Edwin estaba furioso.
La ira ardía en sus ojos mientras se pasaba las manos por su cabello y continuaba dando vueltas por la habitación, sin poder serenarse.
Sus dedos volvieron inconscientemente al cuello, donde aún sentía la fuerza del antebrazo de aquella muchacha cuando lo había sostenido contra la pared, y apretó los dientes con fuerza. Esa desgraciada princesa pagaría por su descaro. No solo se había atrevido a amenazarlo, si no que incluso lo había rechazado. ¡Rechazado! ¡A el! La única joven que estaba a su altura se había negado a casarse con el, y eso lo enfurecía. El matrimonio con la heredera Dunbroch era la parte final del plan de conquista, una forma de demostrarle a los clanes enemigos que debían servirles, pues serían dignos reyes del reino.
Pero no, la maldita pelirroja tenía que huir y llevarse a sus hermanos con ella, dejando demasiados cabos sueltos en la estrategia de los Crane.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Roland entro al cuarto.
- Padre- saludo, deteniéndose en seco y dejando las manos quietas para concentrarse en el.
Una vez que la puerta se cerro, el monarca invasor se deshizo de aquella mascara neutral y dejo traslucir su enojo. Se acercó a su hijo a zancadas y, cirniendose sobre el, siseo:
- ¡Una tarea, muchacho, solo te di una tarea! ¡Debías encargarte de la princesa! - El rey detestaba cuando un plan, que tanto tiempo había tomado crear, no se cumplía perfectamente.- Esa maldita joven podría destruir todo por lo cual hemos trabajado y ¡ni siquiera pudiste retenerla! ¿Es que no entendiste que aquella chica es la clave para conseguir la voluntad del pueblo? Como si no fuera poco el hecho de que consiguiera escaparse, se llevo consigo a sus hermanos y las posibilidades de un perfecto éxito.
>> Si nuestros soldados no la capturan, será tu responsabilidad. Y sabes como trato yo a aquellos que no cumplen con lo ordenado- finalizó, observándolo con severidad y ojos negros.
El príncipe asintió, su rostro inexpresivo y los puños apretados. Su padre se alejo, serenándose y acomodando su corona para luego salir de la habitación con paso seguro, dejando a Edwin solo en la habitación.
Impaciente, el príncipe salió del castillo donde vio regresaban los caballos que habían salido a capturar a la joven, pero no había ni una señal de ella. Rabioso, se acercó a uno de los soldados y, tomándolo por el cuello de la remera, pregunto:
-¿Donde esta la princesa?
- L-lo si-siento, se-señor, pe-pero n-no pu-pu-pudieron a-atraparla- contento tartamudeando el hombre, intimidado por la furia en los ojos de su príncipe. - La oscuridad es muy densa, aunque estamos seguro de que esta herida levemente. No irá muy lejos.
- En cuanto salga la primera luz mañana, quiero a toda la caballería buscándola. No descansaran hasta que ella esté bajo mi poder, y aquellos que no cumplan, sufrirán las consecuencias- amenazó el joven, hablando en voz alta para que todos le escucharan-. ¿Ha quedado claro?
Todo el mundo afirmó y Edwin regreso enfadado al palacio, subiendo hasta las habitaciones. Abriendo una de las puertas, se encontró con la alcoba de la joven y entro, aun con rabia, volteando muebles y desordenándolo todo hasta que se tranquilizo.
La mirada verde del joven se desvió lentamente a la tiara que Mérida había dejado olvidada en su cuarto y se acercó para tomarla. Era simple y de plata, con algunos grabados que le recordaron a los que ella había dibujado toscamente en el tronco de un árbol en el bosque, antes de que notara su presencia.
Vio su reflejo en la pulida superficie metálica y sonrío sin gracia, los ojos sin brillo alguno.
- Te encontrare, princesita- susurro, apretando al objeto entre sus manos con la fuerza de una promesa.- Y cuando lo haga, pagaras por todo.
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Alma de Fuego [PAUSADA]
FanfictionLa invasión de un reino enemigo obligará a Mérida a dejar todo atrás. Tendrá que huir para no caer en manos del maligno príncipe que busca desposarla, con el objetivo de adueñarse de sus tierras y destruir el legado Dunbroch. La princesa luchara con...