11. Helado

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Siento los músculos de mis piernas quemar, mis pulsaciones hacen eco en mi pecho y pequeñas gotas caen por los costados de mi rostro. Acelero el paso para seguir el ritmo de la canción que suena en mis auriculares y suspiro aliviada cuando estoy a una calle de mi casa. Dejo de correr y camino los últimos metros intentando regularizar mi respiración. Subo los últimos escalones de la entrada y antes de abrir la puerta llevo la botella de agua a mi boca.


—Buenos días.—mamá está sentada en el sillón y frente a ella hay un gran plato de galletas con chispas de chocolate. Yo salgo a correr y ella hace galletas... es por esto que la amo.



—Saliste más temprano de lo normal.—comenta mirando el reloj de su muñeca.



—Lo sé, me desperté temprano y no pude volver a dormir.— tomo una de las galletas y me dirijo a mi habitación para ducharme. Cierro la puerta y pongo música, ahora que lo pienso la mayor parte de mis días son acompañados con música, es mi motivación para salir de la cama.

Salgo del baño con una toalla envolviendo mi cuerpo y otra mi cabello. Luego de una semana decidí que era una locura seguir pensando en la posibilidad de encontrarme con Alex en mi habitación y regresé a mi rutina de desorden, al fin puedo pasear libremente en toalla. Termino de vestirme y decido que quiero ir por un helado, seguramente se estén preguntado ¿para qué me ejercito, no? . La razón es que si no lo hiciera seguramente tendría que rodar por la casa para poder moverme, desde pequeña tengo dos amores además de Alex, el ejercicio y la comida, contradictorio pero real.

Comienzo a caminar distraída, hay una heladería solo a unas calles de mi casa así que solo me toma unos minutos llegar a ella. Una vez en el mostrador le digo a la chica que atiende mi orden y espero para pagar, me dirijo a la caja rejistradora pero antes de que pueda darle el dinero una voz hace que me detenga.




—Yo invito.—Connor me sonríe antes de darle el dinero y me guiña un ojo, puedo sentir la sangre drenarse a mis mejillas en un segundo.





—Gracias.—Hablo cuando estamos fuera. Ambos comenzamos a caminar a la par como si todo esto fuese sido planeado previamente, llegamos al parque y nos sentamos en una banca de madera, mantengo la vista al frente unos segundos, puedo sentir la mirada de Connor sobre mi lo que hace que me ponga un poco nerviosa. Giro mi cabeza para mirarlo y me doy cuenta que no compró un helado para él.




—¿Quién va a una heladería pero no se compra un helado?




—Alguien que solo entró a la heladería porque vió a una hermosa chica entrar.—Abro mi boca sorprendida y otra vez siento el calor en mis mejillas, ¡Dios! este chico no para de hacer que mi cara quede como un maldito tomate. Bajo un poco la cabeza intentando ocultarlo pero Connor toma mi mentón haciendo que vuelva a mirarlo.—No hagas eso, no intentes esconderlo, ya casi no quedan chicas que se sonrojan por un cumplido, además te vez linda cuando lo haces.

Sus palabras hacen que pequeñas mariposas vuelen en mi estómago, le sonrío agradecida y él me devuelve la sonrisa. Seguimos hablando como si no nos hubiésemos separado nunca,  recuerdo al niño regordete y simpático que alguna vez jugó conmigo y eso me hace sentir segura y muy cómoda, creo que me equivoqué al pensar que por haber cambiado su cuerpo también cambió su personalidad. Continuamos hablando por horas sin darnos cuenta hasta que anocheció.





—Creo que es hora de que te acompañe a casa.—Connor me ofrece su mano para que la tome al levantarme, es algo tonto pero ese simple acto hace que sonría, me sorprende la facilidad que tiene para hacerme sonreír.

Los dos caminamos envueltos por un silencio acojedor, simplemente disfrutamos de la compañía del otro y eso se siente genial. Nos detenemos frente a mi casa.



—Fue una tarde muy divertida.—Hablo luego de que Connor se quedara viéndome sin decir nada.




—Eso creo.—Sonríe y despeina un poco su cabello cuando pasa la mano sobre el.—La pasé muy bien hoy, eres muy divertida.—Hace un pausa y mira el cielo.—Ya es hora de que me vaya.

Connor se inclina y lentamente besa mi mejilla, mantiene sus labios sobre mi piel por unos segundo y luego se aparta haciendo que las mariposas que se habían mantenido dormidas hasta ahora despierten. Solo puedo decir un simple "adiós" antes de que comience a caminar alejándose de mi, me quedo inmóvil unos segundo hasta que las luces de la entrada se encienden y mi madre abre la puerta emocionada. Apenas entro una avalancha de preguntas cae sobre mi, preguntas como ¿quién es ese chico tan guapo? y ¿porqué no sabía de su existencia? o ¿desde cuándo salen? fueron algunas de las tantas que tuve que responder. Mamá quedó tan sorprendida como yo cuando le dije que ese chico lindo era Connor, el primo de Alex. Estuvimos hablando un rato, mamá me contó un montón de anécdotas de cuando era pequeña y otras de cuando ella era joven. Tuvimos que detenernos cuando se hizo de madrugada, en esta casa solo yo estoy de vacaciones.

Una vez en mi habitación me lancé a la cama disfrutando de la suavidad mis mantas y cerré los ojos solo por un momento hasta que el sonido de mi celular comenzó a molestarme. Intento abrir los ojos pero la luz del sol hace que no pueda hacerlo, ¿en qué momento amaneció? aturdida intento tomarlo tanteando la mesita junto a mi cama pero no lo logro, gruño sabiendo que no dejará de sonar hasta que conteste, respiro hondo y logro abrir mis ojos.


—Dios! mujer ¿por qué tardas tanto en contestar?.




—¡Disculpame por estar durmiendo!.


—¡A las dos de la tarde!.—Miro sorprendida la hora en el reloj colgado en la pared y froto mi ojo antes de bostezar


—Ayer me dormí muy tarde, es todo.




—Lo siento Sam.—Logan cambia su tono de molesto por uno arrepentido haciéndome reír. Siempre pierde en nuestras discusiones, cuando yo me molesto él se disculpa, y cuando él se molesta se disculpa también.—Solo quería recordarte que mañana es el último partido de la temporada. Es el más importante del año y quiero que estés ahí conmigo.—Mi corazón se derrite con el tono de niño pequeño en su voz y levanto mi mano para golpear mi frente con ella, ¡cómo pude olvidarlo! todos los años el último partido es el más esperado, pero este año es peor porque será su último partido en la secundaria, el año que viene iremos a la universidad y Logan ha comenzado a sentir nostalgia, en esta escuela aprendió todo lo que sabe de fútbol americano, debe ser difícil para él.



—Tranquilo.—Suavizo mi tono por uno comprensivo de madre orgullosa.—Claro que estaré ahí.

Me despido de Logan y vuelvo a dejar mi teléfono sobre la mesita, adivinen lo que hice después... exacto, volver a dormir.

Desde Mi BalcónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora