El tipo que entra a la habitación no es nada que haya visto antes. No tengo palabras para describirlo. Es como si un troll y un Dios hubieran tenido una noche muy divertida.
En serio, es enorme y demasiado rubio. Creo que si fuera una chica ya me hubiera lanzado a quitarle esos pantalones. Sin embargo soy un hombre, y aunque fuera gay no tendría oportunidad por la mirada de muerte que me está dando.
— Hernan — canta la dulce voz de la nueva nombrada Zara
Hernan camina en línea recta hacia ella, toma su mano y se la lleva a los labios en un gesto muy intimo.
No me gusta.
Zara quita su mano con sutileza.
Buena chica.
— Alexander ¿conoces a Hernan? Es el Concubino de la Reina
Concubino. Pruebo la palabra repitiéndola un par de veces en mis pensamientos hasta que la razón entra en mi cabeza.
— No sabía que la Reina estuviera casada — digo confundido
— No lo está — contesta Zara haciendo que el tipo a su lado endurezca su postura
— Nos esperan abajo — le dice Hernan mirándola únicamente a ella
La veo asentir y dar una última mirada a la lejanía de las tierras fueras del palacio. Se ve tensa.
— Te veré después, deberías ir a tú cuarto — me dice
Hernan la hace tomarlo del brazo y como una pareja de exquisita belleza salen por el ventanal.
Bien. Ahora tengo una pregunta más que añadir al cuestionario que planeo hacerle a Kyler.
¿Concubino? Si no es su esposo, ¿qué será? Y aún más importante, ¿qué tiene que ver él con Zara? Obviamente hay algo entre ellos, la confianza que tiene para tocarla no es en vano.
Ignorando la recomendación de Zara me apoyo sobre la baranda con los brazos cruzados y me permito aspirar un profundo trago de aire fresco. Me encanta el olor a pino, el aroma suave del jazmín plantado a la entrada del castillo.
Desde aquí puedo ver el pueblo, los montes y los caminos que llevan hasta dónde estoy. Puedo entender cómo es que los gobernantes se convierten en tiranos con estas vistas.
Es como si con un dedo pudiera aplastar a todos allá afuera.
Por otro lado todo parece pequeño, dando a entender que podrían fácilmente dar servicios decentes a su gente.
Miro al cielo añorando la presencia de mamá. ¿Ella habrá estado en este mismo lugar? ¿Vio como yo, la belleza del Reino? Si no fue así, desearía que estuviera aquí conmigo para disfrutarlo juntos.
Me la imagino con su pequeña altura, mirando debajo de nosotros, riéndose con esa melodiosa voz y diciéndome de vez en cuando cuánto le encantaba este lugar. Yo la abrazaría, besaría su frágil cabeza y seguiría escuchándola hablar.
Así era ella. Clamando todo el tiempo sobre lo hermosa que era la vida. Así fuera una parcela de lodo, le encontraba algo único. Ella decía que estaba bien ser realista pero también soñador.
— El mundo es un hueco grande y negro Alex, pero no vale la pena hundirse en él — me decía cada mañana
Yo rodaría los ojos y no tardaría en llegar un ligero golpe en mi nuca, nada grave porque mi madre no era violenta, pero suficiente para hacerme callar.
Ah, esa mujer. ¿Cuánta belleza verdadera queda en el mundo sin ella?
Continúo en silencio escuchando a los pájaros negros cantar desde una rama cercana. Parece que aquí todo es de esta forma. Pacífico y tranquilo. Uno se podría acostumbrar a esta vida.
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El amante de la Reina
FantasyLa vida en el Stone Empire no es fácil. El mundo es controlado por la monarquía. La guerra constante entre Reinos se hace cada vez más sangrienta, oscura y trágica. Todo gracias a las habilidades sobrenaturales de los gobernantes. Para sobrevivi...