Capítulo N° 14

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-¿Sigues con las ganas de dormir lejos de mí?.- Ya habíamos dejado el auto en el gigantesco garaje de su casa, de hecho era un piso asfaltado rodeado de tres paredes de hierba y un techo negro con una grilla de luces neón cubiertas de un vidrio espeso que otorgaba una luminosidad bastante cálida, éste se encontraba justo al lado de la casa Collins. El lugar hacía honor a su apellido, era majestuoso, de hecho la belleza del lugar era tan fría y cortante, tal y cómo recordaba.

Blanco esperanza dirían, pero el blanco que adornaba a la gran casa Collins era el blanco hueso pulido hasta desaparecer algún rastro de sangre de ellos, era encantador no puedo engañar pero también llevaba un ambiente pesado, cómo si la muerte se levantase de cada rincón y se asentará en el aire frío. Para cualquiera el lugar podría ser descrito cómo "tenebroso a la luz del día" pero para mi era perfecto para vivir una vida solitaria como la que él tenía.

La parte frontal de la casa era indiscutiblemente excepcional, parecía hecha de nubes de mármol, las paredes eran tan lisas con bordes redondeados que le daba ese aspecto de estar viendo el cielo lleno de esas acolchonadas cosas blancas, por dentro era igual de bella, la puerta era lo único de color que había, un color caoba resonante con vidrios a los lados, ventanas para ser más precisos, la entrada era tan grande cómo para que un auto pasase por ella, el corredor por dentro era del tamaño de la puerta, tenía paredes a los lados, decorada con cuadros de Bert, su familia y su ex esposa, Milia. El piso estaba cubierto por una pomposa alfombra negro marengo, el techo era tan alto que quizás medía tres metros, dónde colgaba un pequeño candelabro italiano de cristal, del que caían lágrimas del mismo material.

A lo largo del pasillo había una escalera y a los lados tres puertas, dos del lado derecho y una del lado izquierdo, todas eran puertas corredizas de madera blanca que combinaban a la perfección. Nunca supe que habían a través de ellas, en el pasado estas estaban cerradas y por más curiosidad que tuviese no podía abrirlas ni espiar porque las ventanas exteriores estaban cubiertas de una cortina espesa. Ahora estaban abiertas, la primera puerta del lado derecho mostraba un comedor, una mesa de granito gris Bardiglio, era rectangular de aproximadamente para 10 personas, tenía sillas blancas Art Deco con bordes del mismo gris de la mesa, no tenía platos encima ni nada que diese la impresión de que vivía alguien allí. La siguiente puerta del lado derecho era una cocina, daba la misma imagen del comedor, fría y gris, rodeada de granito y paredes blancas, con acero inoxidable en el horno, el microondas y la heladera, por diferente, la habitación tenía algunos cuadros de la abuela Collins -abuela paterna- dónde cocinaba para la numerosa familia, las pocas fotos que habían estaban enmarcadas en cuadros rojos, lo que hacía girar los ojos hacía ellas. La puerta del lado izquierdo mostraba una habitación con un sofá de tres personas y una televisión plasma, no había mucho más que un mueble pesado blanco rellenado de más fotos, casi puedo asegurar que eran las mismas de la cocina. El salón de estar se veía tan vacío y triste en mayor desuso que las otras habitaciones e igual de blanco. Toda la casa estaba bien limpia, no había tierra colada en el suelo o telarañas en el techo, siempre fue así, un lugar limpio y prolijo.

-Sí, sigo sin cambiar de parecer.- En algún momento al ingresar y dejar las pocas cosas al lado de la entrada, me tomó de la mano y me llevó hacía el segundo piso, su mano estaba fría, como si está ya no estuviese siendo recorrida por sangre. El piso superior era igual de sencillo y hermoso con un pasillo atravesándolo, los dormitorios estaban repartidas en él. Pasamos dos dormitorios y entonces abrió la puerta, su rostro estaba tan liso, sin barba alguna, sonreía aunque se podía notar el esfuerzo que ponía para ocultar su nerviosismo.- Hey, mis cosas quedaron abajo, vamos a traerlas.- Intenté soltar nuestras manos pero el forzó el agarre llevándome más al centro de la habitación.

-Tranquilo, la ama de llaves se encargará de subirlas, tú por ahora quédate en esta habitación.- Se sentó en la cama victoriana con sábanas color azafrán, atrayéndome hacía él para sentarme a su lado. Tomó mi mano y empezó a acariciarla, sus ojos empezaron a soltar gotas, me levanté dejándolo allí, aturdido.

¿QUE QUIERES DE MI? || Dane DeHaan || GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora