➣有罪の(Culpable).

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❃   Con muletas en ambos brazos, Karma recorrió el extenso pasillo de aquellos quienes habían sido ingresados de urgencia, creyendo que encontraría al culpable de su desgracia. Okuda le pisaba los talones, siguiéndolo y ayudando a disculparse por todo el alboroto que él causaba. Como doctora, era lo menos que podía hacer para ayudar a su paciente.

   No habían sido los únicos ingresados esa noche; aún así, era difícil encontrar al individuo que Karma tanto detestaba en esos momentos. Rendido, Okuda se encargó de acompañarlo hasta su habitación. Cojeaba, y el dolor se hacía más insistente a la hora de caminar, a causa del pequeño momento en el que —sin pretenderlo— reposaba su pie en el suelo.

   Abrió la puerta bruscamente, causando un estruendoso crujir en ésta. No obstante, su mirada chocó con una perfecta figura de una fémina, mucho más baja que él, y de cabellos celestes recayendo a un lado de sus hombros, con sus ojos hinchados y rojizos. Le dirigió una mirada extrañado, y con total desinterés, hizo referencia a la dama frente a él.

—¿Qué haces aquí?—preguntó arisco, avanzando rápidamente hacia su cama. Okuda lo persiguió, e hizo una rápida reverencia antes de continuar con su camino. A un lado de la cama, Karma tiró sus muletas sin cuidado, sentándose en ésta, mientras que con algo de ayuda se acomodaba perfectamente en su lugar. La persona frente a ellos, no emitió sonido alguno. Podía distinguirse —con cierto detenimiento— una pequeña cicatriz sobre su frente, la cual no sería visible desde lejos.—. ¿Y bien?, ¿qué quieres?.—insistió. Él —aunque realmente pareciera una chica— se sobresaltó ante la demandante voz del pelirrojo, con sus labios temblorosos, al igual que sus manos y piernas al momento de acercarse un poco más hacia ellos.

—Yo...—quería decir cuánto lo sentía, y hacerle saber que estaba dispuesto a pagar por ello; que quizás, no le importaba perderlo todo, con tal de poder remendar el error cometido, sin embargo, jamás sería posible.—Soy Nagisa Shiota.—comenzó. Karma arqueó una ceja ante sus palabras, y posteriormente, una reverencia dirigida hacia él, sin subir su mirada hacia su rostro.—Y yo soy el culpable de lo ocurrido.—mencionó con un hilo de voz. Su alma se desgarraba, y sus manos estaban cubiertas de sangre, a pesar de que nada de ello fuera visible para el resto. Akabane sintió la furia recorrer cada célula de su cuerpo, hasta la última fibra de su rojizo cabello, tomando el coraje suficiente para intentar gritarle, sin embargo, la voz del menor lo interrumpió.—¡Realmente lo siento, Akabane-san! Y-Yo... Nunca creí que algo como eso pasaría. Aún así, estoy preparado para cualquier acción que usted tome sobre mí, sin rechistar en lo más mínimo. ¡Haré lo que sea con tal de ser perdonado por usted!.—aquellas palabras sólo incentivaron aún más las ganas de golpearlo hasta la muerte, pero, sabiendo que eso sólo causaría problemas, simplemente se limitó a mirarlo con intenso odio. Nagisa por fin había levantado su mirada, esa que en estos momentos se encontraba llena de lágrimas abriéndose paso en sus mejillas.

—No vengas a disculparte ahora.—su voz se notó inexpresiva, con su mirada penetrante clavada sobre el contrario. Shiota tembló, siendo sacudido por el gran escalofrío que lo recorrió en toda su extensión.—¿Tienes idea de lo que has hecho?, ¡Ella estaba embarazada!, ¡De mí, su prometido!.—escupió junto con toda la amargura que tragó durante el día.—¡Íbamos a casarnos y formar una familia!, ¿siquiera sabes lo que es eso?—sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, más no se permitió soltar ninguna. No cuando la presencia del ser que más odiaba en el mundo estaba presente junto a él.—. No importa cuánto llores, y cuánto pretendas disculparte, nada me devolverá lo perdido.—contestó, con su voz temblorosa disminuyendo cada vez más su sonido. Chasqueó su lengua, posterior a morder su labio inferior con furia. Okuda se mantenía al margen, expectante de las palabras provenientes de ambos, sin salirse de lugar.

—No lo entiendes, yo...—intentó acercarse más, pero Karma elevó su quebrada voz, la cual, resonó sobre todo el lugar.

—Guárdate tus estúpidas palabras para el juez. Ahora, vete de aquí, no te quiero cerca de mí.—Nagisa no contestó; miró con pena al pelirrojo, y de nueva cuenta intentó acercársele.—Has causado mucho daño ya, ¿no crees?. Prefiero seguir discutiendo contigo junto a mi abogado, así que, sé un buen niño, y espera el llamado hacia la corte.—finalizó.❃

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🌈Díganme, ¿qué les parece?🌈

》He did a mistake.《 ⓀⒶⓇⓂⒶⒼⒾⓈⒶDonde viven las historias. Descúbrelo ahora