Bienvenido a Lucky House, estás invitado a entrar por un poco de chocolate caliente y galletas, puedes quedarte el tiempo que quieras, mientras no dejes de reir.
||Colección de relatos alegres y esponjosos.
Una historia diferent...
➝Resumen: Sehun no contaba con perder las llaves y tener que esperar con Yixing en el pórtico a que su madre saliese de trabajar.
➝Dedicatoria:Para Vane ( themuzaa ) + kisandkou, que querían SeXing.
현관 (PÓRTICO).
«Sabor a menta».
Eso era en todo lo que Sehun podía pensar mientras abría los ojos y entraba en pánico. Los hombros le empezaban a temblar y podía sentir un gordísima gota de sudor caer por su sien, mientras sus labios se torcían casi como en una trompa, mientras Yixing esperaba, paciente, a que algo pasase.
A que los segundos corriesen.
A que el beso mejorara, o algo.
«Porque si todos los besos son tan 'de pared'...», pensó, comenzando a desanimarse.
Por su parte, Sehun parpadeaba como un condenado, admirando cada tanto las pestañas entrelazadas y brillantes de Yixing, así como las pequeñas curvas de sus pómulos que alcanzaban a iluminarse con el Sol, pues el pórtico apenas alcanzaba a albergarlos dentro de la sombra, ya hecho un pésimo rectángulo inclinado y estirado en dirección contraria al Sol, que lograba abrasar el mundo y desprender calor desde el cemento y la brea de la calle a las cinco de la tarde.
Lo bueno era que Yixing había planeado la situación para que ocurriese allí, ese mismísimo viernes. Después de todo, dos o tres días para poder aclarar su mente y dejar al chico respirar serían suficiente, ¿Verdad? Porque había oído algo así de un par de sus compañeras de aula durante el receso, como que no puedes simplemente ir y tomar lo que consideras suyo (nota mental, se diría en el proceso, nadie es objeto de nadie, bien... por más que le estés besando sin previo aviso), sino que debes ir tanteando el terreno (y no besarlo de inmediato) e ir viendo si hay algún tipo de respuesta positiva...
«...lo cual incluye no besarlo espontáneamente un viernes después de clases», acordó consigo mismo. Y fue entonces que se apartó, recordando que debía hacerlo con cuidado.
Sehun permanecía con los ojos abiertos y los labios húmedos, encogido de hombros y con la frente bañada en sudor: a ojos de Yixing, jamás se había visto tan poco atractivo. No obstante, ese tipo de muecas extrañas solían ocurrir dos o tres al año como máximo, así que podía darse el lujo de mirar para sus zapatillas mientras se pasaba sutilmente el dorso de la mano sobre la boca.
