Son las 5 de la mañana, la tormenta se acerca y el tejado resuena con las gotas pesadas que chocan en el pizarreño, acompañado del eterno resplandor de los relámpagos que iluminan traspasando mi ventana. No puedo dormir.
Me volteo de lado a lado esperando conciliar el sueño, pero la oscuridad interrumpida por la luz radiante que traspasa mis parpados, me ínsita a abrir mis ojos y mirar lo que se esconde. ¿Qué puede ser? No escucho nada. ¿Cruje la casa? No estoy seguro. Pero siento pasos de pies descalzos, como si el aire pudiera caminar. Abro los ojos, nada aparece a simple vista, un silencio sepulcral me inunda, un silencio tal que ni la misma lluvia puede acallar. Me destapo quitando las mantas que me protegen del mal, mis pies tocan el suelo y comienzo a caminar, aun nadie aparece. Me acerco a la ventana en busca de respuestas, pero pareciera que esta tan lejos, a kilómetros de distancia de mi cama y por más que camine, no puedo acercarme a ella, la puerta que está detrás de mí, se abre milimétricamente. Me giro únicamente, para encontrarla completamente cerrada.
Vuelvo a la cama, a mi protección definitiva, la única protectora de las fuerzas oscuras, pero risas somnolientas y pasos temerosos rechinan en mis oídos, casi al borde de hacerlos explotar. No debo temer esta vez, esta vez debo batallar.
Nuevamente me paro frente a la oscuridad.
-¿Por qué no me dejas dormir? ¿Cuál es tu propósito? - pregunto.
La oscuridad se queda callada un momento, respirando inquietamente al verse enfrentado por única vez, ante los ojos de la niñez.
-No deseo nada de ti, solo quiero verte sufrir. Tu sufrimiento, tu miedo y tu imaginación son las que me hacen vivir - Se me acerca a pasos agigantados - Si tu mueres, yo resucito.
Corro por la casa en busca de mis padres, los pasillos eternos y la luz parpadeante de los relámpagos, me muestran fotos horrorosas de sangre, muerte y caras deformadas por la vida eterna y el limbo infernal, fotos circundantes que se plasman en las paredes, el techo y el piso. Manos rápidas que se crean entre las sombras y mis gritos callados por el torrente climático que se escucha cada vez más fuerte.
Por más que subo y bajo escaleras, por más que abro puertas y ventanas, no encuentro a mis padres. La desesperación me colapsa y los lagrimas apenas me dejan ver entre tanta penumbra.
Solo queda una habitación que aún no he revisado, un cuarto que esconde un artefacto horrido y escalofriante, que aloja todo el mal y deseos lóbregos de la existencia humana, el espejo. Ese que te refleja tu propia forma, como una copia de ti mismo, como una parte maligna que intenta salir para ser tú, que cella un mundo paranoico y desenfrenado que tiene como único objetivo, destruir el nuestro. En la puerta del baño, con letras rojas que pareciera ser sangre, está escrito con letras grandes:
-Tus padres están aquí.
No podía creerlo, por fin iba a encontrar a mis héroes, a los salvadores y creadores de mi existencia, a los seres más fuertes del universo, los que pueden contra todo monstro bajo la cama, sombras de árboles y duendes hoscosos. Esta era mi salvación.
Abrí la puerta esperando encontrar a mis semidioses y efectivamente estaban dentro.
En la tina la sangre corría por el piso rebalsándose de la misma, las costinas rasgadas por garras infernales y mis padres pegados a la muralla envueltos en clavos gigantes que los atravesaban y los mantenían en una posición fetal, como si fueran estatuas o cuadros resaltados. Mi cara estupefacta, impactada y aborrecida al ver esa escena sacada desde las mismas tinieblas, era un castigo peor que cualquier palmada en el culo.
Entonces en ese momento cae desde el infinito un espejo gigante tan grande y orondo que ni con el gran golpe al impactar el suelo, logra ni siquiera trizar. Pero mi reflejo no estaba en él, contraproducente al ver que si se reflejaba mi entorno. Desde el fondo del pasillo, aparecía una sombra que titilante se acercaba lentamente al espejo, pero a mi mitad de camino me señaló y dijo:
-¿A que le temes?
-Temo a todo esto, tengo miedo, solo quiero a mis padres.
-Entonces llora.
Comienzo a llorar tan fuerte, que la tormenta se detiene. La oscuridad aparece atrás de la sombra, caminando juntos hacia mí. Los dos se abalanzan y me empujan por las escaleras, golpeándome la cabeza.
Al fin despierto. Ya era de día, mis padres abren la puerta y me pregunta que sucede, mis ojos llorosos, mi corazón latiendo acelerado y mi mente perturbada me tenían en un síncope psíquico que simplemente me superaba. Pero un simple abrazo de mis padres fue suficiente para calmarme.
Bastante guerra por esta noche. El closet que estaba detrás de mis padres, se abre casi llegando a la mitad, una mano roja manchada en sangre, sale y anuncia tregua hasta la siguiente noche, donde tendré que vivir nuevamente, mi niñez.
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Oscuridad: Cuentos y relatos terroríficos (+18)
HororEsta es una extracción de los cuentos que estaban alojados en mi antigua cuenta, según wattpad, clasificados para mayores de 18 años. Describen acciones explicitas, que podrían afectar tu sensibilidad. El horror, el gore y el terror, se mezclan en...