Le mandé un mensaje a Louis diciéndole que se podía tomar el día libre, que saliera con Jamie o algo, que yo cuidaría a Seth ese día. En ese día tan especial, se sintió un poco mal ante el hecho de no ver a Seth y le prometí que arrastraría a éste más tarde hasta su casa.

En otras circunstancias, Seth se habría mostrado molesto ante el hecho de que lo cuidáramos. Diría que no necesitaba de una nana, que no tenía ocho ni nueve años, que podía cuidarse sólo y seguramente me habría mandado a casa por medio de órdenes y gritos.

Pero no era ese el Seth que abrió la puerta de su departamento en la mañana de un martes de verano. Lo inspeccioné de arriba a abajo. Ni siquiera se había molestado en quitarse la ropa del día anterior, ni en desempacar todas las cajas de la mudanza aun en su cuarto.

Le ordené que se metiera a bañar y, después de una indescifrable mirada por su parte, me obedeció. Me sentí tentada a desempacar las cajas, pero recordé que Seth no era mi hermano y no podía hurgar en sus cosas, quién sabe lo que tendría ahí dentro y no quería toparme con nada íntimo. Dejé la mochila que había llevado en el sofá de la sala. Todo estaba oscuro, como si fuera una cueva, nada estaba fuera de lugar y de no ser porque el agua cayendo con fuerza en el baño, parecería que nadie vivía ahí. En el lugar estaba escrito que el señor McFare no se la pasaba mucho en su casa, y menos Seth.

Abrí la oscura cortina para que entrara la luz del día por ese gran ventanal y me topé con la visión de la ciudad. Era un área nueva —diez años es nuevo— , como una zona metropolitana, muy cerca del centro, donde estaba toda la actividad urbana. Desde ahí podía ver las extensas calles, los edificios construidos en el siglo XVI y XVII y más modernos. Los turistas pasear, los habitantes caminando tranquilos de un edificio a otro, trabajadores con traje en su mayoría.

Pero fue el sol lo que más me llamó la atención. Pude verlo gracias a la nube que tapaba tres cuartos de éste y traslucía a través de la capa de humedad. Podía verlo naranja, o rojo, menos luminoso de lo usual gracias a la nube. Cuando se despejó fue incapaz de mirar más y mejor opté por admirar el cielo azul, cubierto por una leve brisa veraniega y nubes que se movían un poco rápido.

Era un día especial. Y no porque estuviera sola en el departamento de Seth y él estuviera bañándose —un rubor se extendió por mis mejillas— sino porque...

De mi mochila, saqué una caja de plástico transparente que dentro contenía un panquecito con crema de batir y chispas de colores arriba y lo puse sobre la mesa, un tanto ansiosa. Saqué mi celular y me dispuse a esperar a Seth jugando Pac-man tumbada en el sillón.

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