Capítulo 3.

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Noviembre 2004.

No me había dado cuenta, pero desde que regresaste me sentía vivo otra vez, como aquel Jos de ocho años que solo se preocupada por jugar, de estar contigo.

Había algo que llamó mi atención: tu mamá ya no estaba, pero no quería preguntarte porque temía incomodarte.

Te gustaba que saliéramos los viernes a medianoche en el antiguo carro que mi papá me había dado por mi cumpleaños, me pedías que fuera a toda velocidad por que te gustaba sentir la adrenalina en tus venas.

Te gustaba que saliéramos los viernes a medianoche en el antiguo carro que mi papá me había dado por mi cumpleaños, me pedías que fuera a toda velocidad por que te gustaba sentir la adrenalina en tus venas

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Y no me oponía por que me fascinaba verte sonreír mientras sacabas tu brazo intentando imitar el movimiento del aire.

Era como si siguiéramos siendo aquellos niños aventureros pero ahora haciendo cosas más interesantes.

El que decías era tu padrastro siempre te esperaba para regañarte por salirte a medianoche, y era gracioso por que seguías haciendolo de todos modos, tu padrastro decía que yo era la mala influencia cuando eras tu la que me obligaba a sacar el auto los viernes.

Pasabas las tardes de los sábados comiendo las galletas de mamá que tanto amabas, mientras veíamos películas en mi cuarto. Mi mamá te adoraba demasiado, hasta me atrevería a decir que como una hija.

Cuando regresaste pasábamos la hora del almuerzo juntos, solo nosotros. Pero se comenzaron a juntar con nosotros unos amigos tuyos, y unos míos, no lo niego, era agradable.

Había un chico que no me gustaba que estuviera con nosotros: Freddy, un chico alto con cabello rizado. Pero no decía nada por que era tu amigo, y se veía que te gustaba.

Tenías una extraña manía de ver mis pestañas, decías que eran demasiado largas y tupidas, en broma me decías que me envidiabas, a la vez que me decías que tú las deberías tener como yo por que eres chica y te ahorrarías el proceso de arreglarlas, mientras que yo como chico no las necesito.

Alagabas demasiado mis ojos. Pero los tuyos son los más hermosos.

Callie, eres hermosa; tu sonrisa tierna cuando te cuento chistes para hacerte reír y solo logro quedar en ridículo.  La forma en que tu mirada cambia cuando hablas sobre temas que te interesan.

De eso me había dado cuenta en ese mes, y también me di cuenta de que tal vez, solo tal vez estuviera enamorado de tí.

This Town. × jos canela ×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora