-La ciudad de la luz perdida-

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<< En un lugar muy, muy lejano... Donde las miradas de los extraños no alcanzaban a ver aquella bonita ciudad... Un niño solía soñar con la libertad. Con la libertad de poder viajar, ver el mundo, escapar de la cárcel en la que vivía y se ahogaba irremediablemente. Así, una noche, cuando estaba mirando las estrellas que parecían faros en medio del mar de la oscuridad, velando por aquellos que osaban mirarlas, la vio.

¿Qué era eso?

Nunca había contemplado algo semejante. Era preciosa... Tan solo observarla fijamente le cegaba, haciéndole anhelar más deseosamente poder mirarla sin apartar la mirada. Ilusionado, una gran sonrisa apareció en su rostro. Corrió, y corrió, y corrió... Pero no pudo alcanzarla. Aquella luz seguía alejándose de él, frustrándolo, haciéndole sentir impotente, inútil, pequeño. ¿Qué podía hacer? Quería tocarla, quería verla de cerca. Quería saber a dónde iba. Pero temía quedarse ciego si seguía persiguiéndola de aquella forma, ignorando las lágrimas que surcaban sus mejillas violentamente advirtiéndole del peligro.

Él no podía acercarse a ella. No le estaba permitido hacerlo.

Pero no lo sabía.

<<Por favor, no me sigas... No puedes ir adonde voy... Tan solo te harás daño>>, le dijo la luz mientras seguía su camino.

Las estrellas trataron de ocultarla, de hacerse pasar por ella, pero no lo lograron. Eran muy diferentes, por lo que el niño se dio cuenta del engaño y las ignoró.

El aliento del niño, que ya había crecido en un guapo muchacho de cabellos dorados y ojos azules, producía vaho en el aire, cuando respiraba alteradamente debido a la gran carrera. Sin saberlo, habían pasado años desde que había estado persiguiendo aquella luz, que tanto había llamado su atención.

Y en algún momento había dejado de verla.

Se había quedado ciego.

Al darse cuenta de ello, de repente, cayó de rodillas al suelo, llorando a más no poder, emitiendo fuertes sollozos, sintiéndose desgraciado. Pues además de no haber podido alcanzar lo que había robado su corazón, ahora no podía verla. Ahora todo era oscuridad.

¿Qué podría hacer ahora? Ni siquiera quería seguir viviendo sin ella. Había quedado prendado totalmente por su belleza, por su amable y dulce voz. Había sido feliz tan solo con poder verla desde atrás, tratando alcanzarla. Pero ahora que la había perdido, se sentía tan solo.

<<Te advertí de que no me siguieras, Gabriel... Yo, ya no estoy a tu alcance... Por favor, no trates de encontrarme...>>, le pidió la luz, acariciando su rostro, haciéndole sentir todavía más vacío cuando se apartó de él. Con su roce, su vista volvió para comprobar que ella ya se había ido.

Trató de llamarla, de detenerla, de hacer que se quedara junto a él un poco más, pero todo fue inútil. La luz se marchó, dejándolo llorando, encogido sobre sí mismo, lamentándose por su desdicha.

Fue entonces cuando decidió que haría lo que fuera por traerla de vuelta junto a él, por poder verla de nuevo.

Fue entonces cuando la oscuridad se apoderó de él...

... cuando trataba de alcanzar aquella bella luz.>>

Miraculous Ladybug - Lady LuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora