El pitido del anillo de Chat Noir me hizo centrar su atención en él de nuevo. Me acuclillé ante él ignorando los vítores de los invitados de la fiesta, y coloqué su brazo izquierdo sobre mi hombro, cogiéndole con el brazo derecho la cintura para poder cargar con él.
-Chat Noir... ¿Me oyes? Despierta. Por favor, tienes que despertar... -murmuré mientras lo llevaba con dificultad hasta la habitación de Adrien, subiendo por las escaleras, y lo dejaba descansar sobre su cama. No creía que fuera a importarle, de todos modos no lo había visto por allí-. Chat... -lo llamé con miedo a haberlo perdido, a que no se despertara, a no poder ver sus ojos verdes devolverme la mirada, a no ver su sonrisa divertida en sus labios. No podía pensar con claridad. Ya ni siquiera me importaba que mis pendientes pitaran, o que lo hiciera su anillo. Lo importante era curar sus heridas. Lo importante era que volviera conmigo.
Temblando me dirigí al baño de Adrien y rebusqué en los armarios hasta dar con un pequeño botiquín, lo llevé a prisa hasta el rubio y me arrodillé al lado de la cama donde estaba él tumbado. Tomé su mano y la llevé a mis labios, suplicante.
-Estúpido gato... Eres más fuerte que esto, por favor... No me dejes... -murmuré sintiendo cómo las lágrimas se amontonaban en mis ojos. Que él estuviera así era culpa mía... Y Dios... La última vez que hablamos solo le hice sentir fatal-. ¿Qué puedo hacer? Tikki... P-Por favor... Dime qué puedo hacer... -balbuceé desesperada.
Entonces me di cuenta de que no podía estar lamentándome sin hacer nada. Era Ladybug. Había salvado París incontables veces junto a Chat Noir. No podía abandonarlo a su suerte ahora. Debía ayudarle como fuera. Como pudiera.
Comencé a buscar vendas y gasas, junto alcohol y demás en el botiquín para tratar sus heridas. Lo primero era la herida de su nuca. Alcé con cuidado su cabeza y dejé bajo ella una toalla y muchas almohadas.
-Petit chaton... Despierta... Por favor... -le susurré con mi mano en su mejilla. Mi corazón dio un vuelco cuando sus ojos se abrieron lentamente, y de forma cansada para mirarme a través de su máscara manchada de sangre-. Chat... Mírame. No dejes de mirarme, ¿De acuerdo? Debes mantenerte despierto -dije mientras mis manos trastabillaron hasta dar con más toallas en un cajón de la mesita de noche de Adrien-. Ponte recto, ven -traté de alzarlo ignorando sus pequeños gruñidos, quejándose por el dolor. Ya que él solo no podía mantenerse sentado en la cama debido a las heridas y al mareo por la pérdida de sangre puse sus brazos alrededor de mi cintura, como si nos estuviéramos abrazando. Desde ahí comencé a limpiar con cuidado su herida, aunque era un alivio pues no parecía muy profunda. Solté un pequeño suspiro algo más relajada al ver eso. Acerqué su frente a la mía, para asegurarme de que no volvía a cerrar a los ojos, mientras limpiaba la sangre de su nuca. Podía sentir su respiración, su corazón latiendo contra mi pecho, la calidez de su cuerpo, tal vez tenía algo de fiebre, sus ojos fijos en los míos como idos.
-Ladybug... ¿Qué ha... pasado? -murmuró entre dientes.
-Nada, estás bien, ¿vale? Todo va estar bien. Solo te has arañado con algo. No pasa nada, tranquilo... -dije atropelladamente sin saber si él habría logrado entenderme siquiera.
-¿Eso... me lo estás diciendo a mí o... a ti misma..., bichito? -inquirió mirándome a los ojos. Entonces una lágrima se escapó de mis ojos y tuve que concentrarme para que mi voz no temblara también. Ahora tenía una expresión rota, como dolido... y ¿frustrado? ¿Por qué? ¿Le había hecho daño en la herida?
-No, no, no... No llores... Estaré bien... Tú lo has dicho... ¿no? tranquila... -susurró cerrando los ojos con cansancio, lo que me hizo pegar un bote.
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Miraculous Ladybug - Lady Luck
Hayran KurguLadybug y Chat Noir son conocidos en todo París por sus grandes proezas salvando la ciudad. Pero a veces las cosas se complican más de lo que podrían esperar, tanto con lo que respecta a los akumas como entre ellos dos. Ciertos secretos salen a la...