Mi amigo de la infancia

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Al salir de mi ensoñación logro seguir a Harrond y entrar a la oficina de Zara.

Mis ojos no tardan en aterrizar sobre ella. Está detrás del escritorio tan tranquila como siempre. No me mira por mucho tiempo pero me hace una seña para que entre, a lo que obviamente me niego. Estoy muy confundido y medianamente molesto como para seguir sus ordenes así que me quedo cerca de la puerta.

No tarda en darse cuenta así que despide a con la mano a Harrond y pronto somos dejados a solas.

— Antes de que comiences a preguntar todas tus dudas debes entender que en todo momento estuviste seguro — dice con la voz calmada

— ¿Seguro? — resoplo —. Todavía puedo sentir mi cabeza punzando

— Lo sé, la situación se salió un poco de control

— ¿Qué fue todo eso? — pregunto yendo al grano

— Simple — me mira como si ya debiera saber la respuesta —. Fue parte del concurso

— ¿Qué?

— Kyler seguramente ya te debió hablar sobre el concurso que se lleva a cabo para conseguir ser mi Concubino, sólo que no pudo decirte la fecha exacta en la que empieza ya que para todos es diferente — alza la mano —. Y antes de que te enojes con él, era una órden, no podía decirte nada

Muy tarde. Ya estoy pensando en arrancarle la cabeza de una buena vez. Kyler tiene la costumbre de omitir información y lo único que gano es una buena paliza.

Zara debe ver mi mirada gélida porque sigue hablando.

— Nick, el hombre que te atacó, es uno de los guerreros de Irving, estabas completamente a salvo. Desafortunadamente te resististe a sus métodos para desmayarte y tuvo que emplear una táctica demasiado violenta

— ¿Es por eso que no salías del baño? Sabía todo lo que estaba pasando — acuso

— No soy la mala en esto, Alexander. Es una tradición muy vieja que no debe romperse

— ¿Pero sí pudimos romper la de acostarme contigo?

Las palabras están afuera antes de que las pueda detener pero no me arrepiento. Tampoco ignoro la manera venenosa en la que las dije.

Zara me mira como a un niño haciendo un berrinche y eso me hace sentir frustrado. No soy un maldito niño, aunque claro, a su lado soy un jodido bebé.

— Hay algunas cosas que podemos cambiar, pero la tradición del concurso, no

— No entiendo — me recargo en la pared evitando el mareo que comienza a consumir mi cabeza —. De todas formas voy a ganar, yo seré tu Concubino

— Lo serás, por supuesto, pero ellos no lo saben. Debemos ser cuidadosos para que tu victoria parezca auténtica

Me llevo las manos a los ojos y los restriego con fuerza. Un día de estos me voy a morir de cansancio. Respíngo un poco cuando al quitar las manos me encuentro a Zara a apenas unos centímetros de mi cara.

El amante de la ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora