Quattro

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—Me gusta la Maca.—Soltó de una el Tomás en cuanto me senté en la banca de la plaza.

Había dejado botada a mi Maquita en el negocio comprando mis antojos para venir a ver a este hueón y me sale con esto.

Me estai' huebiando.

¿Por qué me haces esto yisus?

¿Y ahora que le tengo que decir?

¿Qué se supone que tengo que contestarle?

—Ya, ¿Y por qué me contai' esto a mí?

Esperen. ¿Escucharon eso?

Fue mi corazón rompiéndose.

Suspiró y me tomó la mano.

No ahora por favor.

—Ayúdame a conquistarla, por fa Marce, es tú mejor amiga.—Dijo y luego mordió su labio inferior.—La conoces bien, ayúdame a ganarme su corazón.

Ay, el hueón tierno.

¿Por qué no fue así conmigo?

Tomás culiao.

—No puedo.—Negué con la cabeza mientras lo miraba a los ojos.—Sorry.

—¿Por qué no?—Preguntó haciendo un puchero con sus labios.

Aah un manjar.

¿Por qué me haces esto Tomasín?

—Porque la Maca esta pololeando.—Dije encogiéndome de hombros.

¿QUÉ?

¿Cómo chucha mi hermosa cabecita inventa hueás tan rápido?

Ah, me amo.

El Tomy abrió la boca con impacto y suspiró.

—¿Está pololeando?—Preguntó rascándose la nuca.

Sorry Tomasito.

—Si po, hueón, ¿Estai' sordo?

Lo siento, amor mío.

¿Estaré siendo muy pesá?

Pero él rompió mi corazoncito así que vamo a hacerlo sufrir.

Por hueón.

—Yo.. Chucha.—Dijo con desgano.—Olvídate de esta hueá, nunca te dije nada.—Dijo y se paró de la banca.

Ahora po, hueón.

Después de que rompió mi corazoncito me dice que me olvide de esto.

—Ya.—Lo miré feo.

—Chao.—Dijo y se fue despidiéndose con la mano.

Se fue y yo me quedé ahí solita.

—Le gusta la Maca.—Susurré aún sin creerlo.

Por la chucha.

Y esta hueona creía que quería puro culiarme.

Seguro po.

—¡Ya po, maraca culiá te demorai' caleta!

Giré mi cabeza como exorcista al escuchar el grito de la loca que tengo por mejor amiga detrás de mí.

¿Desde cuándo estaba aquí?

¿Habrá escuchado lo que hablamos con el Tomás?

¿Y por qué chucha me dijo maraca?

Gritando en la calle.

Que clase media por favor.

¡Lita te llevo en mi corazoncito recién roto por el Tomás!

—¿Cómo que maraca, fea culiá?—Dije mirándola feo mientras me acercaba a ella.—Te he dicho que me carga esa palabra culiá.

Se empezó a reír como una foca epiléptica sin cerebro y me pegó en el brazo.

Me miró y se dejo de reír.

—Verdad que tení ese complejo culiao con que te digan maraca.—Se volvió a reir.

Asentí ofendida y le devolví el golpe.

Estúpida, mi brazo, idiota.

—Para ti podré ser de todo, menos maraca.—Dije apuntándola acusatoriamente con el dedo índice.—¿Me escuchaste coneja culiá?

A la Maca se le deformó la cara.

Más de lo que ya la tenía.

Y me miró feo.

Me reí y le tiré un besito.

—¿Vas a empezar otra vez con la hueá de que tengo cara de conejo?—Rodó los ojos y luego me volvió a pegar en el brazo.

—Ay, ya, dale color.—Me reí.—Vamos a la casa mejor.—Hice un puchero.—Tengo hambre.

Rodó sus asquerosos ojos azules y empezó a caminar de vuelta a mi casa.

Me reí y la seguí.

Cuando llegamos me encontré con una desagradable sorpresa.

El Nico, mi ex, estaba apoyado en la reja de mi casa con cara de hueón.

La Maca me miró confundida preguntándome que pasaba con sus labios de coneja.

—Ni idea, hueón.

Aunque yo igual me preguntaba lo mismo.

¿Qué hacía este culiao acá?

Desde que terminamos hace unos meses, por su intervención en la relación que no hablamos ni nos hemos visto.

Nos vió y se paró bien, ya que estaba tirado encima de la reja de mi casa.

—Marce, hola.—Se acercó hacia nosotras con una sonrisa.

Ay, no, de esas sonrisas que me derriten no por fa.

—¿Qué estai' haciendo aquí, hueón?—Lo miré feo.

Todavía tenía el descaro de venir a mi casa el feo culiao.

—¿Podemos hablar?—Preguntó mordiéndose el labio inferior.

Omegle culiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora