Marinette

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Han estado hablando por casi media hora, comiendo caramelos. Hablar con Chat siendo Marinette es divertido, y no se desespera tanto porque los coqueteos del atrevido Chat están al mínimo. Incluso Marinette le ha enseñado su libro de diseños. Chat le dijo que tiene un gran talento, lo cual le hizo acordarse del comentario de Adrien.

—Quiero recompensarte por esta noche.

¿Recompensarle? El comentario de Micifuz le toma por sorpresa.

—¿Qué? ¿Cómo? —ella ladea la cabeza.

—Es una sorpresa. Ven.

Él le extiende la mano para que se levante. No entiende muy bien a qué refiere Chat con "recompensarla".

El rubio abre la ventana y se asoma, meneando la cabeza por todos lados. Se sube al barandal y le estira una mano.

—Súbete encima de mí. Agárrate de mi cuello. —indica él tomando su bastón plateado de la espalda.

¿Qué se suba a qué?

Abre los ojos como platos. Vaya, cualquiera que sea el plan de Chat Noir no le da buen augurio.

—E-está bien. —hace lo que le pide, temblorosa. Se resbala un poco, pero vuelve a intentarlo y lo logra.

—¿Cuál es tu plan, gatito? —interroga.

—Ya lo verás. No me sueltes. Sostente bien.

Noir alarga su bastón, y en un abrir y cerrar de ojos, salta.

Madre santísima de las mariquitas.

Marinette siente como se le encoge el estómago al caer, pero Chat es bueno andando por el cielo. Ella lo sabe bien.

Saltan de techo en techo. Ella se siente tan ligera y pesada a la vez. Está sintiendo un mar de emociones y sacudidas dentro de sí como la primera vez que se columpió por los aires, pero es mucho más fuerte, porque en este momento ella no es Ladybug, es torpe y no tiene un yoyo que la mantenga arriba. Lo único que puede hacer es agarrarse fuerte de Chat para no caer.

—Llegamos. Ups...

Con tanto alboroto, el peinado de Marinette se ha arruinado. Ella quita la liguita que queda y su cabello cae en ondas por sus escuálidos hombros. Para la muchacha, las delgadas tabletas de metal de la torre se tambalean por debajo de sus pies. Se marea un poco, por lo que Chat la sostiene de la cintura.

—Lo siento. Soy torpe. —se disculpa.

—No te preocupes. Ya te tengo.

Los dos se sientan. La vista de París desde la torre Eiffel es espectacular. Miles de lucecitas parpadean ante los ojos de Marinette.

—¡Mira! ¡Ahí está el árbol de Navidad! —le señala el gato. Ella tiene los ojos muy abiertos.

Hablan durante varios minutos de las cosas que ven, contemplando el paisaje.

—Gracias por esto. Es una vista increíble. —agradece la peli-azul.

—No, gracias a ti. Si no hubieras estado conmigo seguiría perdido por ahí. Sólo quería devolver un poquito de lo que me has ofrecido hoy.

Algunas campanadas se hacen presentes, llamándoles la atención.

—¿Escuchas eso? —Chat mueve sus orejas de gato.

—¡Sí! Ya es Navidad.

Los fuegos artificiales se elevan por encima de ellos casi inmediatamente. No se encuentran tan lejos del parque central.

—Feliz Navidad, Marinette. —susurra el minino.

Ella se gira y verlo, y sonríe, complacida.

—Feliz Navidad, Chat Noir.

Su corazón le da un vuelco al mirar los brillantes ojos de su compañero. Nunca los había visto así antes.

Ella busca actuar con claridad. Su cabeza es un completo manojo de emociones encontradas. Entonces se da cuenta que, por ahora, no puede estar más que para los alucinantes ojos del chico que está a su lado.

Aunque sea por esta noche.

Fin


Navidad En París [Sin editar].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora