Capítulo 7

260 26 6
                                    




Una mano suave que me acariciaba la cara me hizo abrir los ojos. Ante mi apareció una figura borrosa que poco a poco se fue centrando. En cuanto me di cuenta que no era Kougyoku me levanté de un salto y me coloqué contra la pared a la defensiva.

-¿Quién eres tú? – pregunté, buscando algo con lo que defenderme. Maldito Koumei, sabía que tenía que haber traído a Nyou Rentou conmigo.

La miré fulminándola con la mirada ante su ausencia de respuesta.

-¿No me reconoces?- me preguntó, ensombreciendo el rostro.

La observé bien, era más o menos igual de alta que yo y tenía unas piernas y brazos muy delgados. Su piel estaba bronceada y sobre su cuello había una larga herida mal cicatrizada que hizo mi corazón diese un vuelco, subí la mirada y me encontré con un rostro inocente rodeado de un cabello ondulante de color naranja que le caía hasta la cintura. Me froté los ojos, no podía ser verdad. Tenía que ser una alucinación, seguro que era aquella cosa blanca.

-¡Estas muerta!- chillé, señalándola.

- ¿Estás seguro de eso? - me dijo ella con una sonrisa burlona que se clavó en mi corazón como un clavo, ¿cuánto hacia que no veía esa sonrisa? ¿ocho años? No... hacía más. Asentí, dudoso de mí mismo, la intensidad de aquellos ojos naranjas me estaba retorciendo el corazón-. Dime Kouha, ¿lo estás?

- Moriste delante de mí. - susurré.

- Ambos sabemos que eso no es verdad. - dijo acercándose a mí, me aferré a la pared y cuando no pude retroceder más, su mano siguió reduciendo la distancia entre ambos hasta posarse sobre mi rostro. Era tan cálida...

- Te desangraste frente a mí y caíste por la ventana. - dije, apartando la mirada para que no viera mis lágrimas, nunca había hablado de esto con nadie-. Encontraron tu cadáver y... y...- tragué saliva y volví a mirar a la chica que tenía frente a mí -. Te enterramos y te fuiste. ¡Estás muerta! - chillé, empujándola, esperando traspasarla.

Pero mis manos chocaron contra su estómago, las lágrimas se aglutinaron en mis ojos y deslicé mis manos hasta colocarlas en su cintura y apreté suavemente.

- ¿Eres real?- dije, sin tratar de ocultar mis lágrimas.

- ¿Me has echado de menos, Kouha? - preguntó, colocando su frente contra la mía. Noté su respiración chocando contra la mía y sus ojos naranjas clavados en mí-. Yo sí te he echado de menos...

- ¿Por qué no has venido antes? - le pregunté-. ¿Estabas escondida en Balbadd?

- No quiero separarme de ti. - separó su rostro de mí y me rodeó con sus brazos. Apoyé mi cabeza en su hombro, era tan cálida.

- Reim, no dejaré que te vuelvas a ir. - le contesté, apretándola contra mí-. Y si para ello tengo que renunciar a todo, lo haré.

Sus brazos se deshicieron de mí y me contempló de arriba a abajo, pasó su mano por mi cabello y liberó mis dos largos mechones para acariciarlos con cariño. Luego los dejó caer y, dando un paso atrás, sonrió. Durante apenas un segundo, aquella chica volvió a ser aquella niña arenosa que me arrastraba a jugar fuera de palacio

-Tengo muchas preguntas que hacerte. - dije, dando un paso hacia ella. Reim alzó una mano para parar mi avance y miró hacia la puerta, nerviosa.

- Vienen a por mí. Ayúdame, Kouha.- me dijo Reim, cuya imagen infantil no paraba de alternarse con la actual.

Miré hacia la puerta, igual que ella, y luego volví a ver aquellos ojos naranjas que me suplicaban ayuda.

- No dejaré que vuelvas a desaparecer. - sentencié.

La emperatriz erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora