Frío.

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Realmente me preocupé cuando subí la cabeza y los vi sentados juntos. Adam era nuevo en el instituto y no entendía que hacia con alguien como Marco. ¿Habrá hablado conmigo en el recreo porque Marco quiere tenerme controlada? No, no creo, Marco es un capullo pero no puede llegar a esos límites, creo.

Mi madre me sacó de mis pensamientos con el olor de una increíble hamburguesa, ya me preocuparé más tarde de Marco y sus amiguitos.

-Te veo tensa, ¿no te gusta la hamburguesa? -Dijo mi madre con la boca llena.

-Si..si, si, está buenísima -Ni si quiera yo sabía por qué estaba tan tensa.- Voy al aseo un momento, no me encuentro muy bien.-Sin darme cuenta terminé la frase estando ya en el lavabo, no sabia si mi madre me habrá escuchado pero realmente, no me importaba. 

Mi mente empezó a llenarse de recuerdos junto a Marco, joder, todo parecía tan real. Me llevaba a casa, íbamos al cine, incluso quise entregarle mi virginidad..No me arrepiento de que esto último no sucediera. Me senté en el suelo esperando a que alguien o algo me quitara de la cabeza todas esas imágenes, todos esos abrazos y caricias que para él eran un juego, todas esas lágrimas derramadas por él. Esperaba que alguien me quisiera de verdad. 

Sin pensarlo mucho me levanté y salí del baño, miré hacia todos lados buscando la cara que quería ver pero había desaparecido. Adam y Marco se habían ido y me maldecía a mi misma por ello. Necesitaba soltarle todo a Marco, necesitaba gritarle por todo el daño que me había hecho y por haber manipulado a Adam para que hablara conmigo.

Llegué a la mesa y mi madre me miró como si no hubieran pasado ni 5 minutos. Miré el móvil y efectivamente, no estuve en el baño ni 3 minutos pero a mi me habían parecido horas.

-¿Mejor? - Preguntó mi madre mientras seguía comiendo, no perdía el tiempo.

-Sí, mucho mejor - Sonreí falsamente y seguí comiendo mi hamburguesa.

Cuando terminamos de comer no tardamos en irnos, mi madre estaba agotada y yo necesitaba tomarme una tila para relajarme. Una ola de frió golpeó mi cara al salir de allí y me recordó algo de lo que no tenía que acordarme en ese momento.

Era 23 de diciembre. El supermercado estaba llenísimo, todo el mundo parecía contento y feliz comprando la cena de Nochebuena. En la radio solo sonaban villancicos y canciones relacionadas con las fiestas. Todo era perfecto. 

Marco me cogió de la mano y me la besó con fuerza. Le quería y el me quería, ¿qué mas podía pedir?

-¿Estas bien princesa? - Me preguntó al ver que le miraba como una boba, una boba enamorada.

-Mejor que nunca - Me acerqué a él y le besé. Ya no me importaba quien nos miraba, estaba loca por los huesos de ese chico y no quería nada mas que a él. 

Salimos del supermercado sin encontrar lo que queríamos: Tarta de queso. La gente había arrasado con todos los tipos de tartas que había, no sabía que en Navidad se comían tantas tartas. 

Marco conducía por las calles relajadamente, no teníamos prisa y a mi me encantaba mirar como se concentraba en la carretera. Aparcó en la puerta del instituto y sonó la sirena anunciando el recreo. Nos habíamos saltado las 3 primeras horas por estar en su cama abrazados y contándonos historias de nuestra infancia. Esas historias me parecían más importantes que La Revolución Francesa, así que decidimos quedarnos allí.

Entramos en el instituto cogidos de la mano, no estábamos saliendo pero no nos importaba, estábamos enamorados. Nos sentamos en una mesa y sacó el móvil. Su actitud desde que llegamos allí fue muy fría, no me miraba y no decía ni una palabra, no quise presionarle así que lo dejé pasar hasta que se levantó y se puso de pie en la mesa.

-HOLAA! HOLAA! - Gritaba pidiendo la atención del instituto entero. ¿Qué cojones hacia? -Hola compañeros, quería hablar con vosotros porque hoy es un día revelador, hoy quiero revelaros algo que nadie sabe, algo que cambiará la vida de alguien. -No, no puede ser, ¿va a pedirme salir delante de todo el mundo? Me puse nerviosa y empecé a temblar, no me podía creer lo que estaba sucediendo. - Una chica, en concreto esta niñata tímida que esta justo debajo de mí lamiéndome los pies y temblando piensa ahora mismo que voy a pedirle salir, que estoy enamorado de ella y que la quiero, menuda gilipollez, no creéis? - ¿Qué? - Pues compañeros, dejarme deciros que esta niña es una puta barata que la chupa a 2 euros, tengo aquí un vídeo de ella haciéndome el mismo trabajito a mi, y quería informaros de lo que es capaz de hacer, para hacerle publicidad. - Esto tenía que ser una broma, la del vídeo no podía ser yo. - STEPHANIE! Te quiero nena. Y tú, Samantha Salamandra límpiate la boca, te quedan restos de anoche.

Corrí por el pasillo intentando no mirar atrás, no podía creerme eso, el no podía hacerme esto. Entré en el baño y cerré la puerta con llave, desde ahí se podían escuchar las risas de todas las personas de este maldito instituto. No sé que vídeo les está enseñando, ni lo sé ni me importa, solo sé que la que sale en ese vídeo no soy yo pero los demás no lo saben.

Parecía que iba a deshidratarme, mis ojos no dejaban de llorar y cada vez me dolía más lo que me había hecho Marco. Los golpes en la puerta llamaron mi atención y recé porque no fuera medio instituto intentando pegarme..No sabía como podía reaccionar la gente a esto.

-SAAM! SAM ABRE POR FAVOR! -Mi mejor amiga no paraba de dar golpes en la puerta, intentaba tirarla abajo pero no llegó hacerlo. Conseguí abrirle la puerta tras 5 intentos de girar la llave y se me tiró encima como si fuera un saco de boxeo. - Sam por favor, dime que estás bien, no puedes hacer caso a ese capullo, es un hijo de puta y deberías haberte imaginado algo así antes. Quiero abrirle la cabeza y sé que tu también pero no dejes que siga disfrutando de esto.

Las palabras de Dani hacían eco en mi cabeza pero sonaba razonable, o eso parecía. Asentí con la cabeza, no tenía fuerzas para hablar, todo era tan extraño. Mi amiga me cogió del brazo y me limpió las lágrimas. 

-Venga tía, tu puedes, vamos a casa. - Dani abrió la puerta y me sacó del baño, no me apetecía nada estar allí, no me apetecía estar en ningún lado, solo quería llorar y maldecir a la vida por hacerme esto. Al abrir la puerta del instituto, una ola de aire frió me golpeó la cara, y en ese instante supe que estaba muy jodida.

La carretera parecía eterna, mi madre tarareaba al ritmo de "Let Me Love You" del gran Justin Bieber y mi cabeza quería estallar y parecía que en cualquier momento iba a hacerlo. Al entrar en casa subí directa  a mi habitación y me tiré a la cama intentado ordenar mis pensamientos pero, una vez más, mis intentos fueron fallidos. Mi mente seguía recordándome el sabor dulce de los labios de Marco y el salado de mis lágrimas después de ese recreo. 

Me puse mis cascos y cerré los ojos concentrándome en la música. Necesitaba paz y la voz de Shawn Mendes era lo que más paz me podía transmitir en ese momento.

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Abrí los ojos y miré el reloj de mi escritorio. Eran las 3:12 a.m y aun habiendo dormido algo seguía con un nudo en la garganta. Decidí bajar abajo a tomarme esa tila que me había prometido a mi misma en el McDonalds pero una voz hizo que me parara en seco antes de bajar las escaleras. 

-Samantha no sabe que nos acostamos, no hay ningún peligro. -Era la voz de mi padre en la cocina.

-Sí que pasa, ¿que le diremos cuando se entere? ¿como crees que va a reaccionar nuestra hija cuando le digamos que sus padres divorciados que supuestamente se odian se acuestan cuando ella está dormida? -Reclamaba mi madre en voz baja.

Me hizo gracia escuchar esa conversación, me parecía extraño que no se dieran cuenta de que yo ya lo sé todo pero, lo último que quería ahora era una conversación con mis padres sobre si enrollarse estando divorciados estaba bien o no.

Me dí la vuelta y volví a mi habitación, me puse el pijama y me volví a tirar en la cama para volver a quedarme dormida, pero la pantalla de mi móvil se encendió y me incorporé a ver cual era la razón.

Marco.

Vie.15, sept. (3:18 a.m)

"Sigo pensando en ti"

Ahora sí que sí, mi corazón se ha partido en dos.

Tenías que ser tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora