Esto duró mucho tiempo. Cada noche, mientras Emma tardaba en coger el sueño, Regina chillaba y comenzaba a llorar, exactamente como la primera noche. Así, Emma se veía obligada a salir de su cama y meterse en la de Regina. Solo cuando sus brazos se aferraban al cuerpo tembloroso y agitado de la mujer, Emma lograba calmarla. La sujetaba apretándola a ella, escuchando sus susurros sin sentido e intentando acunarla, aunque estaba segura de que ella no podía sentirla. Fue solo en la cuarta noche que Emma comprendió qué atormentaba a la madre de su hijo
«Duele» balbuceó Regina, con las lágrimas que le descendían por el rostro. «Duele»
Después de la primera noche, cuando Regina había invocado el nombre de su antiguo amor, Emma no había vuelto a escuchar el nombre de Daniel.
«¿Qué te duele, Regina?» murmuró la muchacha, sintiéndose inútil e impotente.
«La cabeza, duele...» pareció responder la mujer, agitándose ligeramente.
Y entonces Emma lo supo. Supo por qué Regina se aferraba a la cama y no movía ni las manos ni los brazos durante esos instantes de agonía. Supo qué la estaba atormentando y supo, sencillamente, lo supo todo.
Regina sentía todavía el dolor de las torturas que le habían infringido Greg y Tamara. Estaban impresas, malditamente impresas, en su mente y en su cuerpo. Había estado sometida durante mucho tiempo a esos malditos electrodos, que de algún modo ha quedado marcada.
Emma tuvo que reprimirse para no gritar a su vez cuando esa verdad la golpeó.
«Grandísimos hijos de puta » susurró, acariciando instintivamente los cabellos de Regina, ayudándola a calmarse «Solo sois unos grandísimos hijos de puta»
Regina sollozó durante otros interminables minutos, aferrada a la sábana con las manos. Emma le rozó delicadamente una mejilla con los dedos, deseando poder hacer algo más.
«Lo siento, Regina...» susurró, cerrando los ojos y dejándose llevar por el sueño «Lo siento tanto...»
«Concéntrate» soltó Regina por cuarta vez «No obtendrás nada si no te concentras»
Emma rodó los ojos y cruzó los brazos, mirando con obstinación el bulto de ropa puesto en el suelo del camarote
«Explícame cómo hago para concentrarme si continuas gritándome en el oído» responde con acritud.
La magia estaba ahí, con ella, pero no lograba concentrarse lo suficiente para expandirla y hacer que actuase. Todavía tenía en la cabeza los gritos angustiosos de Regina, sus palabras y su dolor. No lograba arrancárselas de la cabeza y eso estaba influyendo muchísimo en sus lecciones de magia
«Porque tendrás que poder concentrarte y emplear la magia en situaciones menos tranquilas que esta» replicó Regina, cansada, cerrando el libro que estaba intentando leer y arrojándolo sobre la primera cama vacía. «¿Crees que quienquiera que este en la isla se quedará en silencio para permitirte concentrarte? ¿Crees que Greg o Tamara esperarán a que tú puedas tener la concentración necesaria antes de deshacerse de nuestro hijo?»
Emma no supo si fue la mención de Greg y Tamara o el hecho de que Regina hubiese llamado a Henry "nuestro hijo", pero de repente los muros invisibles que la tenían separada de su magia se derrumbaron y la nube blanca la invadió, igual que la noche anterior. El bulto de ropa se agitó ligeramente y, después se levantó del suelo y voló perezosamente hasta ella. Emma lo cogió, sorprendida, y lo giro entre las manos. Regina asintió, escondiendo la satisfacción y sentándose sobre la cama más cercana a ella. Emma se dispuso a decir algo, cuando de repente sintió temblar sus piernas y el cuerpo ceder; Regina parecía esperárselo, porque en un momento estuvo a su lado y la agarró por el brazo, socorriéndola y ayudándola a arrastrase hacia su cama. Emma se acostó, con un gemido
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Jolly Rogers
Fanfiction[Traducción] Emma, Regina, Hook, Rumple y los Charming parte hacia Nerverland en busca de Henry, pero el viaje no será fácil porque deben permanecer juntos en el barco durantes muchos días antes de llegar. En ese tiempo pasarán cosas imprevistas y n...