Capítulo cuatro: Confesión.

8.7K 901 204
                                    

El chico de la reciente cicatriz estaba tranquilo observando el fondo marino. Era tan calmado, tan frío. Tan "Torao".

— ¿Cómo puede ser así? —espeto, sabiendo que nadie le contestaría.

— ¿Cómo puede ser qué?

— ¡Ah, Torao!

— ¿Torao? —Arqueó una ceja—. ¿Qué es "Torao"?

— No puedo pronunciar muy bien tu nombre — se defendió—. ¿Te molesta?

—No. No me molesta.

Se acerco a la cama y silenciosamente se sentó junto al chico, Luffy al sentir el constante cosquilleo en su pecho y las nauseas en el estómago, volvió a dirigir su vista hacía la pequeña escotilla del camarote.

Una vez, había escuchado hablar de ese sentimiento pero él lo había dejado pasar. Para él eran más importantes las aventuras y permanecer al lado de sus nakamas.

Nakamas.

No había podido protegerlos.

Era el tormento que día a día se le hacía presente, en cada minuto del día, preguntándose dónde estarían, que harían y sí en realidad estaban bien. Confiaba ciegamente que estuvieran vivos, pues eran fuertes.

Tomó entre sus lastimadas y vendadas manos la tela que arropaba la camilla. La apretó con fuerzo y chirrió sus dientes, para siguiente dejar caer lastimeras lágrimas de impotencia.

¡Necesita saber de sus nakamas!

Y luego, apareció la imagen de su hermano.

"Ace" pensó, mientras el llanto era más dolido y desgarrador.

Entonces, sintió que unos cálidos fríos brazos le estrechaban, el acelerado pulso regreso. Frenético.

Se volvió hacía el chico de ojeras, aferrándose a su pecho y dejando que lo viera llorando.

Se sentía extrañamente confiado rodeado por el médico.

— Torao —sollozo—. ¡No pude salvar a Ace! ¡No pude proteger a mis nakamas! ¡Soy un fracaso cómo capitán y hermano! ¡Me quiero morir!

Fue la primera vez que el chico de sombrero, sintió enojo y desesperación por parte del otro.

— ¡No! —Sentenció con voz dura—. ¡Jamás me lo perdonaría!

El chico, con los orbes cristalinos observo los ojos desbordados en preocupación y arrepentimiento. ¿Qué era ese calor que encendía su pecho? ¿Por qué esa cara hacía sentir opresión? ¿Por qué la cabeza le daba vueltas? ¿Por qué sentía un vuelco en el estómago? ¿Qué era ese deseo insensato de abrazarlo? ¿Por qué sus labios eran más apetecibles que la carne?

Entonces, sin pensar, se acercó sigiloso, posado sobre sus rodillas, se dio al alcance a los labios, dándole un pequeño roce con los suyos. Eran tan placentero.

Volvió a repetir la acción.

Law tomó su barbilla y con la otra su nuca, medio se inclino hacía Monkey, alzando una pierna flexionada sobre la camilla, haciendo el beso más duradero, pero sin llegar a ser uno obsceno. Era simplemente un roce de labios.

Un beso dulce.

— Ya sé el por qué —con las mejillas sonrosadas, mantuvo la mirada oscura conectada con los ojos grises.

— ¿Cuál por qué?


Continuará... 


¡Hola! ¿Les gusta la historia? 

Ya está en la recta final T_T 

¡Mañana entro a la facultad, ya estoy en cuarto! /n.n/ 

Torao: Deberías estar durmiendo. 

¡Tenía ganas de actualizar! 

Torao: ¡Aggh! 

Bueno, nos leemos en los comentarios. 

Gritos de un corazón herido. [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora