Capítulo uno: Realidad.

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Ahí andaba, caminando a la deriva, sin pensar, sin mirar, actuaba por instinto, cómo un animal herido. Gritó, gritó y gritó sin cesar, las lágrimas escurrieron desde sus oscuros orbes, resbalando a través de sus secos y pálidos pómulos.

Lo llamó incontables veces. Su desgarradora voz, era tan lastimera, sólo se oía repetir el nombre del chico una, y otra y otra vez.

Observó a los lejos unas cuantas personas situados en el pasillo, apresuró el paso, lo más que su magullado cuerpo se lo permitió, en un momento, paro y tosió, la palma de su mano, se tiño de un líquido pegajoso, con olor a fierro y rojo, ¡Sangre! Pronto se dio cuenta que sus ropas y vendajes estaban tiñéndose del mismo color.

Aún así, camino con todas sus fuerzas, camino unos cuantos pasos y cayó, se levantó, para volver a empotrarse contra el suelo. Con la vista nublada, y aún con el pensamiento de ir a rescatar al chico, se levanto otra vez. Con una mano cubría su boca, para evitar que la sangre siguiera resbalando por su mejilla, su otra mano, apretaba la herida de su costilla, tratando de aminorar el dolor, sus pies eran arrastrados.

Alzo lo más que pudo su voz hacía los muchachos que estaban ahí, se volvieron a hacía él, negando y diciéndole que él chico ya no estaba ahí.

— ¡Mienten! —Dijo, mientras alzo sus puños, en señal de golpearlos—. ¡Él no está...! ¡El no está....!

— Sí lo está —interrumpió uno—. ¡Nosotros lo vivimos en la guerra!

Con la poca fuerza que reunió de su moribundo cuerpo, golpeó a uno en la mejilla, haciendo que chocará contra la pared del submarino, mientras su compañero salió corriendo en busca del capitán.

Mientras, el otro muchacho siguió caminando, con su malherido cuerpo, avanzo, mientras incontables veces se desplomo al piso y volvió a levantarse, con un sólo pensamiento en la mente. ¡Rescatar al chico!

Se deshacía de quien se atravesaba en su camino o lo decía la realidad decía era una farsa.
De un momento otro, estaba él solo, el llanto comenzó a ser más abundante. Comenzaba a flaquear, su cuerpo era más pesado, su vista estaba borrosa, entre las lágrimas y el dolor que también le hacía doler la cabeza.

Sintió un calor humano repentinamente, no se había percatado de lo frío que estaba su cuerpo, unos cálidos brazos lo acogieron, lo estrecharon. Poniéndole fin a esa absurda acción, susurro seguro y convincente al chico, la cruda verdad, a lo que el chico, se desplomo, llorando, aferrándose al muchacho y dejándose tratar.

— Mugiwara-ya. Hiken no Ace murió en la guerra —le susurro el cirujano de la muerte, en su oído.  


Continuará...



Algún día van a lincharme por seguir publicando fanfics. 

Torao: ¡Tenlo por hecho! ¡Yo les regalaré bisturís a todas y todos! 

¡Gracias Trafalgar, gracias! 

Torao: Uy se enojo, no vayas a echar humo por la boca. 

¡Serás! 

En fin espero, les guste, es el primer fanfic dentro del Universo de One Piece. 

Gritos de un corazón herido. [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora