Empieza un nuevo día, pero a decir verdad no es tan nuevo para mí. Siempre hago lo mismo, o sea que no habrá nada nuevo. O eso quiero pensar.
Ya tengo veinte años y sigo siendo esa niña terca de unos dieciséis años que no cambió para nada. Mi cabello sigue largo como siempre. Parece que ya no crezco y a penas mido 1'65 metros de alto. En cuanto a mi rostro... Tal vez cambié un poco, pero solo un poco. Lo único en lo que he cambiado es que ahora soy un poquito más paciente que antes, pero solo un poco... Sí, "paciente"...
— ¡No!¡Así no puede ser! — digo mientras tiro un papel arrugado con otra de mis ideas planeadas y miro mi desordenada habitación que está llena de papeles y lápices por todos lados, a parte de todos los envases de fideos instantáneos que hay por toda mi cama.
Miré el calendario, marcaba el día dieciséis de diciembre, el día en el que iría a mi pueblo de origen para visitar a mi familia; cosa que hago cada vez que puedo. Luego miré el reloj que marcaban las diez de la mañana, tendría que prepararme en unas dos horas después, ya que cogería el metro de las dos de la tarde. Entonces tengo tiempo para poder escribir el guión de mi... cosa, manga, cómic o como quieras llamarlo. Así que eso hice, empecé a escribir todo lo que se me ocurría por la cabeza. Eso hice hasta ver en el reloj marcar las doce; ya pasaron dos horas.
Me fui al baño para prepararme, no antes de elegir que me pondría. Me recogí el cabello en un moño y me puse una camisa gris y unos pantalones negros. Hacía frío así que me puse mi abrigo blanco y la única bufanda que tenía, del mismo color por cierto. Ya que estaba lista, tenía que hacer mis maletas para pasar el tiempo en ese sitio. Debía quedarme unas dos semanas allí, una pesadilla, pero no podía hacer nada más que aguantarme.
Luego de llenar la maleta de ropa y tonterías varias, pude ver cuánto tiempo me quedaba de descanso. Lamentablemente no pude descansar porque ya eran casi las dos de la tarde, no sé como se me pasó el tiempo tan rápido. Tuve que salir pitando de allí, salí de mi departamento y bajé las escaleras ya que pensé que iba a ser más rápida haciendo eso.
Una vez fuera del edificio, corrí lo más rápido que pude hacia la estación. Por suerte no perdí el metro, pero me quedé sin asiento y pasé casi todo el viaje de pie. Ya que cuando salían, entraba otro y se sentaba quitándome el sitio.
En medio del viaje, cuando por fin me pude sentar, un chico que me resultaba familiar se sentó a mi lado y empezó a leer un libro con bastantes páginas. Me resultó un poco extraño que uno de su edad estuviese leyendo un libro tan grande, pero también me parece bien que lea tanto. En fin, todo el viaje fue un aburrimiento ya que no pasaba nada y no tenía nada que hacer para entretenerme. Pero me fijé en una cosa, delante mía pude ver a una mujer que destacaba mucho entre la gente.
Era una mujer muy bella, su pelo rubio y brillante se movía cuando el viento rozaba su cuerpo, que era una figura perfecta. Era perfecta para dibujarla en mi cómic, ella sería una estupenda modelo, solo si yo fuese una buena dibujante, pero este no es el caso.
Al final del viaje pude observar a esa hermosa mujer delante mía. Era alta, pero solamente por llevar esos típicos tacones que medían unos diez centímetros, bueno, tal vez exagero; pero si eran tacones bastante altos, los que no soy capaz de llevar ya que me caigo de lo exageradamente altos que son.
En fin, salí del tren rápidamente para no quedarme allí esperando mucho tiempo para que todos saliesen. Al salir pude ver a mi madre y a mi hermano pequeño sentados en un banco de la estación. Yo solo me limité a saludar con la mano y una sonrisa cuando me vieron.
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¿Tengo oportunidad?
RomantiekHoy, nuestra querida protagonista nos contará todo lo que ha vivido durante sus veinte años. ¿Habrá llevado una vida normal como la de todos? Obviamente no. Nos contará sobre sus dificultades, problemas, amores, en fin: nos contará absolutamente to...