Al día siguiente me levanté un poco mal ya que nadie quería hablar conmigo tan sólo Sergio, ese chico de ojos azules. Fui al instituto y me lo crucé por el camino.
Sergio: Hola.
Paula: Hola.
Sergio: Oye, ¿tu vas al Instituto sola?
Paula: Sí.
Sergio: Pues yo también voy sólo. Que te parece si vamos juntos. Al fin y al cabo nunca viene mal estar en compañía.
Paula: Estaría bien... Pero ¿y si ven tus amigos que te relacionas conmigo?
Sergio: No es nada malo que yo sepa.
Paula: Pero para ellos sí.
Sergio: Bueno hablando y hablando hemos llegado, nos toca tecnología.
-Y seguimos hablando, no dejó su conversación en ningún momento-
Paula: Ya hemos llegado.
Al entrar en la clase todo el mundo me miraba y el profesor me pidió que me pusiera delante para ir observando mi progreso. Pero las mesas estaban de parejas y alguien se tenía que poner conmigo. De repente Sergio se puso al lado mía y me dejó su libro. Es muy bueno conmigo. Cuando acabaron las tres primeras clases llegó el recreo. Una media hora en la que tengo que estar sola y aburrida. O eso creía yo. Mi sorpresa fue que Sergio me dio la mano y me llevó corriendo a un pasillo en el nadie nos viera:
Paula: ¡Sergio! ¿Qué haces?
Sergio: ¿Te creías que te iba a dejar sola?
Paula: Pero no quiero meterte en problemas.
Sergio: No, es decisión mía.
Estuvieron juntos durante todo el recreo. Hasta que a la salida el amigo de Sergio, Dani llegó:
Dani: ¿A qué juegas? Mira no se qué pretendes ni nada pero no se qué haces hablando con ella. Ahora me vas a decir que es tu amiga. Eres patético.
Sergio: Métete en tus asuntos que yo haré lo que me de la gana.
Paula se fue sola a su casa sin saber nada de Sergio.
