Hace mucho tiempo.

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Miércoles por la tarde.

Me observo en el espejo por última vez, revuelvo un poco mi cabello y paso mi lengua por mi labio inferior como una costumbre inevitable al verme en un espejo. Me sonrió a misma al notar que hoy me veo bien y sonrió aun mas al pensar sarcásticamente lo que eso significa “no me encontrare a ningún conocido al salir, nunca me encuentro a alguien cuando me veo así de bien al natural"
Es curioso como a veces, suele sucedernos que por mucho que nos esforzamos en lucir bien, simplemente no estamos a gusto con nuestra apariencia, pero sales un día común, a ver películas con tu mejor amiga en su casa y te ves radiante, perfectamente natural. Eso es muy injusto.

Tomo mi bolso con todo lo que necesitare para pasar el día con mi amiga y me dirijo a la puerta mientras le envió un mensaje.

*voy saliendo, nos vemos en cinco minutos*

Si, cinco minutos es lo que me toma llegar a su casa, podrían ser menos pero me gusta tomarme mi tiempo al caminar. Admito que adoro que vivamos tan cerca la una de la otra. Salgo de la casa y bajo las escaleras con una extraña sensación creciendo de a poco, esa sensación de que algo va mal. Y solo hizo falta alzar la vista y ver en dirección a donde las escaleras terminan para notar que es lo que esta mal.

Lo veo, solo eso puedo hacer, observarlo. El 90% de mi concentración esta en mantener las facciones de mi rostro lo mas inexpresivas que se pueda. El otro 10% se sentra en observalo. Si mi mirada llega a perderse en algún otro punto, o llega a flaquear, estaré perdida. El vera mi dolor y me odiare por eso.

—¿En que piensas? —pregunta subiendo el primer escalón. Quiere acercarse mas, pero parece dudarlo, puedo verlo en sus ojos.

—En que haces aquí —suelto sin antes pensar bien mi respuesta. Su seño se frunce y me apresuro a decir algo mas antes de que esto se vuelva una discusión- no me mal intérpretes. Es que no esperaba verte, no avisaste que venias.

—No, no lo hice —desvía la mirada. Eso si que es una sorpresa. El no suele hacer eso.

—¿Por que?

—¿Por que, que? —vuelve a mirarme y sube otro escalón.

<¿Por que apareces ahora? ¿Por que tienes que venir a ponerlo todo de cabeza solo con tu presencia? ¿Por que mierda apreces actuando como si no hubiese pasado nada?>.

—¿Por que viniste? —ya al preguntar me ahogo con mis propias palabras, trago grueso ¿por que duele tanto preguntar eso?—. Sin avisar quiero decir —no puedo sonar grosera. No puedo darle ese gusto.

—No lo se, quería sorprenderte —dice intentando sonreír. Pero le sale fatal. Sube un par de escalones mas y ya esta a solo unos centímetros de mi—. Y creo que temia decirte que vendría, y me dijeras que no quieres verme —su voz sonó tan bajo, casi como un susurro, casi como si lo dijera para si mismo.

—Ya veo. —digo sin mas, porque no se que mas decir. No tengo nada para decir. Aunque eso es una mentira. Una enorme y triste mentira, tengo mucho que decirle, pero es mejor no decirle nada de eso—. Disculpa, pero no puedo hablar ahora. Tengo algo que hacer y ya voy tarde —bajo los escalones que nos separan y me detengo en frente de el para besar su mejilla y decir algo mas antes de intentar huir lo mas lejos de el que me sea posible—. Fue un gusto verte —me digo que es suficiente con eso. Que no hace falta decir algo mas y termino de bajar los escalones faltantes y camino en dirección a la casa de mi amiga.

Estoy a unos pasos de mi casa, a punto de tomar una respiración profunda al notar que me falta aire. No sabia que estaba conteniendo el aliento hasta que vi que ya casi no me quedaba aire en los pulmones. Mi respiración se atasca cuando noto que una mano se envuelve en unos de mis brazos y me obliga a voltearme.

—¿Que te sucede? —pregunta y puedo notar en su voz que esta molesto.

—Nada. Solo tengo prisa —le respondo intentado soltarme de su agarre. A lo que el se negó.

—Mientes, y muy mal. Dime que te sucede.

—Nada, en serio nada. Solo dejame ir —esta vez no pude sonar gentilmente indiferente.

—Bien, ya estoy cansado de tus berrinches sabes. No voy a ir corriendo detrás de ti.

—¡Nunca lo haz hecho!. —me apresure a interrumpirlo. Me causa una indignación horriblemente grande escucharlo decir eso—. No hables como si estuvieras cansado de hacer tal cosa porque todas las veces que me he alejado he tenido que dejar en ridículo mi orgullo y mi dignidad por volver a buscarte ¡porque nunca lo haz hecho tu!.

—Esta bien. Como quieras. —y así sin mas me suelta, se da media vuelta y comienza a caminar lejos de mi.

Siento un gran nudo en mi garganta y las lágrimas quemando en el borde de mis ojos, amenazando con comenzar a desbordarse. Verlo alejarse duele, y esas palabras que siempre he pensado y nunca me he atrevido a decir están por explotar en mi boca.

—¡No puedes irte! —le grito con una risa sarcástica—. No puedes irte —digo esta vez mas bajo, no porque no quería que el me escuche, no. No es eso, es que mi voz me ha traicionado, se ha quebrado en media frase, haciéndome lucir mas débil de lo orgullosamente permitido. El se gira para verme y parece estar dudando si continuar su camino o acercarse a mi—. ¿Sabes por que no puedes irte? —pregunto con un terrible sollozo que no pude detener— esto es como uno de esos sueños en los que te alejas de mi y no puedo hacer nada para detenerte. Uno de esos sueños donde te vas sin mirar atrás y despierto bañada en lágrimas y me doy cuenta de que en realidad hace mucho tiempo que te fuiste —me abrazo a mi misma con la idea de que eso me va mantenerme en pie. Siento que voy a caer en cualquier momento y me aterra la idea de que suceda delante de el—. Te fuiste, ya hace mucho tiempo que te fuiste, pero ninguno de los dos lo ha aceptado, anda. Termina de irte.

Sueños de un amor frustrado (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora