9.

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—Aria tomó el cuchillo entré sus manos, presionando de este rápidamente hizo descender este mismo con fuerza, clavándolo sobre el pecho de su víctima...

— Lo mató... — Murmuró él.

— Si, así es... — Añadió Rachelle mientras cerraba el libro y lo dejaba sobre la mesa frente al sofá en el que estaban sentados.

— ¿Crees que la atrapen?

— No podría responderte esto, ya leí el libro y se que es lo que pasará.

— Tu.. Tu no eres una asesina esquizofrénica en secreto ¿o si? — Preguntó sonriendo de lado. Ella notó como él jugaba con sus propias manos.

— Si, lo soy. Pero a diferencia de Aria, yo no entierro mis víctimas en el patio trasero. — Ella se acercó a el, tomando sus manos. Estaban uno frente al otro sobre el sofat, dentados como indios. — Yo lanzo los cuerpos al rio.

Él dejó salir una pequeña carcajada al escuchar su supuesta confesión y negaba con la cabeza. Ella se limitó a sonreír admirando la auforia en la risa de su amigo.

— Ya, ¿de que te ríes tanto? — Preguntó ella.

— Por tu voz, me imagino a una chica tierna. Y si eres así, apuesto a que no matarías ni una mosca o quizás si, pero luego la llevarías al veterinario para que le den primeros auxilios y resucitarla.

Nuevamente el chico rompió en carcajadas, ganándose un golpe de puños sobre sus hombros por parte de su amiga.

— Calla o serás mi siguiente víctima.

— Apuesto a que eres más pequeña que yo. Te dominaría en segundos y eso que soy ciego.

La chica suspiró mientras se podía de pie. Edward sintió la ausencia de su peso sobre el colchón del sofá.

— Te pusiste de pie. — Murmuró. Ella lo miró un tanto extrañado ante su comentario.

— Si... ¿Como lo sabes?

— Estoy aprendiendo a sentir las cosas, para saber lo que sucede a mi alrededor, por eso me permiten salir a la calle solo, se cuando un auto se acerca o no.

— Como la niña de esa serie... Avatar, la niña que controla la tierra. Ella ve a través de sus pies. — Dijo ella.

— Acabas de compararme con una chica, pero si, algo así. Solo que se diferencias los movimientos con todo mi cuerpo, desde mis pies hasta mis oídos.

— Entonces ya no podré escapar sin que lo sepas. — Mencionó ella con sarcasmo de forma divertida.

— ¿Querías escapar?

— No... No quería escapar, pero si te informo que ya me voy.

— ¿Y si no quiero que te vayas? — Preguntó él.

— Solo dímelo. Dime que no quieres que me vaya y me quedaré aquí para ti.

El joven chico parecía pensar en una respuesta ante lo que ella había dicho.

— Eso fue terriblemente cursi. Ve a disfrutar con tu amiga, creo haces mucho en venir aquí y soportar a un ciego.

La castaña rió con sarcasmo volviendo a tomar asiento frente al chico que parecía no querer admitir que necesitaba de su compañía.

— Prometo que volveré mañana para leer el siguiente capitulo. — Murmuró llevando una de sus manos sobre el hombro derecho de Edward.

— Y yo prometo estar aquí para escucharte, mi chica de hermosa voz.

Rachelle sonrió mientras se ponía de pie nuevamente, acomodando el bolso sobre sus hombros.

— Dejaré el libro aquí, por si tu hermana quiere leerlo para ti.

Ella se inclinó hacia el depositando un corto beso la mejilla del chico, este se limitó a sonreír ante el gesto de su compañera de historias, despidiendose de esta manera.

Sin decir nada más, Rachelle caminó hacia la puerta y salió de la casa cerrando la puerta detrás de ella. Presionó la correa de su bolso con nerviosismo, ni ella comprendía porque se sentía de tal manera, pero le agradaba.

Una vez dentro de su auto ya, un fuerte suspiro salió de sus labios. Era increible como las cosas podían cambiar en poco tiempo, después de haber humillado a un chico ciego y haberse humillado ella por la misma razón, ahora salia de su casa después de haber leído un capitulo más del que hora es su libro favorito.
Sin poder evitarlo, una pequeña sonrisa se dibujó sobre sus labios mientras arrancaba el auto y comenzaba a conducir alejándose de aquel lugar rumbo al centro comercial.

Edward podría representar un nuevo capitulo en el libro de su vida.

El haber regresado a Nueva York no fue una decisión fácil, pero era su hogar, aunque lo había abandonado por dos años.

Escribir era lo que ella amaba, lo que le inspiraba a sentirse importante, sentir que era bueno algo. Tomar inspiración de las pequeñas cosas que te regala la vida es lo que mejor hace. Y ahora, la vida le había dado una muy buena inspiración.

Leer para un ciego, nada humilde, sarcástico y a veces odioso. Ese era un reto, aunque apenas comenzaba. La curiosidad de Edward le hacia recordar a ella años atrás, cuando apenas veía un libro y ya corría hacia el para adentrarse en sus páginas.

Tener la oportunidad de obtener una beca en una de las mejores universidades de reino unido era como un sueño, solo debía escribir esa historia a impresionarlos. Debía encontrar algo que los demás no se esperen, una historia que todos quieran leer, ella quería enmarcar su pasión en un libro y ahora estaba en su mejor momento de inspiración.

Podía lograrlo, después de todo... Escribir un buena trama es todo un reto, pero leerla y darte cuenta de la gran historia que creaste te da la mejor sensación de satisfacción que puede existir.











N/A

¡Al fin actualicé! ¡¡LA HISTORIA LLEGÓ A 1K!! Ustedes son l@s mejores.
Estaba pensando en crear un grupo en whatsapp para avisarles cuando haya una nueva actualización. ¿les gustaría?

Todo el amor.

N. xx

¿Me leerías un libro?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora