Parte sin título 2

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Emma se sentó de golpe en la cama. Se sobresaltó ante un segundo grito y comprendió que provenía de Regina. La muchacha le pegó una patada a las mantas, resoplando en el intento de bajar de la cama. Las sábanas se le habían enrollado alrededor de las piernas y se las quitó de encima con un gesto furioso. Finalmente consiguió bajarse del catre.

«¡Regina!» exclamó en la oscuridad

Tropezó con la pierna en la cama, haciéndose bastante daño en el pie, pero ignoró el dolor, convencida de que en ese momento la prioridad era asegurarse de que Regina estuviese bien.

«¿Regina?» llamó otra vez, sin recibir respuesta

Emma podía sentir a la mujer agitarse en su cama, aunque no lograba entender cuál era el peligro. Después de algunos tropiezos, logró llegar a la cama de Regina, poco antes de que esta lanzase otro grito, menos fuerte esta vez, pero que hace nacer dentro de la muchacha un profundo sentimiento de inquietud. Regina estaba llorando.

«Regina...» susurró Emma, arrodillándose finalmente al lado de la cama de ella.

Ahora que está cerca, lograba distinguir sus rasgos en la penumbra: Regina estaba profundamente dormida, los puños cerrados sobre la sábana que la cubría. Y sollozaba.

«Regia, despiértate» susurró nuevamente Emma, con creciente precaución. Nunca la había visto en ese estado. Pero Regina no pareció escucharla, y continuó sollozando, sobresaltándose ante algo que solo ella podía percibir. Emma le apoyó una mano sobre la frente, y la encontró sudando y ardiendo. La muchacha abrió los ojos desmesuradamente.

«¡Regina!» repitió por enésima vez, ahora seriamente preocupada. «Es solo un sueño. ¡Despiértate!»

Le apoyó una mano sobre el hombro, zarandeándola ligeramente. Y Emma casi grito a su vez cuando una mano le agarró la muñeca con una presión muy fuerte. Era la mano de Regina.

«No te vayas...» sollozó Regina con voz rota.

Emma se sobresaltó, mirando fijamente el rostro de la mujer y dándose cuenta de que aún estaba dormida.

«¿Qué...?» balbuceó

«Quédate conmigo...» repitió Regina «Daniel»

Snow White se despertó sobresaltada, segura de haber oído un grito. Se sentó en la cama, intentando orientarse en la oscuridad. Apoyó las manos sobre los hombros del marido y lo sacude con fuerza.

«Charming» susurró en la oscuridad «Creo que he escuchado a alguien gritar»

Charming gruñó, medio dormido

«Nadie ha gritado, Snow» balbuceó, la voz pastosa por el sueño «Vuelve a dormirte»

Snow White miró con aprensión hacia la puerta, deseando salir a ver, pero Charming la agarró por un brazo y la atrajo hacia él, haciéndole olvidar cualquier cosa.

«¿Daniel...?» susurró Emma con los ojos desorbitados.

Recordaba que Henry le había hablado del pasado de Regina, recordaba qué había sucedido cuando Frankestein le había devuelto la vida al famoso Daniel. Y recordaba cómo Regina se había quedado devastada después de lo sucedido. Pero no imaginaba que Regina pudiera confundirla a ella, la hija de Snow White, con su difunto prometido.

«No...» susurró «No, Regina...yo...yo no soy Daniel...»

Emma intentó sustraerse del agarre de Regina, pero apenas intentó retirar la mano, la otra comenzó a llorar más fuerte.

Jolly RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora