Capítulo XIII

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...mi última queja...

18:09/ Caminando paso a paso, entre miradas que suben y bajan, ojos que parecen salir de sus orbitas. ¿Cuántas veces no he pensado lo mismo? ¿las nubes toman el perfil de mis tragedias?

Algunas personas nacen para cosechar éxitos, otras nacen para luchar por sus deseos, y al final, quedamos solo aquellos que creen que luchan, confiados en la excusa que evite la miseria y la perdida de lo poco en lo que tenemos fe.

"Odio las fechas festivas" es lo que frecuenta en la boca del desventurado; "disfruto más, de mi propia clausura" gritan los moribundos.

La radio suena mi canción favorita, aquella en la que el coplero entona a todo pulmón sobre su vida, la acústica ambienta la melodía, volviéndose en sí, una obra de arte.

18:21/ Aquí estoy nuevamente, haciendo esfuerzos por verme mejor que los demás, tratando de parecer interesante, fingiendo ser un escritor, un fiel lector, un buen músico, un buen deportista, un buen trabajador, pero, ninguno es para mi; si tan solo supiera la forma correcta de vivir.

–Dios, perdóname por estar en contra de ti, pero... no me has dado la señal que te he pedido por años.

18:25/ La música empieza a subir, escala por mis hombros, entra por mis oídos, hace un gran alboroto en mi mente y me deja inmóvil, y a su vez, inquieto.

–No te vayas, que no sé si podré vivir por mi cuenta...

18:27/ Ya ni las diversas estupideces de internet me distraen del desastre en el que me he convertido; "¿cómo se puedes escapar de si mismo?".

–Existe un infierno, créanme lo he visto; existe el cielo, vamos a mantenerlo en secreto.

18:30/ No creo poder llegar a ser uno de los "grandes", uno de los que se recuerdan con nostalgia por la gente, pues no he tenido una vida tan trágica como para volverme un héroe de mi vida, es así como hay grandes artistas, lo consiguieron porque vivieron grandes problemas, grandes tragedias.

18:32/ Las mascotas que rondan en el patio de la casa, no dejan de soltar quejas, y yo, me enfurezco y libero mi rabia acumulado con ellos. Son simples animales que me aman, y aún así, yo los amo por medio de la poca razón que tengo, cuando después de los golpes y patadas, lo acaricio tiernamente, lloro, y ellos sienten mi pena, porque se acercan cariñosos, y entonces, empiezo a lanzarlos sin si quiera verlos, solo desquito mi furia en quienes me aman, es así como me hoy, como hace no más de cinco minutos.

–Esto nunca acabara...

18:37/ Empiezo a gritar, no me importa lo que digan los vecinos, a mi no, pero a mis conocidos si, entonces llegan a callarme, empiezan por darme aquel calmante recomendado por el doctor de la familia, mi hermano mayor, no hago esfuerzos para librarme, pues esta droga es la mejor, me hace vivir, de cierta manera, ojalá todas las medicinas sepan así, como una piedra que entra al organismo y empieza a quemarte desde adentro, haciendo que desees estar muerto, o por lo menos sano.

–Dios, perdóname... 


FIN.

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