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Tengo el permiso de la autora original para traducir esta historia.


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—Tendré una fiesta esta noche y te quiero fuera de la casa.

Seung Hyun miró a Francis como si fuese un alienígena que había aparecido de la nada en su cocina y le había ordenado que se marchare. A su hijo no parecía importarle, la confianza estaba presente en su rostro mientras se recargaba en el marco de la puerta con una enorme sonrisa. En ese instante, Seung Hyun quiso volarle los dientes.

—¿Perdón?

—Me escuchaste. Yo, fiesta, tú fuera en la noche. Es bastante fácil de entender cuando lo piensas lo suficiente.

—No me vas a sacar de mi propia casa —Seung Hyun dijo, apartándose de los huevos revueltos que había estado tratando de preparar desde hacia diez minutos. Cinco huevos después y seguía lejos de lograrlo—. Y menos a unas pocas horas de tu fiesta, que no va a suceder, por cierto.

—Entonces, ¿hubieses salido de la casa si te lo hubiese dicho ayer? —Francis preguntó con recelo pintado en el rostro. Seung Hyun sintió la urgencia de reír por lo estúpido que el chico podía llegar a ser, pero se dio cuenta de que sólo los llevaría a una pelea. La comunicación entre ambos seguía siendo realmente miserable incluso después de pasar casi una semana completa en la misma casa, y Seung Hyun no podía siquiera contar los momentos en los que tuvo que detenerse a sí mismo de hacer comentarios rudos.

—No —respondió sonriendo—. No le dejaré toda mi arte y mis botellas a un adolescente y sus amigos.

—Olvidaste tu cama y tus condones —Francis le devolvió la sonrisa y Seung Hyun sintió que la cena regresaba a su boca. Sintió la urgencia de correr a su habitación y revisar que ningún condón faltase, aunque no era como si realmente los usase. Tal vez sería mejor que Francis los tomare y les pusiere en uso si iba a follarse a alguien. Seung Hyun tenía suficientes problemas, no necesitaba un nieto igual.

—Aléjate de mi habitación, Francis —dijo en un tono serio—. No quiero a ningún adolescente desnudo en mi cama.

—Tú podrías tener un poco de acción por tu cuenta, Seung Hyun —Francis se mofó, su voz goteante de sarcasmo al pronunciar su nombre—. ¿Y si tuviese una amiga realmente sexy, tetas grandes, buen culo y muslos gruesos? ¿Acaso no la quisieres desnuda sobre tu pene?

—Para —Seung Hyun gruñó, cerrando los ojos. No sabía porqué el hecho de que su pene no hubiese siquiera reaccionado ante la imagen mental le molestó; no era como si estuviese hambriento de chicas de dieciocho años—. No tienes permitido decirle ese tipo de cosas a tu propio padre, ¿entiendes? Te guste o no, pero estás bajo mi custodia ahora así que me respetarás. ¿Quieres tener una fiesta? Entonces ten una fiesta. Pero yo no me iré de mi casa esta noche.

—¿Alguna vez fuíste joven? —Francis dijo en un tono molesto—. ¿Cómo se verá que mi puto padre esté en la casa?

—Lenguaje, niño. Y no me importa cómo se verá. Puedes tener la fiesta conmigo aquí o no tenerla.

—Dios —Francis gruñó, alejándose del marco de la puerta. Su mirada fija en la sartén que Seung Hyun seguía sosteniendo—. Desearía que nunca hubieses metido tu pequeño pene en mi madre. Jodidos asiáticos, no pueden hacer nada bien. Tus huevos se están quemando, por cierto.

Seung Hyun no dijo nada a eso. En cambio, corrió hacia el lavaplatos para tirar la sartén caliente ahí. Quería responder, recordarle a Francis acerca de su amigo que resultó ser asiático igual, pero se mantuvo en silencio. Tal vez Ji Yong -¿por qué Seung Hyun recordaba su nombre?- sabía todo acerca de la vida de su hijo porque Francis pensó que era un idiota y no pensó que sería lo suficientemente inteligente como para contarle de eso a alguien. Al mirar detrás suyo, la puerta estaba vacía y no había rastro de Francis. Seung Hyun no lo escuchó salir pero incluso si lo hubiese hecho, no le hubiese importado. A penas lo había tenido ahí por cinco días, y Seung Hyun ya había tenido suficiente. No tenía idea de cómo sobreviviría otros veinticinco días más.

Yes, DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora