Paso 0: Primera impresión

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Hace unos años aprendí un pequeño truco, sonará estúpido para algunos pero ha sido bastante útil. Siempre he pensado que es más importante escuchar a otros que hablar con ellos, es decir, aprendes más sobre las personas de esa manera, es por eso que cuando quiero escuchar en silencio me pongo mis audífonos, así nadie me molesta porque piensan que estoy escuchando música, cuando en realidad escucho el sonido del mundo.

Es increíble lo mucho que puedes escuchar fingiendo no hacerlo.

"Es un idiota" "Se cree mejor que nosotros porque tiene dinero" "Solo es otro chico con cara bonita"...

Sí, esas son las cosas que estoy acostumbrado a oír, así que cuando estas mismas personas se me acercan sonriendo y buscando algo de mí, es natural que las ignore, pero al final yo quedo como el malo, el engreído que no le hace caso a nadie.

Ya no importa. Ha sido así desde que tengo memoria, la gente asume cosas de mí sin conocerme, me encasilla en sus propias ideas y cuando ven que no encajo en lo que pensaban se van molestas. No tengo que probarle nada a nadie. Tengo amigos, pocos, pero están y son suficientes, ellos me han ayudado a no perder completamente mi fe en el resto de las personas, probando una y otra vez que aún existe gente sincera.

Lamentablemente no puedo estar con ellos todo el tiempo. Luego de la escuela todos elegimos caminos diferentes y eso nos llevó a separarnos. Aunque por suerte solo físicamente, me refiero que todos estamos en distintas universidades y solo nos podemos reunir los fines de semana o de vez en cuando un día a almorzar.

Y aquí me encuentro, sentado en la parada del autobús, esperando el que me llevaría a la casa de mi amigo Leo.

Había muchas gente en la parada, ya que era la única cerca de la universidad y todos los que vivían lejos esperaban aquí cada día. Naturalmente yo tenía mis audiófonos puestos, pensé en escuchar música de verdad esta vez, pero algo me distrajo.

Entre toda esa gente a mi alrededor apareció un chico que llamó inmediatamente mi atención. En realidad siempre lo hacía. Cada vez que lo veía en la universidad no podía sacar mis ojos de él, no sabía su nombre ni que estudiaba, pero entre una multitud lo reconocía fácilmente. Era alto, tal vez solo un par de centímetros menor que yo, sus ojos eran de un intenso color verde y su pelo negro revuelto le daba un aire despreocupado. Hoy como siempre llevaba una brillante sonrisa en el rostro, de esas que parece que hicieran que el sol brillara un poco más.

Como siempre, me quede mirándolo sin siquiera darme cuenta e imaginarán lo nervioso que me puse cuando él se sentó a mi lado. Los rumores sobre mi supuesta mala personalidad eran bien conocidos por todos los estudiantes, así que a pesar de estar repleto de gente de pie, había un lugar vacío junto a mí.

Tal vez no sabe de los rumores.

Fue lo que pensé, parecía difícil, pero no se me ocurría otra razón para que hiciera algo como esto. No crean que soy yo el exagerado, todos a nuestro alrededor se removieron incomodos y nos miraron con cara de espanto cuando él se sentó, parecía que esperaban que yo lo golpeara o le gritara por atreverse a hacerlo.

"¿Percy, qué crees que haces?" Escuché decir a una chica de cabello castaño y ondulado que salió de la multitud de estudiantes.

"Espero el autobús, ¿qué más podría estar haciendo aquí?" Respondió el chico a mi lado entre risas.

Así que se llama Percy...

"Sabes que no me refiero a eso." Respondió ella acercándose un poco más a él en un intento de hacer su conversación algo más privada. "¿No sabes quién es él?" Dijo esta vez apuntándome ligeramente con la cabeza.

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