Hay una frase que dice, «lo que no es bueno para el corazón, lo es para el arte». Entonces, en ese contexto, comencé a escribir acerca de mis sentimientos, porque no hallaba otra manera de expresarme. Y tal vez, también porque no hallaba otra maner...
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Me había acostumbrado a observar varias veces la pared, dejando que la monotonía llenara la habitación desordenada sin vergüenza. Botellas de licor abandonaron su placer en mi paladar luego de haberse acabado. Admitiría entonces, que una parte de mí adoptó la mala manía de releer sus enigmas, los senderos que dejó a medias de resolver luego de cruzar la puerta de salida. Mi existencia sin querer comenzaba a escasear; supe que podría dejar de vivir y él seguirías siendo el mismo. ¿Y la verdad? La verdad es que se fue, ¿y lo peor? Lo peor no fue saber que me iba a lastimar, sino que aun sabiéndolo me di la oportunidad fallida con él. ¿Y al final? No se interesó en mí.