Capítulo 5

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Había tenido un sueño bastante intranquilo durante toda la noche. Me percaté de ello ya que yo tampoco podía dormir muy bien.

Supuse que lo de ella era por los nervios, tal vez por el miedo de que la policía la encontrara o simplemente porque estaba durmiendo en un lugar que no era su casa.

Me levanté de la cama y lentamente me acerqué a ella.

La observe con atención mientras dormía. Ni siquiera estando en ese estado perdía esa expresión de chica seria y de personalidad dura.
Su ceño fruncido y la mandíbula apretada.
Tragaba saliva de vez en cuando y se movía ligeramente de un lado hacia otro.
Su frente estaba impregnada de sudor, lo cuál me preocupó un poco.
Temí que tuviera temperatura.

Intenté tocar su frente para percatarme de que no fuera así... Pero en ese momento se levantó de golpe, gritando y golpeándome fuerte en la cara con su puño derecho...

-¡No me toques!- grito con una voz que sonaba aterrada- ¡dejame en paz!, ¡no te acerques!

Me alejé de ella inmediatamente y me toqué el labio inferior en busca de sangre pero no encontré nada.

Se incorporó en la cama con las piernas dobladas y la cabeza hundida entre sus rodillas. Ambas manos estaban sobre su nuca, mientras respiraba agitada.

¿Porqué había hecho eso?

Yo sólo quería ayudarla.
No entendía su reacción... No sabía que decir... Únicamente la miré confundida.

Luego de unos minutos, por fin la vi levantar la cabeza y girarse hacia mí.

- Yo... No...- sus palabras apenas salían- , no sé... No sé que me pasó- luchaba por que su voz no se quebrara, pero el miedo en ésta y sus manos temblorosas, era evidente.

- Solo tuve un mal sueño- dijo después de mucho pensarlo-... " Nunca quise hacerte daño"- me miraba fijamente a los ojos.

Y por primera vez la vi pronunciar una frase sin que antes intentara poner un escudo de por medio.

Por primera vez desde que que entro por mi ventana, me mostró su verdadera mirada.
Una mirada sincera. Que me pedía perdón de una forma en que sus palabras no podían.

"Nunca quise hacerte daño", fueron sus palabras, y yo le creía.

Y al mismo tiempo pensaba que si volvía a mirarme de esa forma, yo sería capaz de creerle cualquier cosa; por absurdo que pareciera.

-No te preocupes- dije intentando tranquilizarla-, sé que no fue tu intención.

Pero de un momento a otro la vi cambiar su expresión y volver a meterse en su papel...

- Lo que no entiendo- comenzó a decir, saliendo poco a poco de su shock-... Es, que hacías tú aquí... Frente a mi cama... Intentando tocarme ...

-¡¿Qué?!- pregunté confundida-, yo no estaba... Es decir, bueno... Si lo hacía, pero solo porque quería percatarme si tenías temperatura.

-¿Y eso porque?

- Te quejabas constantemente, te movías mucho, y cuando me levanté a verte, noté que tenías la frente empapada en sudor.

- Solo fue una pesadilla- se echó hacía atrás el cabello con ayuda de su mano y lo agitó un poco-, estoy bien-.

Me miró una vez más. La tenue luz de la Luna entraba por la ventaba y resaltaba sus ojos verdes. Se acerco cuidadosamente hacia mí empujándose con sus manos y una vez que estuvo a una distancia considerable, levanto su su mano a centímetros de mi rostro y la puso sobre mi labio inferior. Acariciándolo suavemente con su dedo pulgar.

-¿Te duele mucho?- estaba claramente preocupada. Su voz adormilada sonaba aún mas grave que de costumbre, lo cuál la volvía todavía mas irresistible.
Intentaba lucir autoritaria e intimidante... Pero debajo de toda esa dureza, podía notar algo de amabilidad y nobleza.

-No- respondí con sinceridad-, solo un poco, no es nada.

Bajó su mano de mi labio lentamente y asintió con la cabeza. Suspirando y mirando hacia la ventana mientras se recargaba en el sofá-cama.

- Sabes...- dije después de un raro-, yo tampoco podía dormir.

Ella no me respondió, así que continúe hablando...

-¿Qué haces tú cuándo no puedes dormir?

-Nada. ¿Qué voy a hacer?- no parecía estar de muy buen humor-. Me obligo a hacerlo o me quedo despierta toda la noche hasta que amanece-.

Su solución me parecía bastante extrema y poco saludable. Pero ella parecía decirlo muy enserio.

-¿Sabes que es lo que hago yo ?- le pregunté-.

-No- respondió a secas.

Esa chica si que era extraña.

- Se supone que deberías preguntarme: "¿Qué es lo que haces?" o algo así-. Le dije nerviosa.

Meneó la cabeza de lado a lado, mostrando cansancio, y soltó un bufido de molestia.

- Vamos a ver... "¿Qué es lo que hace la princesa cuando no puede dormir?"- su tono de voz mostraba clara ironía.

Sin embargo no me molestó. De hecho me pareció gracioso.

-Salgo al patio- comencé a explicarle-, me recuesto en el césped y me quedo mirando al cielo.

-Eso ed patético- fue su única respuesta.

- Para mí no lo es- esta vez si estaba un poco molesta-. A mi me gusta mucho hacerlo... Me gusta mirar hacia el cielo por la noche... Contemplar las estrellas... La Luna... El silencio nocturno. Me relaja, y me ayuda a dormir.

Ella solo guardó silencio.

Noté algo de arrepentimiento en su mirada. Supongo que se dio cuenta que su comentario no había sido el más acertado.
A mi me bastó solo esa mirada y su intento de sonrisa nerviosa para que mi " molestia" desapareciera por completo.

-¿Porqué no me acompañas hoy?- estaba un poco nerviosa por lo que pudiera responderme.

-¿Acompañarte?... ¿A dónde?

-Afuera... Mira, yo se que tú tampoco puedes dormir, y me gustaría demostrarte que a lo que tú llamas "patético" en realidad no lo es tanto.- por su expresión parecía que no la convencería tan fácilmente-. Ya verás que es bastante bonito.

-"Bonito "- dijo entre dientes con evidente desinterés.

-No tienes nada que perder- no me daría por vencida con facilidad.

La miré nuevamente.
Sus ojos verdes siempre terminaban por hacerme perder la noción de todo. Su cabello negro revuelto hacia atrás.
Su mirada calculándolo todo con detenimiento.

Se había acostado con la sudadera gris y únicamente en boxer's, lo cuál se hubiera visto extraño en cualquier otra chica pero no en ella... En ella parecía incluso... No lo sé... Atractivo.

-Hagamoslo entonces- sus palabras me sacaron de mis pensamientos-, muestrame tu " alocada" idea- se burló de nuevo.

Le sonreí por última vez, divertida por su comentario, y me dirigí hacia la ventana mientras ella avanzaba detrás de mí.





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