4.- ¿Te espero a comer?

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Al despertar cruje la cama, creo que se levantó temprano, ayer estuve tomando y me despertaba cada dos por tres, sin recordar mucho lo que pasaba. Todavía sigue ahí sentada, se ve tan hermosa, la amo, su pelo castaño claro era tan liso y esbelto, tan liso como una seda en el agua, mágica y suave. Su piel y su aroma, me recordaba a los campos de flores que recorríamos cuando recién nos conocimos, en ese fundo al sur del país. Toda una vida juntos.

Tantos paseos, risas, peleas estúpidas y locuras que recordábamos al desayunar. Era esos momentos que uno nunca olvidaría.

Luego nos metimos a la ducha, masajeo su cuerpo, lo enjabono para quitar el olor de la mañana y beso su cuerpo para sentirlo aún más cerca, no puedo fingir mi erección inminente y pongo sus manos en mi miembro. Nos excitamos a un nivel estratosférico, nos salimos de la ducha y sin ni siquiera secarnos nos vamos a la cama.

Amaba cuando sus manos firmemente me tomaban cada vez que teníamos sexo, besando sus senos pálidos y afirmándome de sus piernas delgadas para penetrarla con más fuerza. Cuando la montaba sobre mí y movía su dócil culo que prensaba con mis manos, acariciando su ano y su cintura, mordiendo sus pezones deleznables, golpeando su cara, rozando su piel, lamiendo su cuello, hasta llenarla de mis llamas.

Luego del sexo, nos sentamos a comer, preparo algo rico y comemos juntos. Es ahí cuando recuerdo, que las cosas serían mejor si ella estuviera viva, comienzo a beber como cada noche y recuerdo sus dulces palabras cada vez que me llamaba antes de salir del trabajo:

-¿Te espero a comer?

Al menos tengo algo para recordarla cada día, su cuerpo. 

Oscuridad: Cuentos y relatos terroríficos (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora