Casa.

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CASA

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CASA.

Por  Ryunick


— ¿Estáis seguros de que es aquí?

—Vamos, Yifan, no seas escéptico —lo empujó riendo Yixing, cogiéndolo de la mano y arrastrándolo dentro de la casa rosa que habían alquilado para las vacaciones—. Seguro que por dentro es mejor aún.

No lo era. El interior de aquella construcción de tres plantas parecía haber sido decorado por la mismísima Dolores Umbridge. Paredes rosas, puntillas y encaje por doquier adornaban aquellas paredes, y Yixing tuvo que tirar más de Yifan para evitar que saliera corriendo.

—Ahora entiendo por qué Junmyeon decía que era tan barato el alquiler —murmuró, mirando alrededor aún alucinando.

—Vamos no es tan malo —le dijo el bajo, haciendo que alzara las cejas.

—¿Alguien me llamó? —apareció Junmyeon con un delantal a juego con la decoración, haciendo que Yifan deseara no tener ojos.

—¿Por qué te has puesto eso?

—Bueno, iba a cocinar y no quería mancharme la ropa, está claro.

—¿No va a cocinar Kyungsoo? —los interrumpió Jongin con un tono asustado, entrando por la puerta acompañado de Sehun y Luhan—. Pensé que ya estaba aquí.

—Sí, llegó con Tao hace unos minutos, pero me ofrecí para cocinar —dijo con orgullo, hinchando su pecho.

Yifan gimió lastimeramente.

—No te preocupes, hyung —palmeó su hombro, Sehun, con comprensión mientras pasaba a su lado—. Siempre nos quedará pedir comida.

El menor no llegó a escuchar las quejas de su líder, pues cogió a Luhan de la mano y se encaminaron a los dormitorios. Pasaron del primero donde ya vieron maletas tiradas de cualquier forma en las dos camas de la habitación y pasaron a la siguiente, esa sí estaba libre.

—Al fin solos —sonrió el menor, pero no podía estar más equivocado.

—Oh, Luhan, habéis llegado —Minseok entró en la habitación seguido de Jongdae y Tao, quien parecía tan disconforme con la decoración como Yifan—. ¿Qué tal el viaje?

—Sehunnie insistió en el asiento de la ventanilla —rio el mencionado, mirando con malicia y diversión al menor.

—Sabes que me mareo —murmuró.

—Vamos, Sehun, no seas muermo —sonrió Jongdae, tirándose en su cama, sin importarle la mirada de vete-de-aquí-quiero-intimidad-con-mi-hyung que le lanzó Sehun—. Por cierto, ¿habéis visto a Chanyeol y Baekhyun? Dejaron las maletas y desaparecieron.

—Ah, ¿son suyas las del primer cuarto? —preguntó Luhan, sentándose en la que se adjudicó como su cama.

—Puedo ir a buscarlos —se ofreció Tao—. Puedo buscarlos en el jardín, en el pueblo, donde sea con tal de no seguir viendo gatos en las paredes.

Minseok rodó los ojos, pero lo dejó irse. A Tao realmente lo único que le importaba era alejarse de allí, estaba seguro de que su perfecta visión se habría deteriorado con la visión de aquella casa. Se anotó mentalmente no volver a dejar que Junmyeon eligiera nada solo y se puso las gafas de sol antes de salir al jardín para disfrutar de la piscina dándole la espalda a la casa.

En el camino se cruzó con Kyungsoo, quien en ese momento se dirigía a la biblioteca con el secreto deseo de encontrar algo de tranquilidad y de que no lo pescaran para cocinar, estaba harto de cocinarle a once hombres adultos caprichosos y él también se merecía unas vacaciones de la cocina; aunque supusiera que Junmyeon cocinara y que, al final, tuvieran que pedir que les trajeran comida a la casa.

Se decidió por una obra de teatro cómica, La Importancia de Llamarse Ernesto de Oscar Wilde debería ser suficiente para hacerlo evadirse y la biblioteca sería repelente suficiente para el resto de EXO. Eligió un silloncito junto a la ventana más alejada junto a una de las estanterías para estar fuera del campo de visión inmediato desde la puerta y comenzó a leer la loca y divertida aventura de Jack y Algernon. Sin embargo, no podía dejar de escuchar ruiditos, realmente no sabía cómo definirlos, pero después de quince minutos, estaba ya de los nervios y ni siquiera pudo disfrutar del momento en el que Algernon consigue al fin la dirección de la joven protegida de Jack.

Se levantó, siguiendo el ruido que descubrió procedía del otro lado de la estantería, para descubrir con horror a Chanyeol y Baekhyun en una posición en la que desearía no haberlos visto.

— ¡Oh dios mío! —exclamó, tapándose los ojos.

—Kyungsoo, sólo tenemos las camisas abie... —pero Baekhyun no pudo terminar la frase, Kyungsoo les lanzó el libro gritando algo parecido a conejos en celo y se largó casi echando humo por las orejas.

—¿Por qué se enfada tanto? —preguntó Chanyeol, confuso.

—No lo sé —admitió Baekhyun con sinceridad, encogiéndose de hombros—. Pero ahora me interesan otras cosas.

Chanyeol sonrió y volvió a besarlo, terminando de sacarle la camisa y tirándola a cualquier lado.


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