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Tengo el permiso de la autora original para traducir esta historia.

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La escuela aterrorizaba absolutamente a Seung Hyun. Todos los peores recuerdos de su vida estaban conectados con los pasillos de la preparatoria y las filas de casilleros le estaban explotando el cerebro. El lugar era un infierno. No sabía si algo había cambiado desde hacia veinte años cuando él era un estudiante, pero juzgando lo que Francis hacía y lo que había visto apenas entrando al edificio, no había muchos cambios. El ruido proveniente de cada salón le recordaron lo ruidosa que la escuela siempre había sido y le golpeó directamente en la cabeza, provocándole un dolor. Hizo una mueca, presionando sus dedos en su sien como un hábito. Las clases todavía se estaban dando y Seung Hyun no quería saber lo doloroso que sería el descanso. Ya estaba acostumbrado al constante dolor en la parte trasera de su cabeza, el persistente recordatorio de que todavía no estaba bien, pero era soportable si tenía silencio y paz. Ahora, no tenía ninguna de las dos mientras caminaba a través del pasillo, sabía que sólo se haría más grande. Ya podía ver el aula de clases donde tendría que entrar; sólo no sabía si estaba listo para abrir la puerta y encarar sus responsabilidades. Y con responsabilidades, no se refería a Francis, incluso si igual era parte de esto. Había un más grande, más importante asunto a lado de su deber de escuchar acerca del mal comportamiento de su hijo.

Ji Yong iba a estar ahí. Ji Yong ya estaba ahí, detrás de la puerta cerrada, probablemente divirtiéndose y siendo parte de los gritos audibles fuera de los salones. Seung Hyun no estaba listo para encararlo. La simple mención de su nombre le estaba poniendo lo suficiente enojado como para que puntos negros nublasen su vista. No estaba nada preparado para verle en persona. ¿Qué iba a hacer si Ji Yong lucía feliz? ¿Podía ser ese el caso, que el chico lo hubiese sacado de su vida por un bien y estuviese pasándola bien sin él, mientras Seung Hyun estaba lentamente perdiendo la cabeza? No podía dejar a su ira tomar el control de sus acciones en medio de su conversación con la maestra de Francis, tal y como no podía permitirse llorar. Podía golpear la pared después de abandonar el salón, pero no antes de eso. Tal vez sería mejor si no golpeare a Ji Yong igual.

No supo cuánto tiempo estuvo parado frente a la puerta. Podía fácilmente escuchar la voz de la maestra viniendo del otro lado y suspiró, sintiendo su ansiedad tragándole de nuevo. Odiaba pararse frente a cualquier grupo de personas, en especial adolescentes. No estaba preparado para entrar y simplemente comenzar a hablar. Le mirarían. Le miraría. Pero Francis necesitaba esto, su futuro se balanceaba justo frente a Seung Hyun para que decidiere entre finalmente hacer algo bien y ser un buen padre o acobardarse. Nuevamente suspiró, tragando saliva y alzando su diestra. Era ahora o nunca. Tocó, tan fuerte como pudo, y empujó la puerta sin esperar por una respuesta. Un segundo más y huiría de ahí.

Seung Hyun se concentró en la maestra, en vez de en la clase a su izquierda. Las voces pararon, el sonido se murió y le dio la bienvenida a un silencio sofocante y al menos un par de veinte ojos comiéndole vivo. La maestra, por otro lado, sonrió gentil a su dirección.

—Choi Seung Hyun,— murmuró, forzándose a sí mismo a devolver la sonrisa. Ella se veía buena; muy joven, energética, con pasión en sus ojos. Parecía la maestra perfecta lo cual sólo hizo a Seung Hyun tenerle más lástima. —Me pidieron que viniere hoy para hablar acerca de mi hijo.

—Ah, Sr. Choi, ¡sí, claro!— rio levemente, extendiendo su mano. Él la tomó sin vacilar, sacudiéndola ligeramente. No pudo evitar notar lo pequeñas que eran sus manos a comparación de las propias. Le recordaron a otra persona y su vista se fijó en la clase por un par de segundos. —Por favor, señor, siéntese, hablaremos en un segundo, sólo les daré unas indicaciones a los alumnos. 

Seung Hyun asintió, dejando que su mano cayese a su costado. Ni siquiera le echó una mirada. Su atención ya estaba puesta en el pupitre cerca de la ventana. Le miró, obviamente, ignorando a Francis quien estaba sentado dos filas a la izquierda y sólo se fijó en la vista del tintado, blanco cabello cubriendo la superficie de madera de la mesa. Ji Yong estaba ahí, y estaba dormido. Profundamente dormido. Seung Hyun ya estaba familiarizado con la forma en la que su cuerpo se miraba cuando dormía y por la posición sabía que debía estar realmente exhausto; y herido, probablemente, basándose en la forma en la que sujetaba su brazo. Seung Hyun sintió su garganta contraerse.

Yes, DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora