20 "Editado"

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Merida

Me despierto sintiendo una sensación cálida en mi pecho y el calor corporal que desprende Erik al lado mío. El sol que entra por la ventana, me da de lleno en los ojos, obligándome a cerrarlos de nuevo para acostumbrarme a la luz. Su brazo me rodea la cintura y, queriendo no despertarlo, con mucho cuidado lo aparto de encima de mí para poder salir de entre las sabanas y separarme un poco de su cuerpo. Aun que no quiera marcharme de su lado, tengo que volver a poner mi cabeza en movimiento y sé que cerca de él no podré hacerlo de lo a gusto que estoy entre sus brazos. 

Hacia tiempo que no dormía tantas horas del tirón. Durante toda esta semana que los terrores nocturnos me visitaban día si y día también, no había podido conciliar el sueño más de seis horas seguidas. Pero gracias a él, me ha permitido dormir y recargar las pilas. 

Me levanto de la cama buscando por el suelo mi ropa o mi pijama que me quitó anoche sin mucha ceremonia. Solo pensar en lo que hicimos mi cuerpo vuelve a calentarse. Me visto en silencio mientras lo observo desde arriba. Está durmiendo boca abajo y puedo ver en su rostro una expresión de paz y de tranquilidad que cuando está despierto no consigo ver. 

Me doy cuenta de que me he quedado mirándole más de lo que debería y me giro rápidamente en busca de mi queridisimo café mañanero. Tengo que empezar a poner en orden todos mis pensamientos. Mientras me preparo el desayuno me quedo embobada pensando en lo de anoche, en como sus manos recorrían todo mi cuerpo, con adoración, con fragilidad, como si me pudiera romper y como las mías no podían dejar de acariciarlo. Todo el deseo del mundo reflejado en sus ojos... y sus labios... buff. Si sigo pensando volveré a la habitación y lo despertaré a besos. Pero esto no puede volver a pasar. Creía que si nos acostábamos esta tensión, estos escalofríos que me recorren todo el cuerpo cuando me toca o cuando está cerca, desaparecerían, pero me equivoqué. Ahora quiero más y eso no puede ser. Se supone que mi primera regla era no repetir nunca con ningún tío y anoche lo incumplí. 

Me tapo los ojos con las manos mientra me apoyo en la encimera de la cocina con los codos. ¿Ahora que hago? ¿Le digo que se vaya? ¿Se irá él? ¿Querrá quedarse?. Normalmente nunca he tenido ningún problema en echar a un chico de mi piso después de acostarnos, pero con Erik... es diferente. No sé si es porque no quiero darle una mala impresión de mí, de que soy una cualquiera. Me bebo de un trago lo que me queda de café sin percatarme que alguien ha entrado en la cocina.

Sacándome de mis pensamientos y volviendo a la realidad, noto unos brazos rodearme la cintura desde atrás y un beso delicado en mi hombro izquierdo. Mi corazón se para un segundo para luego continuar bombeando sangre mas rápido. ¿Qué debería hacer?.

-Buenos días.- me dice cerca de mi oído. Mi mente se pone alerta. Esto no es normal, debería decirle que esto no puede volver a pasar, que quiero pero no quiero estar con él. Vale, tengo que ser bipolar, pero cuando dos partes de ti luchan entre ellas es muy difícil aclararse.

-Buenos días.- consigo decir. Salgo de entre sus brazos con la excusa de llevar el baso a la pila y así poner un poco de distancia entre nosotros. Me apoyo en la encimera de la cocina y doy un pequeño suspiro mirando mis pies, no queriendo enfrentarme a su mirada que está observando todos mis movimientos.

-¿Qué te pasa?- pregunta Erik con el ceño fruncido mientras cruza sus brazos delante de su pecho. Ahora que me doy cuenta solo va en bóxer y esa visión me hace las cosas mas difíciles. 

-Nada.- miento.- ¿Quieres café?- digo para cambiar de tema.

-Si, gracias.- y se sienta en una banqueta. Mientras preparo su desayuno guardamos silencio y mi mente va a mil por hora.- ¿Qué ocurre?.- vuelve a preguntar mientras le coloco la taza del café, el azucarero y una cuchara delante de él. Suelto todo el aire que estaban conteniendo mis pulmones y que no me había dado cuenta.

-No deberíamos ...- me callo al notar como un nudo se crea en mi garganta. Le miro a los ojos cogiendo fuerza de cualquier parte de mi cuerpo.- No tenia que haber pasado nada.- él levanta una ceja.

-¿Te arrepientes?- me pregunta mientras le da vueltas a su café y se lo bebe de un trago. 

-No, que va. Es que...- no se que decir, esto esta siendo mas duro de lo que esperaba. No se ni lo que quiero, pero el miedo a que me vuelvan a hacer daño puede conmigo.- Me caes muy bien, me gusta estar contigo, pero...

-¿Pero...?

-Pero no quiero que confundamos las cosas. Lo de anoche estuvo muy bien, de verdad.- en mi mente se oían un montón de voces. Unas decían: ¡¡PARA!! ¡¡PARA!! ¡¡PARA!!; otra: ¡¡NO!! ¡¡NO!! ¡¡NO!! y otra: ¡¡ESTAS LOCA!!. Pero a la única que podía hacer caso era: Mejor ahora que cuanto mas tiempo mas destrozada estarás. Intento dedicarle una sonrisa sincera pero sé que no llega a mis ojos porque no es lo que realmente quiero.

-Muy bien.- dice al fin después de estudiar mi rostro. No puedo evitar que mi expresión cambie a una de sorpresa. Me esperaba alguna reacción, no sé. Que intentara hacerme cambiar de opinión, que insistiera un poco (como a todas las mujeres nos gusta que hagan), incluso que se enfadara conmigo. Pero no que se lo tomara tan bien. Como si yo hubiera dicho lo que él tenía miedo de decirme por mi reacción. Le he quitado la obligación de poner límites después de lo que ha pasado esta noche.

-Me alegro de que lo entiendas.- le digo intentando parecer fuerte y que no note que esta especie de "ruptura" me está afectando un poco.

-Seremos amigos.- dice encogiéndose de hombros. Se levanta y se dirige a mi habitación, supongo que para vestirse. No le sigo, me quedo de pie en la cocina esperando que vuelva. 

Nos despedimos en mi puerta con un simple "nos vemos" y me vuelvo a quedar sola en mi pequeño apartamento con todas mis ideas desordenadas. 

Se que esto es lo mejor. Se que debería ser así. Pero un pequeño pinchazo en mi pecho cuando lo vi salir por mi puerta me hizo darme cuenta que estaba empezando a sentir cosas por él que no debería. A si que lo mejor es cortar esto de raíz, como lo llevo haciendo estos tres últimos años. 

Estoy un poco enfadada por su reacción. Sé que ha reaccionado bien según mi propuesta pero eso me ha dado a entender que lo único que buscaba era esto, una noche de sexo sin obligación, sin nada de compromiso y luego adiós y muy buenas. Si se lo ha tomado tan bien es porque lo que yo creía que estaba sintiendo por él no es reciproco. Qué él, después de conseguir lo que quería, ya no le importaba tanto conocerme. Cada día  me queda más claro. Todos los hombres son iguales. 

Que Empiece El Juego (1º bilogía Juego) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora