Capítulo 4

206 19 2
                                    

Empecemos!

..........................

• Narra Leo •


Salté de la ventana antes de que las cosas se pusieran calientes. Perdón pero no heredé la paciencia y ni el cariño de mamá, tendré carisma pero eso es solo una faceta que utilizo en el trabajo para reunir información, pero con las personas comunes soy muy cortante y algo impulsiva. Odio que me intenten controlar. Pero bueno. Estoy caminando por el bosque que tiene el territorio de la mansión, es mejor tranquilizarme. El viento helado choca con mi rostro hace que sienta cierta tranquilidad, Ahh. Realmente necesitaba enfriar mi mente. Caminé unos cuantos minutos cuando escuché gruñidos. Lo cual me sorprendió, me quedé quieta y en silencio por si volvía a escucharlo. Y efectivamente algo volvió a gruñir, decidí acercarme para ver que animal estaba haciendo tal ruido, caminé unos 10 minutos y mi sorpresa fue encontrarme con un lobo de melena plateada enorme. ¡Coño! Esta jodidamente gigante ese animal. Me di cuenta de que estaba atado y luchaba al intentar soltarse de un enorme collar con púas. Maldición, ¿me acerco o no me acerco? Ya que. Me acerqué a él lo suficiente como para que el sintiera mi olor el cual detectó al instante.
— Hola pequeño — di un paso más a él. Me gruñó pero vió que no me dió miedo cuando por dentro me estaba orinando en las bragas. Estiré mi mano para que la olfateará y eso hizo, que bueno que no me arrancó el brazo. Una vez que vi que ya no tenía las orejas arisca y de que movía su cola, entendí que le caí bien. Me acerqué más y puso su gran nariz en mi mano dando a entender que lo acariciara. Lo mime como pude, luego se acostó y yo subí a su lomo, observé ese collar y sentí que debía quitárselo. No se como explicarlo pero mi instinto me dijo que le quitará ese collar opresor, sin más en mente lo hice con ayuda de mi daga de plata. Una vez que sintió que estaba liberado comenzó a correr y a saltar como un perro extasiado en felicidad. Como cuando sales 5 minutos de tu casa y te recibe tu perro de la mejor manera, esa felicidad tenía este lobo gigante. En uno de sus saltos salí disparada y caí sobre unos arbustos de rosas.
— Auch, ¿Huh? ¿Eso es sangre? — mire mi brazo que se raspó por las espinas y de estas brotaba ligeramente pequeños chorros de sangre, luego bajé la mirada a mi abdomen para ver como una mancha roja se iba extendiendo en mi camisa. El lobo se dió cuenta de lo que hizo y comenzó a llorar o bueno a hacer ese ruido que hacen los perros cuándo se ponen tristes. — Peludo, no se si me puedas entender, pero necesito que me lleves a la mansión. — dije mientras me ponía de pie, él ladro mientras se echaba para que lo montará, una vez arriba comenzó a correr por el bosque, a los 10 minutos ya estaba en la entrada de la mansión. Escuché como alguien gritaba, el peludo se echó y yo baje de él. ¿En que momento me hirieron? Debió ser cuando estaba peleando. Una mujer pelirroja con enormes lentes me auxilio y luego vi todo negro. Creó que se está haciendo costumbre el que me desmaye.

• Narra Annie •

Estaba acomodando la ropa que compró Leo en el armario cuando escuché el grito de alguien, así que corrí al lugar de los hechos que era en la entrada principal. Al salir por la gran puerta me topé con un lobo gigante el cual estaba sentado con la cabeza y las orejas para abajo. Mire a una mujer de cabello rojo recogido en dos coletas la cual tenía a Leo en su regazo, me acerqué a ellas y vi como la herida de Leo se abrió de nuevo. Mierda, me olvidé de decirle que estaba lastimanda. La mujer volteó a verme.
— ¿Quién es usted? — preguntó algo agitada.
— Soy Angela Sakamoto y ella es mi hermana Leonela, somos invitadas del Conde. — dije y ella asintió. En los segundos siguientes llegaron Sebastián, Ciel, un joven rubio, un adulto de cabello rubio y un anciano.
— ¿Que sucedió aquí? — preguntó Ciel.
— Y-Yo n-no lo sé, Bo-c-chan, en-contré a la s-señorita b-bajando de Pluto toda herida. — dijo tartamudeando de la presión.
— Barb, Finnian, Mei y Tanaka, consigan lo que puedan para tratar a la señorita — ordenó Sebastian y ellos se fueron corriendo.
Yo de mientras escuchaba mientras revisaba a Leo, al alzar su camisa despertó y me atacó, yo cubrí el ataque de ella, al ver que era yo se tranquilizo para después dejarse caer en mi regazo. Ellos se sorprendieron por eso.
— No piensen mal pero Leo tiene reflejos asesinos cuando se despierta o cuando se encuentra débil. — dije con tranquilidad.
— ¿Entonces esto lo hizo Pluto? — preguntó Ciel. Yo asentí — Sebastian castiga al perro, es una órden - ordenó.
— Yes my Lord. — dijo mientras hacía una reverencia. Vi como iba caminando hacía el perro, una vez que estaba a un metro de él, alzó la mano y le golpeo el hocico lo cual lo mando a volar hasta chocar en un árbol. Se acercó de nuevo al perro para darle otro golpe pero no me fijé que Leo corrió hacia él. Tomó el brazo para detener a Sebastian pero ella salió disparada contra el lobo.
— D-Detente, el p-peludo n-no tiene la culpa. — gruñó Leo como pudo, mientras le dedicaba una mirada llena de ira.

 — gruñó Leo como pudo, mientras le dedicaba una mirada llena de ira

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sebastian tanto Ciel la miraron sorprendidos, más el primero. Leo odia el maltrato animal así que cuando ve algo como eso se enfurece tanto que actúa de manera imprudente. A lo lejos se escucho como llegaban los otros... Creo que son sirvientes con los medicamentos entre otras cosas.

• Narra Leo •

Al ver que el peludo salió volando hacía un árbol me entró una furia indescriptible, así que corrí e intente detener el golpe de Sebastian el cual me mando a volar en vez de haberlo detenido. Auch.

Sebastian no dejaba de tener su rostro de asombro pero bueno, me puse de pie antes de que Sebastian se acercará, luego me gire para intentar acariciar al peludo pero me llego un dolor que me  paralizó, caí de frente contra el suelo y como pude abracé mi estomago. Algo no esta bien... Mire por el rabillo del ojo a Annie y ella vino corriendo al igual que los sirvientes. El rubio mayor me levanto y al hacerlo vomite sangre mezclada con fluidos estomacales. Logré recuperar el control de mi cuerpo. Me relajé, ya que me estaba dando un ataque de histeria, el tío que me tenía en brazos me llevo hasta mi habitación, una vez acostada entraron Annie y la chica pelirroja por la puerta.
Ambas me quitaron la ropa, me pasaron un trapo húmedo por el cuerpo para quitarme tanto la sangre como el sudor y restos de tierra de mi cuerpo. Annie sacó mis vendas del abdomen y comenzó a desinfectar la mientras la pelirroja me curaba las demás heridas. 20 minutos después ya estaba limpia, cambiada y curada.
Minutos después de que la pelirroja saliera a dejar las cosas que usaron y de llevar mi ropa sucia entraron Ciel y Sebastian, seguidos de los demás y tiempo después la pelirroja.
— Bard, Finn, Mei y Tanaka salgan de aquí. — ordenó Ciel. Ellos se retiraron con duda, más la pelirroja. Una vez solos comenzó a hablar. — ¿Qué fue todo eso?
— Dejé le explico... — dijo Annie.
— Si son espías o ladronas.... — inició pero lo interrumpe.
— Si quisiera matarte ya lo habría hecho. — dije y él rió, me fastidió el hecho de que no me toman enserio y de un movimiento rápido le tire una navaja la cual rompió el lazo de su parche, el quedo pegado al muro de concreto. Él quedó petrificado ante esa acción. — Ahora entiendes, yo no titubeo, mucho menos dudo al asesinar a alguien. Así que no me molestes ahora que no tengo humor de nada. — dije mientras miraba por el balcón. Ciel iba a protestar. — Enserió vete de aquí no ves que quiero descansar, realmente hoy ni ayer fueron mis días. Así que lárguense. — rabie con voz ronca.

Esta vez fue Sebastian el que iba a abogar por su amo pero le dediqué una mirada de odio la cuál nunca me he sentido orgullosa de dedicarle a alguien hasta hoy. — ¡Fuera de aquí! —.
— ¡Leonela! Deja de ser malcriada, ellos nos estan dejando estar en su mansión y tú te comportas de esa manera. Ten consideración, por favor. — reprochó Annie.
— Sólo déjenme sola, es mucho pedir eso. — dije de mala gana.
— Bocchan, creó que lo más prudente sería dejarla descansar por hoy. Lady Leo a gastado todas sus fuerzas. —  comentó Sebastian.
— Tks... De acuerdo, por hoy daré por visto este asunto, mañana será otro día para tratar el tema. Descanse Lady Leo. —dijo en modo de despedida tanto él y su mayordomo salieron de la habitación.
— Leo ¿por qué...? —
— Sal de aquí. — contesté casi gritando y me gire con dificultad para darle la espalda a mi hermana. Lo siento, pero no quiero que me vean en mi estado de vulnerabilidad. Sin más. Escuche como Annie suspiro y luego salió cerrando despacio la puerta.

¡¿Estamos en el Siglo XIX?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora