Capítulo 2. "Dolor de cabeza".

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P.O.V Justin.

Flipando, literalmente estaba flipando. La razón aún era indefinida, no sabía si era porque en el estudio todo me había ido mal, por si había llegado tarde a la cita de madame "Biibir, sí, lligi tirdi".
Quizás simplemente la razón estaba entre mis manos, en donde tenía un papel con la letra de mí prometida en donde especificaba claramente que deseaba que en su boda haya luces, brillantes, espuma, humo y cosas rosas entre otras. O tal vez, se debía a todo ese alboroto junto. 

- ¿Y qué se supone que debo hacer yo con esto? - Pregunté ondeando la otra hoja en blanco delante de sus narices mientras que Kya se dedicaba a encontrar el botón del ascensor.

- Pues lo mismo que hice yo, genio. Apuntar tus preferencias para la boda, lo imprescindible.

- Dudo mucho de que algo vaya a coincidir con lo tuyo, a menos que se le ponga espuma a la cerveza.

Puso los ojos en blanco. 

Sonreí. 

-Esa cría no va a conseguir nada de lo que nos propongamos. -Repetí mientras el ascensor abría sus puertas.

-Esa cría, es la mejor organizadora de bodas de todo Los Ángeles.

Contraatacó, haciendo énfasis en las palabras como esa cría y mejor mientras me seguía a paso apresurado haciéndose un hueco entre la gente del ascensor. 

Toqué el botón de planta baja, mientras que notaba como la gente se nos quedaba mirando.

- ¿Qué?, ¿Acaso nunca os habéis comprometido con una loca?

Los pocos hombres que habían me miraron comprensivos, acto que me hizo sonreír de lado mientras que la gruñona de mi novia cruzaba sus brazos y refunfunñaba algo en su idioma.

Las puertas se abrieron, salieron quienes tenían que salir y entraron quienes debían entrar, entre ellos una joven morena de ojos azules. A juzgar por su mancha en la fina camiseta no parecía haber tenido un buen día.

Repasé su cuerpo ligeramente hasta llegar nuevamente a su cara, era atractiva. Rápidamente dirigí la mirada hacia otra dirección pero sentí como ella seguía repasandome de pies a cabeza.

Sonreí.

Mi felicidad duró poco ya que momentos después estábamos en la planta baja.

Sin esperarme, Kya empezó a caminar en dirección a la salida, poco después, tuvo que detenerse y dejar su aire de diva enfadada ya que no sabía hacia cual de los coches del aparcamiento se tenía que dirigir.

- Hoy el Ferrari rojo. -Apunté en dirección del vehículo, mientras en su cara ya empezaba a formarse una sonrisa.

Sabía que no llegaría a tiempo a la dichosa cita, por lo tanto antes de salir de casa me había decidido por uno de sus coches favoritos, a pesar de que casi nunca formaba parte de mis primeras opciones.

Busqué en mi chaqueta las llaves, pero me topé con los cigarrillos y ya que estábamos, también los saqué.

-Sabes que no me gusta. -La escuché reprochar.

Alcé una de mis cejas, confundido ante su declaración. Abrí la puerta del copiloto, esperando a que se adentrara y rodeé el coche para luego unirme a ella.
Una vez dentro, me llevé uno de los cigarros a la boca y acto seguido lo encendí, arranqué el coche y esperé a que empezara a explicarse.

-Pensé que era tu coche favorito. -Repliqué, al ver que seguía sin emitir algún sonido.

Sonrió.

《Espera, rebobinemos. ¿Sonrió? Bien Bieber, piensa, hay algo que sigues sin captar. 》

-No hablaba de eso, bobo.

Sentí como su pequeño puño hacía contacto con mi hombro, causando así mi máxima confusión. 

《¿Entonces?》

Mierda.

-¿Entonces? -Dije esta vez en voz alta, soltando el humo que retenía en mi boca para luego seguir dándole otra calada al cigarro.

-¿Ya te dije que me encanta tu vestido? Sí, te ves muy guapa... -La miré de reojo devolviendo la vista a la carretera en cuestión de segudos - muy...  Colorida.

Volvió a poner los ojos en blanco, no tenía una visión completa de ella, pero lo sabía. 

-Que fumes, sabes que no me gusta que lo hagas.

Sonreí, aunque más bien me salió una mueca, en el fondo lo presentía, no era la primera vez que me llamaba la atención por ello... Ni la última. 

Apagué el cigarro y dejé que saliera el humo, aveces esta mujer era como un grano en el culo.

- Aveces eres peor que un dolor de cabeza.

Y así, pasamos el resto del viaje en completo silencio, tenía planeado ir a comer en algún sitio con mis amigos, pero dadas las circunstancias decidí que era mejor comer en casa, los dos juntos.

Al llegar, aparqué el vehículo delante de la casa que en menos de medio año debería estar compartiendo con mi prometida, a menos que se le ocurra mudarnos en una más grande.

O no nos casemos.

Bajamos a la vez, se notaba la incomodidad, aunque ya era costumbre, todos los días eran iguales, ella decía algo, yo la cagaba y luego de alguna u otra manera conseguíamos arreglarlo.

- ¿Tienes las llaves? -Pregunté con el único propósito de asustarla.

Empezó a reírse.

- Hablo en serio, vamos, saca las llaves.

De repente paró.

- Tú fuiste el último en salir, es más que evidente que las llaves las debes de tener, vamos, deja las bromitas, no estoy de humor.

- No me haga inspeccionarla, señorita. -Bromeé.

Puso los ojos en blanco, por tercera vez en el día. Sí, por milagro sé contar.

- Nunca más volveré a intentar seducirte, no hasta que me den mis esposas y mi traje de policía. 

Saqué las llaves del bolsillo trasero de mis vaqueros y dejé paso libre, vi como Kya desaparecía entrando en una de las habitaciones y cerré la puerta principal para dirigirme a la cocina, si quería hacerme perdonar esta era una buena opción. 

Bien, supongo no es una de las mejores cosas que he escrito. Sin duda alguna, espero mejorar cada vez más y más ya que me encanta poder compartir estas pequeñas ideas mías con otros lectores.
No olviden por favor, darle a la estrellita y comentar si es que le gustó y si no, pues no vayan a hacerlo, sería algo ilegal, cuidado.







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