La Leyenda de La Doncella Dragón -2° Parte-

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—¿Es ella? —El eunuco veía de lejos a la joven que estaba sentada solitaria en un banco de marmol.

—Sí, señor. Se destaca entre las demás, es de una muy rara belleza y sus ojos son de un color muy hermoso.

—Tendré que apreciarla mejor de cerca. ¿Y cómo son sus modales? ¿Es educada?

—Muestra respeto y es muy callada. 

—Bien, ¡no soporto a las mujeres problemáticas y malcriadas!

Yung Kun, era el eunuco encargado de preparar a las jóvenes candidatas que aspiraban a ser la nueva concubina del emperador. Era un hombre prepotente y autoritario, esto por la suma confianza que Quian Zhao había depositado en él. Estaba de pie frente a Jia Li, los rumores sobre la misteriosa joven ya habían llegado a sus oídos y quería ver que tan especial era realmente.

—¡Tú! ¡Levanta el rostro para verte!

Inari, ahora Jia Li, obedeció. Yung Kun se acercó para detallarla, hasta abrió con sus largos dedos sus parpados para apreciar bien el raro color de sus ojos. El joven respiraba casi entre cortado, nervioso por tan abrupta revisión. Temía que ese hombre quisiera ver más allá de lo que sus ropas ocultaban.

—¿De dónde eres?

—De Yuan...—respondió Jia Li con una muy delicada y apenas audible voz.

—¿De la montaña?

—Sí.

—¿Todavía quedan pequeñas aldeas en el bosque de Yuan? ¡Me sorprende! Pero eso quiere decir que no tienes los modales de una joven de la ciudad. Las concubinas del emperador no sólo son jóvenes hermosas, también son virtuosas, educadas y siempre están prestas a obedecer a su señor. ¡No me gustan las salvajes! ¡Muchas no saben ni sentarse a una mesa a comer correctamente!

—Puedo aprender.

—¡Lo harás! Y dime... ¿Sabes cantar? ¿Bailas? ¿Tocas algún instrumento? ¿Cómo piensas entretener a tu señor? Porque el emperador, niña, se aburre con facilidad. Una concubina debe hacerlo feliz siempre...y eso no es sólo en la cama.

—Bailo y toco el Guqin, mi señor.

—¿El Guqin? ¿Una montañesa como tú? ¡No trates de impresionarme mintiendo! ¡Puedo mandar a cortarte la lengua y hacértela comer por tratar de engañarme!

—Es cierto, mi padre me enseñó, solía tocarlo para su señor hace mucho tiempo y también los hacía y vendía en su tienda. —Inari no mentía, su padre era un fino artesano y músico, él enseñaba a sus hijos ese oficio y de no haber sido por la tragedia que envolvió su vida, en vez de un frío asesino, el joven hubiese seguido los pasos de su progenitor

—¡Pues eso lo probarás muy pronto! ¡Y más te vale que lo hagas bien! —Entonces, el eunuco se apartó de Jia Li y aplaudiendo con prepotencia llamó a los guardias para apartar a sus favoritas— ¡Sólo me llevaré las cinco mejores! ¡No voy a perder el tiempo con todas estas inútiles y feas que trajeron!

—Pero, señor... ¿Sólo cinco? ¡Aquí hay más de cincuenta doncellas! ¡Y todas muy hermosas!

—¡He dicho sólo CINCO! ¡Yo sólo veo un montón de mujeres estúpidas! Mi trabajo es escoger una nueva concubina para el emperador, ¡no acepto cualquier cosa! Aquellas dos de allá, la de la trenza que llega a los pies, la del rostro fino que usa el vestido de seda azul...y la de los extraños ojos claros. ¡No más! ¡Echen a las demás!

Jia Li, respiró profundo, quedó entre las escogidas muy a pesar del claro desagrado del eunuco. Comenzaba a entender que de todas las misiones que había hecho en su vida de asesino, esta era la más complicada y peligrosa en la que se había embarcado.

Los Cuentos de Príncipes sin Princesas (Disponible Versión en Papel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora