Capítulo 6

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La carretera es la más desierta que vi hasta entonces. Bueno, no es que saliera mucho de la ciudad, pero todos los pueblos que había visitado a los alrededores tenían pavimento. Llegué a la conclusión de que no era un lugar por el que pasara mucha gente. 

Ya era de día, y seguía en la misma posición que la noche anterior. Era mi forma de decir que no tenía ni la más mínima ganas de hablar con alguien; ni con Claus, ni Johnson ni el tipo que todavía no sabía su nombre. Bueno, apenas nos conocíamos, y la mayor comunicación que tuvimos fué de ellos sacándome de mi casa por la fuerza, y la charla con el tipo ese, claro.

No hay mucho para describir del viaje: carretera vacía y silencio son las palabras que resumen el trayecto de dos días. Excepto por uno: íbamos conduciendo y a nuestra derecha viajaban varias personas en una casa rodante bastante gastada, a simple vista. Mis chóferes se alarmaron un poco por el hecho de que transitaban la misma ruta que nosotros, pero al ver que no presentaba riesgo alguno, se tranquilizaron.

Llegó la noche del tercer día. Mis ojos se volvieron pesados alrededor de las 10 pm. De pronto, tuve un sueño. No, un recuerdo que volvió a mi mente durante ese instante: Estoy siendo sacado de mi casa; Kate me mira desde adentro, llorando; Fernando se me acerca a mí y me da algo en la mano...

Me despierto casi sobresaltado y veo mi mano: no está ahí. Comienzo a buscar por el asiento y al no encontrar nada, sigo con el suelo. De repente, mi mano toca algo. Lo agarro y lo levanto hacia mi mirada, donde lo aprecio con detalle: Es un collar de cuero, pero no de esos baratos que consigo en los puestos ambulantes, este parece bien resistente. Recorro el lazo hasta llegar a lo que está colgado al final de éste. Al principio no lo reconozco, pero luego los recuerdos de los viejos libros de la biblioteca me hacen recordar: Un cohete. 

Pero no cualquier cohete: Es el Saturno V, el cohete que permitió al hombre llegar a la Luna.

El cohete desechable de tres fases me crea un nudo en el corazón inmenso, tanto que quiero llorar, pero no lo hago: estoy entre las personas que supuestamente me salvaron la vida (digo supuestamente porque quizás solo me quieren como conejillo de indias para probar sus armas nuevas... digo nada mas). No quiero incomodarlos con mi llanto. 

Pero algo recorre mi mente. Algo quiere salir de ahí. Pienso en la forma mas sutil de sacarlo. Y quiere salir ya. 

-Creo que es hora de que me den algunas explicaciones.- digo, seco. Muy seco y firme, lo cual no quería, pero no me concentro en mis errores y dejo que hablen.

-Ya era hora de que lanzaras algún sonido que no fueran tus ronquidos.- me dice Claus. Está hablando algo bajo. Me percato de que Johnson está dormido en el asiento delante mío.

-Yo no... ronco.- respondo incómodo.

-Dime algo que sea verdad.- me dice sarcástico. -Bueno, ¿Por donde quieres comenzar?.- su tono se vuelve un poco más serio.

-Lo principal: El Qué pasó en Moscú, y el porqué esos aviones soltaron bombas sobre la ciudad.- noto que mi voz comienza a temblar conforme formo las palabras en mi boca.

-Bueno, hasta donde sabemos fueron los estadounidenses. Supimos del ataque dos días antes gracias a espías que tenemos allí. Al parecer alguien les dió información de que nosotros íbamos a atacarlos a ellos primero por motivos que desconozco.

No trato de asimilar nada de lo que me dice, tengo tiempo de sobra para eso mas tarde. Ahora solo quiero hacer las preguntas correctas y recordar lo que me dice.

-¿Porqué me sacaron de la ciudad? .

-Inmediatamente cuando se supo del inminente ataque, el gobierno se puso a evacuar a personas importantes, como ministros, presidentes, alcaldes, etc. Además de expertos en varias áreas, como biólogos, ingenieros, y así. Tu nombre figuraba en la segunda lista. Se nos ordenó a nosotros solos evacuarte.

No asimiles, recuerda Matt. Algo me pica dentro de mi subconsciente. Me cuesta unos segundos formular la pregunta pero lo hago:

-¿Fernando y Kate sabían de esto?

-No lo sabemos. Nos impresionamos mucho al ver que no opusieron resistencia en raptarte de esa manera.- dice el tipo que que maneja. Juro que voy a preguntarle su maldito nombre cuando acabe la entrevista.

-Ok.- respondo.- Y ¿Ahora qué? ¿Vamos a viajar por la eternidad en esta carretera?

-Para tu fortuna, no. Nos dirijimos ahora a un búnker ubicado en... -se queda unos segundos pensando.- agh, demonios ¿Cómo era la palabra? ¿Cobaya? .-pregunta perdido.

-Córdoba.- responde el tipo.- Es una región ubicada en el centro de la República. Se supone que deberíamos llamarla Petesburgo, pero todos prefieren el antiguo nombre. Curioso ¿No?.

Ok. Creo que ya puedo asimilar todo, pero se me olvida un detalle:

-Perdón, no tuve la oportunidad de oír tu nombre ¿Cómo te llamas?

-Dan.- me responde.- O si prefieres, Danubio, pero yo que tú preferiría Dan.- tiene una ligera sonrisa en su boca.

Me río levemente.- Ok, Dan.- remarco su nombre en forma burlona.- Creo que fué suficiente información por hoy. Me voy a dormir.

-Ok, buenas noches.- me responde Dan.

Cierro los ojos. Hoy no tengo ningún sueño perturbador. Solo paz, producto del cansancio que tengo de siempre mirar el mismo paisaje por dos días.



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