Capítulo III: Otra esperanza que muere antes de nacer

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Luego de todo este ajetreo con las elecciones presidenciales de 2013, Nicolas Maduro comenzó con su locura presidencial. Es de las típicas personas que logran obtener poder de algún modo y comienzan a derrochar todo, sin medida, ni mirar a los lados. Sobre todo sin mirar consecuencias.

No pasó mucho tiempo, luego de ese moribundo 14 de abril, para que el presidente electo por máquinas pero no por números, diera su primera estocada. Comenzó a expropiar de una forma más radical de lo que lo hacía Chávez, a financiar misiones bolivarianas, crear nuevos controles cambiarios. A reprender y apresar a todo aquél que públicamente estuviese en contra de él.

Por otro lado, buscó el apoyo de la gente de Chávez, que le dio la espalda sin pensarlo, al observar que él no era lo prometido, que era un farsante y una persona que incluso bajo los más elementales principios del socialismo o comunismo, no era alguien representativo de estas ideologías. Ya que frente a una sociedad pobre, acostumbrada a la miseria, un hombre que predica el socialismo y por otro lado realiza actividades que lo hacen millonario no van de la misma mano. Y no me malinterpreten, todos los gobiernos roban. Lo único que se pide es que produzcan más de lo que roban, y que si desean robar más, que desarrollen la capacidad para producir más.

Así transcurrió el 2014, frente a la incertidumbre, devaluaciones e inflación. Cada vez que nos acercábamos a un punto "estable" algo hacía Nicolás para distorsionar la coyuntura económica y volvernos trizas nuevamente. Así, con estos cambios tan radicales, las clases sociales dejaron de ser tres para volverse dos, ricos y pobres. A tal punto, de que el índice de personas que comían de la basura, y dementes aumentaba a diario. Al igual que la desnutrición y muerte por suicidio u homicidio de niños, adolescentes y adultos.

Al mismo tiempo, se gestaba en las entrañas del país, la delincuencia desatada. Pero no cualquier actos delictivos, por más erráticos y desorganizados que parecieran, se estaban convirtiendo en el mercado negro más grande del país y probablemente de Sudamérica. Organizaciones con nombres marginales y sin méritos, pero que por la forma de llevar cuentas, se notaba que eran organizados. Tal es el caso de la banda del "Picure".

Entonces, los venezolanos se encontraron con dos disyuntivas, la primera, ser arrasado por la inflación y las políticas económicas de un inepto hasta la locura. O caer a merced de las bandas delictivas.

Como opinión personal, no sé cuál es mejor opción.

Pero como sabe, se presentaron oleadas de emigración en el país. Los venezolanos comenzaron a replegarse hacia todas partes, buscando mejor calidad de vida. Actualmente, al menos cinco mil venezolanos dejan el país semanalmente.

Pero esto es de entenderse, ¿cómo se puede solicitar a alguien que no se vaya del país si con lo que gana no puede sobrevivir? O peor aún, ¿si han secuestrado a su familia tantas veces que el hampa ya les conoce la vida? No hay duda de que la situación iba de mal en peor. Y que sólo era cuestión de tiempo para que empeorara.

Mientras que esto sucedía, yo pasaba mi vida en la universidad, por mi instituto ser privado nunca hubo paros estudiantiles, pero las instituciones públicas mantuvieron paros constantemente, como forma de protesta. Sin embargo, esto es un terrible error. Los estudiantes en paro no salen a la calle, y las universidades sin estudiantes en sus recintos no tienen valor. La mejor lucha es la que se da estudiando y en la calle.

Para mí, el 2013 transcurrió de una forma vertiginosa, y parece ayer cuando apenas empecé ese año. Pero es normal para una persona, porque es que entre tantas cosas que suceden, ¿Quién tiene un momento para detenerse a pensar en el tiempo?

No hay duda de que la muerte de Chávez fue una liberación, pero también una prisión, puesto que dejó en el poder a personas más ignorantes que él y con menos habilidad para las masas, que era lo que lo mantenía en el poder. Y muchos se preguntarán, ¿cómo es que entonces si estos no tienen apoyo, no han caído? La respuesta es, que nosotros no somos ciudadanos ya. Somos masa, somos pueblo. Parecemos ganado que espera a ser arreado hasta el corral. Y no se extrañen que la mal llamada Oposición y el Oficialismo, sean el mismo perro ovejero.

Crónicas de un país en decadenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora