Gerardo llega, saluda a María y a Cristian y pasa a su cuarto para cambiarse.
Mientras comían María se acordó del sobre marrón, y le comentó a Gerardo:
Gr: María, ¿Qué era lo de la sopera ayer?
M: Mis padres me dejaron cartas escondidas allí. Y al fondo había un sobre. Es una larga historia pero hay que entregarle un sobre a mi abogado, que tiene los testamentos de mis padres para tramitar la herencia.
Gr: ¿Cómo? ¿No era que no había?
M: Mis padres los escondieron para que Clarine no se quedara con todo. Ahora tenemos que apurarnos porque si no perdemos lo que es mío.
Gr: Veo... es grave.
M: Sí-aprieta los labios-.
Comieron tranquilos. Cuando terminaron Gerardo le pidió el sobre a maría y fue con Cristian a hablar con el abogado:
Gr: Buenos días, Martín.
Abg: ¿Cómo estás Gerardo?
Gr: Bien, gracias. Te traigo los testamentos de mis suegros por el tema de la herencia. ¿Es válido?
Abg: Por supuesto-Los toma y lee-. Sí que eran una parte importante.
Gr: Es muy valioso. Y necesitamos que sea rápido.
Abg: Muy bien. Veré que puedo hacer. A más tardar esta tarde te llamo y te aviso si ya está.
Gr: Muchas gracias.
Gerardo sale del estudio jurídico y se dirige a la plaza. Allí llama a su hermana Ana para invitarla a tomar el té esta tarde. Luego va al supermercado:
Gr: ¿Qué bebida puede servir para un brindis, Cris?
C: Algún espumante... no sé.
Gr: Claro... Llevaré este-Saca una champaña-.
Ya fuera se dirigen a la panadería:
Gr: ¿Quieres comer facturas?
C: ¿Qué facturas le gustan a tía Anita?
Gr: Cualquiera que sea con dulce de leche. ¿A ti cuales te gustan?
C: Me gustan las que tienen coco y crema.
Gr: -Ordena las facturas- Hola. Dame una docena: seis facturas de dulce de leche, cuatro medialunas dulces y dos de crema y coco. ¿Cuánto es?
?: Serían veinte pesos.
Gr: Tome.
A la tarde, Anita llegó a la casa de María:
-Suena el timbre-
Gr: Debe ser Anita-Abre la puerta-¡Hola Anita!
An: ¿Cómo estas, Gerard?
Gr: Bien, gracias. Pasa, por favor.
An: Tienen una linda casa... ¿Cómo estás, María? ¡Hola Cris!
M: Bien, gracias. Siéntate, por favor.
C: ¡Hola tía Anita!
Gr: Ya viene María. Está haciendo el té.
An: Y no sé, cuéntenme como era cura Brochero...
Gr: Tranquilo. Es un pueblito chiquito y tiene cuadras inmensas.C: Sí. Son muy grandes los lotes.
-Entra María-
M: Aquí está el té. Sírvanse las facturas que quieran.
C: Compramos facturas de dulce de leche sólo porque venías tú, tía.
An: Es muy amable de su parte.
Gr: Por favor, si eres mi hermana. ¿A caso no puedo agasajarte?-Hace una pausa- Estoy esperando una llamada.
M: ¿De quién?
Gr: Del abogado-Encara a Ana-Vamos a volar a Clarine.
-Suena el teléfono-
Gr: Debe ser él-Va a contestar al pasillo-.
M: ¿Cómo has estado, Anita?
An: Bien. No sabes cómo estuvo Trank. Luego de que se fueron, Clarine se metió a su casa y no salió más por dos años.
M: Ajá. Como diciendo me borro para que no hablen de mí.
An: Exactamente.
-Entra Gerardo con un vino espumante en la mano y tres copas-
Gr: María, sólo tienes que ir a reclamar las cosas que te pertenecen-Sirve la bebida- ¡Salud!
An: ¡Salud!
M: ¡Salud!
C: ¿Por qué brindan?
Gr: Por que Clarine se calme y deje de fastidiar.
C: Entonces, ¡Salud!-Y tendió el té. Gerardo, Ana y María rieron vivamente-.
La tarde se pasó rapidísimo, todos charlaron de la mejor manera acerca de temas diversos. Al caer la noche, Ana tuvo que irse:
An: Bueno... Tengo que irme a mi casa a hacer la cena. ¡Ha sido un gusto!
Gr: Tienes que venir otro día.
M: Sí. Nos hace falta charlar así.
C: ¿Algún día vendrás con tu familia?
An: Claro que sí, Cris.
-Salen afuera-
An: ¿Por qué está fuera esa baldosa?
M: Es que allí se encontraban los documentos.
An: Claro...-Dijo con un tono extraño, y se retiró sin más-.
La cena fue algo de lo más simple, unos fideos con manteca y la familia entera se fue a dormir, sin complicación alguna.