—Entonces hablamos por WhatsApp, bonita.—Se despidió el Pablo, el niño de omegle.
Asentí y sonreí.
—Chao, pablito.—Dije y corté el chat de Omegle.
Cerré todas las páginas del computador y lo apagué.
La Maca entró a mi pieza con una cara de alivio.
Hace media hora que se había ido al baño de la pieza de mis papás a cagar.
La hueona cerda.
—Ts, ¿Estaba bueno el cagón?—Pregunté riendomé.
Se sentó en mi cama y me miró feo.
—¿Estaba buena la pelación?—Preguntó imitándome.
Touché.
Me reí otra vez y le pegué en el hombro.
—¿Qué te pasa? Yo no me pelo.—Rodé los ojos y le volví a pegar.
Se sobó el brazo y me miró feo.
—Ay, perdón santa Marcela.—Dijo agarrando su celular que estaba sobre mi cama.
Rodé los ojos y tomé el mío.
Tenía unos mensajes de mi papá, del Tomás y de un número desconocido que seguramente era el niño de omegle.
Un manjar ese cabro.
Todo un manjar.
Hablamos como por media hora de puras hueás.
Era simpático.
Abrí WhatsApp y sapié los mensajes.
Papá
Ult. vez 13:52..Marce, el finde no te voy a poder ir a buscar. Me voy de viaje con la Rocío. Nos vemos después. Te quiero.
13:46 pm.
Te deposité la plata del mes, revisa la cuenta.
13:50 pm.
Ya.
13:58 pm.
¿Qué más le iba a decir? Siempre era lo mismo hueón.
Desde que se separó de mi mamá y se buscó otra mina nuestra relación era así.
Pasa viajando, no nos vemos y sólo me deposita plata.
Bufé.
La Maca me miró al tiro y me interrogó con la mirada.
—¿Qué pasó Marcita de mi zoncora?
—Nada, lo mismo de siempre.—Dije y le mostré el celular a la Maca.—Se va con la poto cocío y eso.
La Maca me miró y negó con su cabeza.
—Tú papá está cagado de la cabeza eligiendo a una mina que sólo quiere su plata antes que a su hija.—Dijo haciéndome cariño en el brazo.
Asentí encogiéndome de hombros y me volví a meter en el celular para revisar los otros mensajes.
Ya estaba acostumbrada a que mi papá me hiciera sentir así.