Capítulo 9: Castigo

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¡Último capítulo! No se olviden de leer el epílogo una vez que terminen ;)

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Al día siguiente, no fui al colegio. No podía. No quería. Tenía miedo. Miles de preguntas me atormentaban: ¿Se habrán enterado todos? ¿Cómo habrán reaccionado? ¿Me odian? ¿Les doy asco? Pero, la que más me preocupaba, era

¿Qué piensa Itsuki de mí?

Era lo único que realmente quería saber. Sabía que tenía cero chances de estar con él después de lo que había sucedido. Lo que no podía soportar era la idea de que él me odiara, de no poder estar más cerca de él, de no poder hablarle...

Sin pensarlo, como por instinto, agarré mi celular y lo prendí. Tenía 19 llamadas perdidas, todas de Itsuki.

Debe estar muy enojado...

También me habían llegado mensajes, pero ninguno suyo. Eran de Ciel y de Tanaka. Ambos decían que se habían enterado de lo sucedido. Ciel me apoyaba y pidió que lo llamara si necesitaba algo, como él ya sabía la verdad desde antes no se sorprendió demasiado.

Debí haberle hecho caso cuando me dijo de contarle la verdad a Itsuki. Habría sido mucho mejor de esa manera, completamente diferente.

El segundo, en cambio, estaba muy confundido y quería que le explicara todo. Aun así, me hizo saber que no me juzgaba y que podía contar con él para lo que necesitara.

Después de todo esto... ¿van a seguir siendo mis amigos?

Sinceramente, no podía creer que con todas mis mentiras, ellos dos todavía me apoyaran. Definitivamente no quería perderlos.

Los tres son lo más valioso que tengo.

Una vez que respondí a sus mensajes, abrí el chat con Itsuki. Estuve varios minutos pensando en qué escribirle. Pero no se me ocurría ninguna palabra que sirviera para la situación. Finalmente, solo puse:

Perdón

-Sora... ¿estás ahí? –llamó una voz desde afuera de mi habitación, era claramente la de mi hermana, Suzuki –Por favor, baja a la cocina –comentó y escuché sus pasos mientras se marchaba.

Mamá, papá y Suzuki me habían visto ayer con el vestido puesto, cuando entre a la casa completamente devastado. No les dirigí la palabra desde ese momento, no había salido de la habitación así que ni siquiera los había visto.

Supongo que tengo muchas explicaciones que dar.

Obedecí, abrí la puerta y fui a la cocina.

Mis padres y Suzuki estaban sentados alrededor de la gran mesa redonda que había en esta. Yo, callado y con sus ojos clavados en mí, me senté en el único asiento vacío. Rápidamente, los observé a los tres. Mi madre sonreía incómodamente, mi padre permanecía serio con ambas manos unidas y apoyadas sobre la mesa, mi hermana se mordía las uñas –un hábito de ella cuando no sabe qué hacer o decir.

-          Hijo... ¿hay algo que quieras decirnos? –preguntó mi madre con voz temblorosa. Permanecí silencioso. Había muchas cosas que quería decirles, el problema es que no sabía cómo para que no sintieran un inevitable rechazo y repulsión hacia mi persona.

-          Sora, responde –dijo mi padre con su voz grave y trasmitiendo una sensación de autoridad –no vamos a castigarte ni nada parecido, solo queremos entender que fue aquello que vimos ayer. ¿Qué hacías con esa ropa?

Si fuera mujer, ¿podría enamorarme de tí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora