Capítulo 6

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· Narra Leo ·


Desperté por el brillo del sol entrando desde la gran ventana de la habitación, maldición creí que todo esto era un jodido sueño, perdon me corrijo, pesadilla. Me levanté de la cama y fui al baño o creó que esa es la puerta del baño. Prendí la luz y que bueno que ya estén algo avanzados con la electricidad aunque sinceramente no la necesito ya que puedo ver en la oscuridad. Hice mis necesidades fisiológicas y salí de la habitación busqué mi mochila o maleta para buscar mi ropa interior, la encontré en un perchero pero estaba vacía, si como leen ¡VACIA! ¿¡A QUIÉN SE LE OCURRE TOCAR MIS COSAS!? Busqué por todas las puertas y encontré todas mis cosas acomodadas perfectamente en el armario de la habitación. Me relajé un poco, busqué alguna ropa interior y una ves que encontré un conjunto me adentré al baño para ducharme. Tarde veinte minutos en él baño y salí envuelta en una toalla. Claro que me quité las vendas y lave bien la herida de mi abdomen. Luego la desinfecte y vende, así fue con las demás heridas. Usé otra toalla para secar mi cabello y cuando me estoy quitando la toalla de mi rostro entra Ciel acompañado de Sebastian. Ambos al verme quedan impactados, bueno yo por mi parte me da igual ya que la ropa interior era un bóxer femenino negro y un bra de ejercicio del mismo color. Aunque vieron mis tatuajes y cicatrices que están por todo el cuerpo no me importo en lo absoluto. Ciel se ruborizo todo, tanto que sus palidas orejas estaban rojas y se dio vuelta para dejar de verme.

— Disculpa Lady Leo por entrar de forma descortés a tu habitación. — dijo esto agachando la cabeza de vergüenza.

— No hay problema, pero cortale con el Lady que me das flojera, solo dime Leo. — Contesté mientras me ponía unos pantalones de los trajes. En todo el proceso que lleve en vestirme, Sebastian no me quitaba el ojo de encima. — Hey mayordomo, ¿acaso tengo algo? — pregunté.

— No, absolutamente nada fuera de lo normal, Lady Leo. — contestó sin entender mi indirecta.

— Entonces porqué coño me miras tanto, se que soy una hermosura pero no exageres no soy una maravilla del mundo. — contesté mientras me abotonaba los botones de una camisa verde lima.

Él solo tuvo un leve sonrojo por unos cortos instantes. Yo terminé de vestirme y me senté en la cama para ponerme los calcetines.

— Por cierto Ciel, ¿a qué has venido? — cuestioné mientras me ponía los zapatos. — Ya puedes ver.
Ciel giro y me observó.

— Hoy vendra una visita a la mansión...

— ¿Y a mí qué? — lo interrumpí.

— Bocchan solo le avisa para que no se sorprenda de ver a otras personas cuando bajé a desayunar. — argumentó Sebastian en defensa de su amo.

— Si, como sea. — escuché que alguien abría la puerta de una carroza. — Parece que tu visita ya llego Cielito. — dije mientras ordenaba la cama de la habitacion.

Miré a ambos y Sebastian solo hizo una reverencia para salir de la habitación. Antes de desaparecer por la puerta de la habitación dijo.

— El desayuno estará listo en 5 minutos.

— Ok, ¿Ciel no iras a recibir a tus visitantes? — pregunté él solo asintió y se fue. — Por cierto para la próxima toca la puerta si no quieres verme desnuda... Fufufu.—
Soló alcance a ver sus orejas rojas. Vaya que facil es hacerle bromas a este pequeño.

Termine de ordenar mis demás cosas y escuché a alguien entrar por la puerta. Era Annie.

— Leo, nos están llamando para ir a desayunar. ¿ya tomaste tu pildora?.— preguntó a lo que yo negué. Ella sacó una botellita de sus bolsas y me tendió una pildora a mi boca para tragarla. Ambas salimos de mi habitacion.

¡¿Estamos en el Siglo XIX?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora