La Princesa de Blanco

Capítulo 13 El Pasillo Abandonado

Era Max, quien a decir verdad así de cerca se parecía bastante a Daniel, pero era imposible. Mi cuerpo dolía un poco. Reaccioné rápidamente y me levanté golpeando mi frente con la de él para que ambos colocáramos una mano en ella

-Lo siento y gracias- dije mientras me sentaba en el sofá cama y miraba mi libro en la mesa

-No fue nada, solo fui a buscarte- dijo mientras se bajaba la mano de la cabeza y yo imitaba su acción

-Espera ¿Qué?-

-Necesitaba hablar contigo pero al parecer estás tan ocupada que no tienes tiempo- dijo con un poco de desilusión

-Oye me disculpo por eso pero tienes razón, debo hacer algo importante pero antes de irme ¿Dónde estamos?- dije levantándome, tomando el libro y buscando una salida

-Debajo de la escuela o el sótano como lo quieras llamar. Nadie viene aquí así que acomodé el lugar a mi gusto por eso no me vez a la hora del almuerzo- dijo mientras se acomodaba en el sofá

-¿Creaste este lugar solo para ti?-

-Sí. Necesito mi espacio privado y aquí nadie me interrumpe- dijo como si fuera lo más lógico

-Es genial, bueno ya me voy- dije al ver una puerta con unos escalones hacia arriba

-Eliana si quieres leer a solas puedes venir aquí, prometo no interponerme en tu camino, si estás aquí me iré yo no me acercaré. Sé que no quieres verme pero aun no sé la razón y si no me la quieres decir pues me conformaré con evitarte, aunque me costará hacerlo- dijo cabizbajo

-¿En serio no sabes por qué?- dije un poco seria

-No, no lo sé-

-Aquel día en el comedor cuando Keila me arrojó la comida y todo el mundo se burló de mí, me preguntaste que si estaba bien sabiendo que no era así. Tu pregunta fue como una burla ante mí en ese momento- dije con los brazos cruzados

-Lo dije porque estaba preocupado por ti, no me esperaba que te lo tomaras así- dijo con frustración

-¿Preocupado? Tu y yo no somos nada, ni siquiera somos amigos, que yo recuerde en todo mi vida esta es la primera conversación que dura más de un minuto contigo ¿cómo ibas a estar preocupado?- dije molesta

-Eliana aunque hayas sufrido bastante, hay personas que se preocupan por otras a pesar de no tener ninguna relación con ella y yo me preocupo por ti a pesar de que nunca me he atrevido hablarte hasta ahora- dijo dejándome sorprendida y golpeándome con sus palabras.

-Te agradezco por haberme salvado de Keila y su grupo pero debo irme, tengo... mucho en que pensar- dije trabando las palabras mientras trataba de salir

-No tienes que volver a verlo, voy a cuidarte a partir de ahora- me dijo tomándome de la mano y dejándome desconcertada. No entendía nada a lo que se refería

-Max, tengo que irme- dije con calma para que me soltara y él me soltó sin mucho entusiasmo. Me di vuelta y salí dejándolo allí

La actitud repentina de Max me tenía desconcertada, no lo había entendido en lo absoluto, me gustaba un poco pero no era como para decir que lo quería siempre conmigo. Esa conversación me tenía confundida pero de todo en algo tenía razón y era en buscar un mejor lugar para leer, si me quedaba en el baño de seguro moriría en pocos días o mataría a todas las chicas que entraran en él.

Caminé por toda la secundaria sin importarme la clase que tenía luego, solo quería ubicarme en algún lugar. En todo mi recorrido encontré una puerta de madera gruesa que no había sido abierta. Mi curiosidad me empezó a consumir, miré a todas partes para asegurarme que no hubiese nadie, cree una barra de hielo fina pero difícil de romper, la introduje entre las hendijas de la puerta y supe que por dentro estaba abierta solo tenía que destrozar el candado que mantenían la puerta cerrada por fuera. Aumente el grosor del hielo y lo introduje en los candados para tratar de abrirlos pero los candados eran demasiado grueso y mi trozo de hielo se reventó, me concentré e hice como si envolviera el candado con mis manos para hacer que se calentaran demasiado hasta que el metal se debilitara y cubriendo mi mano de calor con una confianza que no sabía que tenía, la introduje en el candado para que se dividiera en dos, los dos trozos del candado cayeron al suelo y mis manos estaban intactas