Capítulo 4 La Práctica

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Era un enorme y hermoso lobo blanco, estaba acostado y estirado a la orilla del riachuelo, tenía la pata trasera cortada y botaba demasiada sangre, parecía que se había atascado en algún lugar y de tanto forzar para salir se cortó la pata.

-¿Estás bien? Te duele bastante ¿verdad?- dijo la chica acercándose al lobo, mientras este levantaba la cabeza un poco, veía a la chica, soltaba un sollozo expulsando el aire y volvía a recostar su cabeza en el suelo

-Calma, tranquilo- dijo la chica con una sonrisa mientras pasaba su mano por el pelaje blanco de aquel animal y este se tensaba para luego relajarse

Elena tomó con una mano un poco de agua mientras abría sus ojos, estos comenzaban a brillar y se concentraba en algo para luego el agua empezara a soltar un poco de vapor y se colocara con un tono un poco rosa. La chica derramó con cuidado el agua sobre la pata del lobo y este soltó un pequeño gruñido ligado con un aullido

-Shhh. Calma, sé que duele y está un poco caliente pero eso te limpiará- dijo ella manteniendo su sonrisa y calmando al lobo

Las hadas le trajeron algunas hojas, todas iguales y ella las enrolló con mucho cuidado en la pata afectada, luego sostuvo la pata e hizo congelar las hojas que le colocó.

-Ya está, no vayas a colocar tu pata en el suelo o te dolerá- dijo, mientras el lobo levantaba su cabeza y se acomodaba.

Cuando vio su pata se movió de manera rápida, la olfateó, miró a la chica y luego volvió a olfatear su pata, parecía sorprendido con lo que había hecho la chica. Se levantó con cuidado, encogiendo la pata afectada, se acercó a la chica, ella se sentó en el suelo, se alejó un poco con nerviosismo, mientras el gran lobo se acercaba y con delicadeza pasó su cabeza cerca de la de ella, para luego irse corriendo de allí.

-Adiós- dijo ella para luego levantarse y correr a uno de los árboles más cercanos mientras lo veía irse

Todas las hadas empezaron a rodearla mientras sonreían y soltaban un sonido como el de unas campanas muy pequeñas. Parecían agradecerle a Elena por lo que hizo.

Yo estaba más que sorprendida, no podía creer que ella había hecho eso, es decir, eso no es normal, bueno nada en este lugar lo es. Quisiera saber qué fue lo que ocurrió en estos 19 años pero creo que lo sabré luego.

Elena solo sonreía y giraba entre las hadas, disfrutando su sonido, miré hacia una colina que estaba lejos entre los árboles y pude observar al gran lobo blanco que miraba con detalle la escena.

Al rato de Elena haber estado allí cantando, danzando y jugando para las hadas, se fue, mientras yo la seguía. Entró al palacio por el mismo sitio que había salido, la mujer salió a recibirla con un buen plato de comida

-Elena, me tenías preocupada. Veo que tu paseo fue bastante bueno, ya que trajiste un nuevo amigo- dijo mirándome. Por lo que me miré y descubrí que ahora era un ave muy pequeña y colorida, a lo que suspiré por dentro

-Sí, me siguió hasta aquí- dijo ella tratando de tocarme pero volé un poco más arriba, escuchando el sonido del metal contra metal.

Me fui en dirección a las escaleras y seguí el sonido, donde pude ver una sala bastante amplia con suelo de arena donde dos jóvenes practicaban con sus espadas, se veían muy entusiasmados, así que me quedé mirando

-¿Cuándo se lo dirás?- dijo uno de ellos

-¿De qué hablas?- respondió el otro

-Sabes de lo que hablo Damián, tienes que decirle antes de que sea tarde-

La Princesa de BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora