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Terminó de ajustar los cordones de sus botas y salió en silencio se su habitación, con el carcaj colgado de la cintura. Atravesó los pasillos del castillo, observando como algunos sirvientes comenzaban el día, hasta llegar a los establos, donde ensilló a Angus rápidamente para marcharse antes de que el sol saliera. Pronto, las puertas de su hogar se encontraban lejos y Mérida andaba libre bajo las sombras de los árboles, con el arco en la mano y una flecha cargada.

Estos días no tendría lecciones ni clases. Serían días de celebración por la llegada de los Crane y ella aprovecharía cada momento para practicar arquería y pelea con espada. No sabía si estar algo agradecida o molesta por la interrupción de su vida cotidiana, ya que tendría que poner en práctica lo que su madre le había enseñado en vez de asistir a las lecturas.

Otra flecha dio en el blanco y la joven se sujetó con las piernas cuando el caballo saltó una hilera alta de piedras. Tras unos cuantos aciertos más, condujo al percheron hasta un pequeño manantial, donde se lavó la cara y bebió, disfrutando la pureza y frescura del agua. Se paró sobre una gran roca para observar el cielo y determinó que sólo tendría media hora más de libertad antes de que los festejos comenzaran. Saco una manzana de su bolsa y la lanzo al aire, disparando y atravesándola justo por el centro. La fruta quedo incrustada en un árbol junto a algunas otras hasta que la princesa desenvaino su espada y comenzó a atacar el tronco, cortando limpiamente las manzanas sin tocar las saetas.

Continuo sus estocadas, dejando marcas y tajos que conformaban la cabeza de un oso sobre la corteza, rodeado por un circulo de flechas. Observó su trabajo satisfecha y alzo nuevamente la hoja, cuando un crujido a sus espaldas llamo su atención. Se volteo rápidamente y sostuvo el arma, preparada para quienquiera que fuera el intruso que se acercaba. Se preparó para abalanzarse pero, antes de atacar, un joven salió de las sombras del bosque. La espada se congelo en el aire junto con el grito de batalla de la pelirroja, quien lo miro confundida.

-¿Edwin?

El príncipe inclino su cabeza como saludo y sonrió travieso, acercándose a la muchacha, quien continuo mirándolo sorprendida.

- Buenos días, Mérida- fue su saludo.

-¿Que haces aquí?- le preguntó, bajando el arma. La presencia de Crane resultaba extraña en esta parte del bosque y sospechaba que la había seguido. Lo siguió con la mirada mientras caminaba a su alrededor.

- Me desperté temprano también y decidí dar una vuelta- explicó, deteniéndose frente al árbol donde segundos antes la chica había terminado su obra. La acaricio con los dedos, ligeramente sorprendido.- Cabalgué un rato y escuche algo por aquí. Me acerqué a ver y resulta que eras tu. Por cierto, veo que manejas bien la espada para ser una princesa.

Clavó sus ojos verdes en la cuchilla con interés, como si presenciara un fenómeno. Mérida frunció la nariz, molesta por el comentario, y señaló su arma envainada con sugestión retadora. Edwin arqueó las cejas, divertido, y apoyó la mano sobre la empuñadura de la misma, como si lo creyera una broma. Mas la mirada desafiante de la pelirroja dejó en claro que era real, que deseaba romper su estereotipo de princesa indefensa. Su conciencia gritó que su madre le haría pagar el atrevimiento, pero la ignoró y se puso en guardia, dispuesta a probar su destreza.

-¿Estas segura?- le preguntó el príncipe, extrayendo la hoja. Mostró sus dientes altaneramente, corriéndose unos mechones azabaches del rostro.- Debo advertirte que soy el mejor espadachín de mi reino.

- Que curioso- respondió Mérida, sonriendo sin gracia ante su arrogancia.- Estaba por decirte lo mismo.

Se abalanzó, arrojando estocadas que eran detenidas por el sable de Edwin. Comenzaron una batalla de espadas impresionante, los precisos ataques por parte de ambos bloqueados gracias a sus rápidos reflejos, haciéndolo parecer más una danza que una competencia. Mérida alzó el arma para interferir el movimiento de su contrincante y apretó los dientes al ver su mirada confiada. Se estaba conteniendo, creía que no necesitaba esforzarse para derrotarla, y eso la enfadaba.

Alma de Fuego [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora