Capítulo tres: Debilidad.

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— ¡Soy débil! —Repetía el chico, que impedido por los cinturones, dejaba fluir sus lágrimas—. ¡Soy débil! ¡Ni a mis nakamas, ni a mi hermano pude proteger!

Desde la entrada al camarote, el cirujano, apretaba los dientes y miraba hacía un lado. Le había pillado desprevenido, mientras le observaba intensamente.

Se había dado cuenta.

Y, también le dolía ver al chiquillo así.

Por detrás de él, pasó Bepo, reconfortándolo con un pequeño apretón en su hombro. Volvió la mirada al azabache y sintió una opresión en el pecho. Ese no era el chico que había conocido en el archipiélago.

No.

No lo era.

Su determinación, confianza y la grande sonrisa, eran sólo una ilusión de su mente.

Aún se cuestionaba cómo podía aparentar permanecer calmado mientras el sujeto de sus insanos deseos estaba ahí, tan vulnerable, tan deseable, tan...

Tan amable.

Porque, Trafalgar Law había conocido por primera vez el amor carnal. Pero sabía que era un amor unilateral.

Y le dolía.

El mono hacía rato que se había percatado de que Law le observaba. Era difícil mantener la compostura a su lado.

Y él no entendía de ello. Pero sabía en el fondo que el chico de ojeras sufría. Y le martirizaban sus pensamientos.

Se sorprendió, por un momento, el estar pensando más en su compañero de generación, que en sus nakamas y hermano. Se repitió lo mismo, una y otra y otra vez.

Que era débil.

Que, quería ser más fuerte.

Que tenía que serlo, porque él, era el capitán.

Y entonces, Law, se acerco a él y volvió a liberarlo de su prisión de cuero, para aferrarse a él. Cómo al aíre que respira.

Y lloró.

Lloró silenciosamente en el hombro de Luffy.

— ¿Qué te sucede, Torao?

El otro chico sólo negó y se separo del más bajo. Turbado por lo que había hecho, regañándose mentalmente por dejarse llevar por su debilidad. Con paso apresurado trato de salir de la habitación, olvidando por completo que podía teletransportarse.

Y Luffy estiró su mano para darle el alcance.

Law lo observó levantarse dificultosamente y acortar la distancia. El chico tomó la pálida y morena mano del médico con una de la suyas.

La mano de Luffy era cálida y la de Law, era fría.

Pero un frío que comenzaba en el corazón y abatía toda su alma. Un frío aterrador que hacía al menor querer llenar ese vacío.

Y entonces, Law, besó a Luffy.

El otro aunque sorprendido por el repentino contacto, se dejo hacer, mientras ambos dejaban escurrir sus saladas lágrimas.

Todo por su debilidad.

Eran débiles.

Pero, también eran fuertes.

Y volvieron a unir sus labios, en su beso más demandante.

— ¿Por qué?

El ojeroso aparto la vista y salió, dejando al chico de la cicatriz enmudecido.

Sólo, se fue.

Sin decir nada.

Sin explicarse.

Sólo... salió de ahí.

Y el chico, repaso la mano por sus labios. Y volvió a preguntarse:

— ¿Por qué?


Continuará... 

Gritos de un corazón herido. [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora