Capítulo 1: El pasado

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Diego:_No papá, te juro que no lo hice, no tomé el dinero de tu cajón, no me pegues otra vez, ¡Por favor!

Simón: Ya cállate! maldito mocoso, no sabes cuánto te odio, vas a aprender a no tocar las cosas que no te pertenecen.

Sacó un látigo, lo pasó por unas brazas calientes y obligó a Diego a hincarse frente a él, se colocó detrás del niño y empezó a golpearlo salvajemente. Diego ya no tenía fuerzas para llorar y solo se dedicó a aguantar el dolor que le provocaban los latigazos calientes.

Simón: Esto es para que aprendas a no tocar lo que no es tuyo, esto lo hago por tu bien, aunque te odie, eres la única familia que tengo, porque Josué es un maldito recogido y no le pienso dejar mi dinero a ese don nadie. Necesito gente de mi sangre para dejarle mis negocios el día que muera, te voy a educar y te haré tomar el camino del bien así tenga que matarte Diego. Dijo esto y salió del estudio dejando a Diego llorando por el dolor.

Josué solo miraba por el orifico de la puerta y reía, reía de gusto y de coraje a la vez por lo escuchó decir sobre él a su tío, escuchó unos pasos y salió corriendo.

Sarah: Mi niño, Dios mío (Dijo esto ayudando a Diego a levantarse del suelo con los ojos llenos de lágrimas, le provocó tanto dolor e impotencia), otra vez te golpeó, Dios mío el Señor Simón es un monstruo, te lastimó mucho mi príncipe.

Diego: ¿Por qué nana? Por qué mi papá me odia tanto, yo no tuve la culpa de que mi mamá se muriera al yo nacer, yo no lo elegí (Dijo esto con mucho dolor y lágrimas).

Sarah: Ay mi niño!, no sabes cuánto me duele que tu papá te trate así, pero esto no se queda así, es que me va a escuchar, esto que te hizo fue una monstruosidad (iba dispuesta a salir, pero Diego la detuvo como pudo)

Diego: No nana, no lo hagas, te va a golpear como la otra vez que intestaste ayudarme cuando me quemó la mano, yo no quiero que te golpee, no quiero que te pase nada, tu eres lo único que tengo, por favor!

Sarah: No Diego, no me pidas eso mi niño, mira cómo estás, me siento morir cuando don Simón te pega y yo sin poder hacer nada, sin poder denunciarlo porque tiene a todo el mundo en este pueblo comprado, no soporto ver tanta injusticia.

Diego: No quiero nana, por favor, ya verás que con las curaciones que me haces estas heridas pasarán, solo abrázame, abrázame fuerte nana, te necesito mucho.

Sarah lo abrazó con miedo a lastimarlo, así se quedaron en el estudio hasta que de pronto se escuchó un disparo que los espantó a los dos. Como pudo, Sarah ayudó a Diego a caminar, el niño estaba muy asustado, pero cuando llegaron a la sala se quedaron impactados al ver tirado a Don Simón con un disparo en la cabeza.

La policía estuvo en el lugar de los hechos, estuvieron interrogando a casi todos los empleados de la hacienda, pero ninguno vio nada exceptuando Lucio el Capataz de la hacienda, quien estaba en las caballerizas al momento del hecho, y cuando escuchó el disparo, se acercó a la casa grande y logró distinguir entre la oscuridad de la noche a una persona salir y perderse por los matorrales, no pudo distinguir nada solo llegó a ver que estaba vestido de negro y llevaba un sombrero del mismo color.

Durante los próximos días a la muerte de Don Simón, Diego estuvo callado, ya no lloraba ni por las heridas que le había ocasionado su padre, tenía marcas en toda la espalda, y una cicatriz en su mano izquierda de la quemadura que había recibido aquella vez que su padre tratando de que el aprendiera a que los hombres no deben llorar, lo quemó, sin importar los gritos desolados del niño.

Corazón SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora