Lo recuerdo. Todavía lo recuerdo, esa tarde a comienzos de otoño tenía miedo, estaba asustado, pero al mismo tiempo un sentimiento vacío me consumía hasta la boca del estomago, era un caparazón vacio que se movía con la corriente temiendo ser arrastrado a mil metros bajo el mar, pero aun así era incapaz de moverme por mi mismo, era un muñeco que se movía por la inercia del día a día, y en ese momento me di cuenta que el vacío era más fuerte que el miedo o la ansiedad, que la opresión en mi pecho era más fuerte que todo lo que me rodeaba.
Apenas me afectaba lo que sucedía a mí alrededor. Veía todo a través de una seda trasparente, apreciaba las formas, distinguía los olores, escuchaba de nuevo el bullicio de Tokio a la distancia; pero todo estaba difuminado. Sin embargo la ansiedad se escurría sutilmente en mis huesos y el miedo estaba dormido bajo mi piel. Podía sentirlos esperando en un rincón de mi ser, esperando para poder explotar pero era un caparazón y en esos momentos nada podía ser más gratificante que estar dopado bajo los efectos del dolor y la soledad.
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El sol se escondía en el horizonte tiñendo el paisaje urbano de Tokio en colores naranjas, rojizos y rosas. Kenma apreciaba en silencio a través de la ventana trasera del taxi como los cada vez más opacos rayos de luz se filtraban entre los pequeños edificios residenciales de aquella avenida, eso indicaba que estaba cerca de su nuevo y muy simple departamento. Fijo nuevamente la vista en su teléfono móvil para revisar que la hora marcaba las seis de la tarde en la pantalla de bloqueo, con un rápido movimiento de su pulgar desbloqueo el teléfono y en seguida se dispuso a jugar, sin prestarle mucha atención en realidad a la partida de "Regins" que había dejado olvidada hace unos minutos.
Kenma se sentía aliviado por el silencio respetuoso que el taxista le brindo desde el momento en que lo recogió en el aeropuerto, solo habían intercambiado las palabras necesarias para indicarle la dirección que le había enviado su madre por mensaje. Su madre muy ocupa como para preocuparse por su llegada o como para querer verlo a la cara luego de casi un año sin verse y de solamente cortas y concisas conversaciones telefónicas se había limitado a textearle, para darle la bienvenida de nuevo a Japón e indicarle la dirección exacta del piso que le había ayudado a conseguir para su llegada.
Casi tres años estuvo viviendo en los Estados Unidos. El viaje que cambio su vida totalmente, un viaje durante el cual pasaron muchas cosas que Kenma nunca quiso que ocurrieran y otras cuantas que siempre supo que terminarían ocurriendo como por ejemplo el divorcio de sus padres y la venta de la casa que siempre llamo hogar. Ahora sería su responsabilidad pagar el alquiler de su nueva morada; porque su madre no podía con el gasto y hace mucho que no hablaba con su padre como para llamarlo únicamente para pedirle dinero. En un lugar distante en su cabeza resonó la idea de conseguir un empleo que tuviera un horario acorde con su reintegro a la universidad.
—Joven esta es la dirección. —la voz del taxista resonó al momento en que el auto se detuvo, sacándolo de sus pensamientos. —Le ayudare con el equipaje.
Con un escueto asentimiento Kenma tomo su mochila repleta y se la colgó en los hombros, bajo del auto al mismo tiempo que el taxista y rebusco en su billetera los billetes necesarios para pagar el servicio mientras que el otro hombre sacaba su única maleta del automóvil.
—Gracias.
—No hay de qué Joven, bienvenido a casa. —respondió el señor de mediana edad con una sonrisa mientras recibía su pago y se disponía a subir nuevamente al taxi.
Kenma no respondió la sonrisa, ni siquiera lo intento, simplemente no fluyo, por que al momento que el motor del auto resonó en la calle y desapareció de su vista supo que no se sentía en casa, que en realidad hace mucho que no se sentía en casa, ni siquiera cuando volvía por unos días a Tokio; hace ya algún tiempo que estaba a la deriva, perdido en la ciudad que lo había visto crecer.
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La Gracia de respirar
FanfictionKenma Kozume llega a Tokio después de casi tres años, cargando consigo un corazón roto y un oscuro secreto ¿Para qué respirar cuando te ahogas con cada paso? ¿Cuál es la gracia de respirar cuando aspiras puro veneno? Para Kenma la felicidad quedo en...