Capítulo V

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He perdido la cuenta sobre los momentos en los cuales he pensado si realmente esto que estoy viviendo es la realidad o simplemente soy el producto de la imaginación de una persona, una persona que escribe mi vida sentado en un escritorio, con la habitación a oscuras. Pienso que esto con lo que todos están satisfechos no es más que eso, pero si deseo la realidad, ¿qué puedo hacer?, quien escribe sabe lo que haré, conoce dos líneas por delante de mí, que injusta vida.

Hoy llegue al castillo a la hora del almuerzo, supongo que una vez ahí debería haber sentido miedo, es una construcción inmensa, con túneles que conducen a diferentes caminos, además he escuchado que en ese lugar acuden las personas que se drogan, personas sedientes de vulgaridades que se me hacen imposibles nombrarlas.

Me acerque sigiloso, porque si hacia ruido alguno los perros que se encuentran cerca no tardarían en llegar y empezar a ladrar y morder. Vi que tenía una grieta en una de sus paredes por las cuales podía entrar sin tener que escabullirme entre los perros. Una vez adentro, todo estaba en ruinas, aunque la estructura era firme, o por lo menos eso aparentaba el piso, ya que me encontraba en el segundo piso de esta magnífica construcción.

Empecé a caminar un poco por el lugar, había muchas cosas sucias, el sótano estaba repleto de agua, sino traías una linterna no se podía ver nada, después de haber fisgoneado por el lugar, decidí emprender mi camino por entre las cuevas; solo esperaba que mi pequeña linterna –que no sobrepasaba los cincuenta centavos- no se apagará a mitad del camino.

Empuñando mis manos, empecé a caminar, no tarde más de quince minutos en llegar la primera gran grieta que daba paso al paisaje para poder descansar mirando el rio. Descansé por unos cinco minutos y seguí mi camino.

El camino empezaba encogerse en su altura, pese a que la linterna fallaba por unos pequeños segundos, no me detuve.

Cuando me acercaba a la mitad del camino escuchaba voces, risas y se podría decir que gemidos. Con miedo de encontrar algo indeseable, me detuve por unos instantes, miré atrás y caí en cuenta de que estaba lo suficientemente lejos para volver y lo suficientemente cerca para poder descansar en la siguiente gran grieta.

Volví a empuñar mis manos, sujeté fuertemente la linterna y seguí mi camino. Cuando me acercaba más y más, pude ver que los emisores de tales sonidos y ruidos eran estudiantes de secundaria, al ver que una luz se acercaba de las lejanías empezaron a actuar con compostura, sonreí amablemente para así evitar problema alguno, al pasar por el frente de ellos, me pude percatar de que había botellas de licor barato en el suelo de estas cuevas, no muy lejos de ellos pude encontrar preservativos, dos prendas de ropa interior femenina, todo daba a la imagen de que los muchachos llegaron al lugar con propósitos lujuriosos. Cuando estaba a solo centímetros de pasar de ellos me preguntaron si venia alguien más, a lo que yo les supe responder que no, después de todo fui solo.

Pasado aquel mal rato y a una distancia prudente de ellos suspire y busque la relajación. Acto seguido, continue con mi recorrido. La siguiente gran grieta ya se la divisaba a la distancia, pues de entre tanta oscuridad empezaba a iluminarse el cavernoso lugar. Al momento en que llegue a este lugar para poder descansar, no me había fijado en mi alrededor, hasta que un juego de luces de entre rojo y azul resplandecía en las montañas, ¡SORPRESA!, era la policía en una de sus rutinas diarias para verificar la seguridad del lugar, dejarme ver no era un opción favorable, debido a que en el momento en que ven a cualquier individuo por estos lugares lo persiguen hasta tomarlo y llevarlo a la estación de policía más cercano, esto lo hacen debido a que la mayoría de personas que van a este lugar son pura gente drogadicta, lujuriosa, peligrosa, entre otros.

Rápidamente me volví a meter en la cueva y apresuré el paso hasta creer estar en la distancia indicada para que no se percaten de mí.

Una vez transcurrido esto, seguí con mi camino, esperando encontrar algo maravilloso al final del recorrido, pero en vano fue mi deseo, porque no se podía recorrer todo el camino por completo, esto se debía a que el camino había sido bloqueado, tapado con rocas o tal vez por algún derrumbe, con desanimo empecé a emprender el rumbo de regreso.

Al momento en el que salí del castillo, aún se divisaba el sol en el horizonte, parecía la hora perfecta para caminar sin rumbo por la ciudad. Tomé mi libro que siempre llevo en mi mochila y lo leía mientras caminaba por entre las personas.

Cerca de casa, a no más de cinco metros de distancia, saque las llaves para ingresar y así poder descansar. ¡Menuda aventura se vive cada día!

Mamá estaba en casa, esto es algo raro, porque esto solo pasaba cuando estaban enfadados entre sí, o sea entre papá y mamá. Esto no es una buena señal, porque es sábado, sábado en la noche y aunque muchos salgan de parranda, a mí me bastaba con una cena familiar, disfrutando de nuestra comida favorita. No quería que nada de esto se arruine, pero... ¿qué podía hacer?, a la final solo me queda rezar por mi beneficio. 

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