—¡No!—Grité desesperada.—¡Me niego!
Mi mamá me tiró una de sus miradas asesinas y me tironeó adentro de la tienda.
—Camina cabra de mierda.—Dijo mirándome feo.—Si no querí quedarte sin celular hasta fin de año, hazme caso.
Miré con terror la entrada de París.
Uniformes escolares y materiales se asomaron por entre las puertas de vidrio.
Como había dicho mi mami Shrek el otro día, teníamos que comprar mi uniforme y todas las cosas para el colegio.
¡Tercero medio conchetumare!
¡Al fin hueón!
Un año más y chao infierno.
—No quiero mamá, me van a comer allá dentro.
Mi mamá rodó los ojos y me miró con su cara de ogro.
—No seai tan exagerá Marcela.—Dijo caminando hasta adentro de París.—Sabiai que el verano no era eterno.
Dos meses no es nada po hueón.
Las vacaciones de verano deberían ser mínimo seis meses. ¿O no?
—Ya, pero igual po mamá.—Me quejé.—Estoy con depresión porque voy a entrar a clases y tú me traí aquí. ¡Deshonra!
—Cállate Marcela que me estai' dejando en vergüenza.
Ja, gracias mamá.
Ya, si igual me estaba comportando como una cabra chica, pero es que ¡Es traumante po hueón!
¡No quiero colegio!
¡No quiero clases!
¡No quiero volver a esa rutina culiá!
Lo único bueno son mis amigos.
Ellos me salvan de la desgracia de verles las caras de pico a todos los profesores culiaos todos los días.
—Ya, vamos luego mejor para terminar luego.
Shrek asintió y entró a París.
La seguí y fuimos a ver los útiles, zapatos, el uniforme y demás hueás.
Salimos cargás de bolsas de la tienda culiá.
—¿Viste que no fue tan malo, Casimira?
Casimira, nombre culiao.
Lo odio hueón.
—Mamá, cállate, porfa.
La mala madre que tengo se rió y siguió caminando.
La seguí por todo el mall, ya que la doña quería comprarse un vestido porque iba a salir con su pololo.
—Ya po mamá, me duelen los pies.—Me quejé sentandome en una banca que estaba al lado de un árbol.—Hemos recorrido todo el mall como tres veces.
—No encuentro uno que me guste po.—Se quejó sentándose al lado mío.
Puta la hueá.
—Llegó el hermano de la Maca y anda con auto.—Le dije a mi mamá acordándome de lo que hablamos con la coneja en la mañana.—Puedo decirle que nos venga a buscar, Tú sabí que el Mario es un amor.
Mi mamá me miró pensativa.
—Igual podría ser, para no andar con las bolsas en la micro.—Dijo mirando la cachá de bolsas que teníamos.—Además no vemos al Marito desde que se fue a trabajar a las minas, hace un año ya.